“Su hijo es raro”. Esa es su felicidad y su sufrimiento
“Su hijo no tiene problemas académicos, dibuja de forma espectacular, habla dos idiomas, le encanta tocar el piano, hace kárate, juega al ajedrez…, y sin embargo…”. La clave está en este “sin embargo”. Lo que separa lo normal de lo raro, lo que se sale de las reglas del sistema. Este “sin embargo” es su felicidad o el sufrimiento ante el abismo social que, a veces, padece. En ocasiones, los otros niños le ven raro, algunos adultos no le entienden… Muchas veces prefiere estar solo a jugar en los recreos, e imaginar. ‘¿Ahora puedo estar un rato imaginando, mami?”. La foto-reportera Victoria Iglesias vuelve a sorprendernos, en cuerpo y alma, texto e imagen, con la segunda entrega de sus ‘Victografías’ sobre un niño que representa a tantos otros que no se ajustan al molde.
Él puede dibujar las olas en el aire y girar el mundo como si fuera un cubo, aunque parezca extraño. Él puede volcar toda su agua en el cielo, así de fácil, con un solo movimiento. Sentir que es de aire la tierra donde hunde sus pies, que vuela, que flota como él mismo se imagina en la luna. Es fácil aunque él parezca extraño.
“Dicen que toda esta arena podrían ser las estrellas, mamá” .
Y yo me quedó ahí sentada mirándole, y hundiendo mis dedos en aquel azúcar, pensando en ello.
-¿Sabes que tu cerebro tiene más conexiones neuronales que estrellas en el universo?, le digo.
-¿Neuro qué?
Pero ya no está delante de mí, ha salido corriendo, cuando pienso que quería explicarle el asunto.
Ahora está dentro del agua, de momento le llega a las rodillas, luchando con seres extraordinarios transformados en espuma. Luego se queda quieto, pensativo, mirando hacia la última línea que dibuja el cielo con el mar y que pueda identificar su vista. A sus nueve años ya sabe, desde hace tiempo, que el mundo no es plano, que nunca llegas al horizonte. También ha comprobado que el mundo tiene aristas.
Lo supo desde el principio cuando estaba dentro de mí y le estuve esperando tumbada, haciéndome mayor, pensando, incómoda y angustiada, que tal vez él fuera mi última oportunidad, hasta que él mismo se sintiera con la responsabilidad de ir naciendo. Yo ayudaba sin moverme, mientras veía a las enfermeras entrar y salir del cuarto, envidiando los llantos de los recién nacidos de las habitaciones contiguas, mientras me entretenía con el mando eléctrico de la cama articulada que aguantó mis meses de reposo. Poco a poco, incrédula, los días y las semanas fueron cayendo como caen las buenas frutas de los árboles preñados de color y aroma.
Marco sale todos los días en busca del tesoro, pero en las puertas del cole me dice que abra la mano y que guarde sus mapas, su catalejo, su parche y su pata de palo, su traje de Spiderman, su capa de Batman, su catana de Ninja, el arpón que robó al capitán Ahab, su escudo que es un hoplón…; depende del día.
El primero que me llevé su imaginación (insisto, él me la dio) en el bolsillo sentí que se me rompía una zona indefinida dentro de mi esternón.
“Su hijo está siempre ausente en clase, deambula por el colegio…, su hijo tiene un problema muy grave, su hijo se ha puesto a cantar en medio de la clase, su hijo estaba escondido debajo de una mesa, su hijo estaba en una clase pintando en la pizarra, su hijo no escucha, su hijo habla solo y hace movimientos extraños, su hijo…”, me dicen las profesoras.
“Pienso alojarme aquí por algún tiempo. Me llamo… Bueno, pueden llamarme capitán”.
“Pase usted, capitán”.
Sin embargo la realidad no quiere que ni el capitán Bill, ni Jim Hawkins, ni Perro Negro sean buenos huéspedes para su cerebro.
“Caramba qué significarán las palabras del capitán Bill…?”, se preguntaba Jim.
Y yo, a menudo, me pregunto el significado exacto de las palabras , de las caras de susto que ponen sus tutoras.
A los dos años y medio se sabía de memoria muchos cuentos. En concreto, las frases anteriores eran de las primeras páginas de un cómic y seguía los renglones con el dedo haciendo que los leía. Todo empezaba en una vieja hostería y acababa con la “mota negra”, la mota que le hacía poner un dedo acusador sobre el libro haciendo, con cara de susto, aspavientos de horror para que me diera prisa en cerrarlo.
Pero al día siguiente me pedía más, quería volver a escuchar la historia hasta llegar a aquella mancha.
Y así los días posteriores; y es por ello que se sabía el texto de memoria en relación con cada dibujo.
“Su hijo es un niño culto, no tiene problemas académicos, dibuja de forma espectacular, habla dos idiomas, le encanta tocar el piano, hace kárate, juega al ajedrez…, y sin embargo…”.
La clave está, justo, en este “sin embargo”. Lo que separa lo normal de lo raro, lo que se sale de las reglas del sistema. Este “sin embargo” es su felicidad o el sufrimiento ante el abismo social que, a veces, padece: en ocasiones, los otros niños le ven raro, algunos adultos no le entienden… Desde el día que metió “gol en propia” (dijo) muchas veces prefiere estar solo a jugar en los recreos, e imaginar. “¿Ahora puedo estar un rato imaginando, mami?”.
Puede estar imaginando, leyendo, dibujando o hablando conmigo una hora sin parar hasta el punto de agotarse y agotar mi cerebro. Puede deshacerse en lágrimas si se queda enganchado a un informativo o leyendo La Cabaña del Tío Tom, y sin embargo… es capaz de aguantar sin llorar una pelea, una caída, una vacuna o una operación de apendicitis.
Lo tiene tan fácil y tan absurdamente difícil que ahora estamos en una lista de espera. Sí, ésa, para que un grupo de expertos psicopedagogos le evalúen por exigencias del guión (el colegio) y le pongan la etiqueta. Sí, la etiqueta que tanto nos gusta, para que “todo” esté en orden y “todos” nos quedemos muy, pero que muy “tranquilos”.
Etiquetas: Diferencia, Raro, Victoria Iglesias
SOBRE EL AUTOR
Victoria Iglesias
Victoria Iglesias. Fotógrafa y periodista. Ha publicado sus trabajos en la numerosas cabeceras de comunicación nacionales y extranjeras: El País Semanal, Panorama, París Match , MTV Magazine, El Magazine de la Vanguardia, Interviú, Grupo Z, Cosmopolitan, Vogue…; habiendo participado en numerosas exposiciones de fotografía, tanto individuales como colectivas. Su trabajo no sólo gira en torno al retrato (en sus comienzos, una de sus fotos de Camarón fue seleccionada en el Ortega y Gasset de periodismo), también deambula entre el reportaje de viaje, social (Chiapas, Libia, Sinaí…), el mundo editorial (Alfaguara, EB, Planeta…) y la fotografía artística. La Caja Oscura, pinceladas pixeladas (2015) y Miradas literarias (2016) son sus exposiciones individuales más recientes. En Twitter: @viglesiasphoto El blog de Victoria Iglesias
¿Quieres leer más artículos de este autor?Victoria Iglesias. Fotógrafa y periodista. Ha publicado sus trabajos en la numerosas cabeceras de comunicación nacionales y extranjeras: El País Semanal, Panorama, París Match , MTV Magazine, El Magazine de la Vanguardia, Interviú, Grupo Z, Cosmopolitan, Vogue…; habiendo participado en numerosas exposiciones de fotografía, tanto individuales como colectivas. Su trabajo no sólo gira en torno al retrato (en sus comienzos, una de sus fotos de Camarón fue seleccionada en el Ortega y Gasset de periodismo), también deambula entre el reportaje de viaje, social (Chiapas, Libia, Sinaí…), el mundo editorial (Alfaguara, EB, Planeta…) y la fotografía artística. La Caja Oscura, pinceladas pixeladas (2015) y Miradas literarias (2016) son sus exposiciones individuales más recientes. En Twitter: @viglesiasphoto El blog de Victoria Iglesias
Cuanta vida interior tiene ese maravilloso ser, capaz
de darnos una lección en cada momento. Nos está
mostrando la ineficacia del sistema y la gran conexión que tiene con todo lo que toca, yo a eso le llamo
consciencia con letras mayúsculas………..
hades o paraíso del sueño habitado……..