A
QUIÉN LE IMPORTA QUE…
Carlos
A. Trevisi
Una
vez más he comprobado que los políticos son meros agentes de un sistema que solo
se ocupa de la ciudadanía cuando hay
elecciones. Encarnan un poder que les viene desde arriba, desde “un comando general” al que lo
que menos le interesa es la gente. Hemos caído víctimas de un proyecto que está
acabando con la autonomía necesaria para asumir nuestras propias necesidades en
el marco de los intereses que nos atañen. A los políticos se les llena la boca de
democracia, libertades, derechos y qué no, que no se hacen realidad en la vida
cotidiana de la gente. En parte porque una gran mayoría no tiene idea de que es
la misma ciudadanía la que tiene que asumir con su participación la obligación
de elevar a las instancias superiores del gobierno las claves de la solución de
sus problemas. Se suele escuchar “a mi
la política no me interesa”. Hay a quienes
no les interesa porque se han instalado en un mundo en el que lo que rige sus prioridades
es el resguardo de sus intereses y el acrecentamiento de sus bienes. Así omiten
su participación en lo que atañe a la comunidad (¿acaso vecindario,
amuchamiento?) en la que viven. También están los que esconden su ignorancia
diciendo que los políticos son todos unos sinvergüenzas, equiparando a los Bárcenas
con aquellos que aspiran a un cambio que, sin salirse del sistema, atenúe la
ignominia de los poderosos.
Hay
ejemplos palpables que nos autorizan a pensar que los políticos, no valen gran
cosa. Supeditados a una partidocracia que los obliga a cumplir con lo que se
resuelve en las cúpulas de los partidos, no ofrecen garantías de ecuanimidad ni
capacidad para disentir.
Pero
también es cierto que la ciudadanía, si encumbrada económicamente, vive al
margen del país, que es una forma de decir al margen “de los demás”; y si se
trata del currante de a pie, se deja llevar por actitudes que copian el
derrotero de otros cuyas vidas han transcurrido robando gallinas. Los primeros,
capaces, abocándose a la especulación, ignoran la necesidad de una puesta en
común que autorice un sano crecimiento asumiendo actitudes
incompatibles con un deber ser que coadyuve con el esfuerzo y la entrega que
son menester para sacar adelante un país;
los otros, ajenos totalmente a un mundo que todavía ven como si todo siguiera
igual que hace 100 años no son capaces de evaluar los cambios que se están
produciendo en todos los órdenes. La prueba más manifiesta de esta incapacidad
para ver la nueva realidad es la educación. Seguimos creyendo que ser culto es
almacenar datos y más datos. Entre el desinterés de los primeros y la incapacidad
de los otros para saber elegir lo que más interesa a la comunidad quedamos
atrapados en la intrascendencia del fútbol, de los programas de la televisión,
de los medios en general, especialmente de la televisión, y del discurso de los
políticos que entienden que para recuperar a España es menester recortar los
presupuestos en educación, en la sanidad, salvar a los bancos, aumentar los
impuestos y aplaudir a Rajoy cuando sale de caminata por Galicia para
mantenerse en estado de modo que dure en “ estado” todo el tiempo que sea imprescindible
para que la salvación del país siga en sus manos.
El
poder que asienta sus reales en el bipartidismo una vez más ha salido a relucir.
PP y PSOE son la misma cosa, aunque disientan en lo puramente accesorio y se alineen
como de derecha e izquierda respectivamente. Esto no es ni más ni menos que una
forma de ratificar que están ambos al servicio de la transnacionalización del
poder económico y de la adopción de todo aquello que favorezca nuestra inserción
en detrimento de valores irrenunciables.
La
Educación es el eje del cambio que necesitamos. No podremos participar de este
nuevo mundo sin abordar un proyecto de vida en el que primen el desarrollo de
la imaginación, un afán inventivo y el conocimiento de otras culturas. Para
ello la educación tiene que sostenerse pedagógica y didácticamente en actitudes
creativas sostenidas por el conocimiento, un afán por aprender, una voluntad de
entrega y la posibilidad de elegir de entre todo aquello que nos brinda la realidad
circundante.
Uno
de los factores que abrirá puertas a nuestra inserción será el aprendizaje de
la lengua inglesa. Si el sustento de un cambio en educación es incorporar a la
escuela pública el inglés pues mal
vamos: los profesores de nacionalidad española que dictan inglés no lo hablan (prueba de ello es que hemos
contratado profesores nativos de habla inglesa para impartir la materia). Los
libros que se utilizan abordan los “cómos” del idioma de referencia pero no la
funcionalidad de la lengua. He observado algunos ejemplares de la editorial
Oxford editados para España que no tienen nada que ver con la metodología que proclama
el Reino Unido para el aprendizaje del inglés. Eso me hace pensar que los que
han dado el visto bueno para contratar ese material no tienen idea de lo que
significa aprender una lengua extranjera o… ¿acaso otra cosa?
En
sucesivos artículo hemos destacado la baja calidad de nuestra educación y el
desasosiego que causa la actitud de nuestra gente. No valdría insistir en ello.
Nos hemos quedado atrás. Cualquier innovación que saquemos adelante tardará alrededor
de 20 años en rendir frutos. Mientras tanto, otros países que ya están en el
cambio y con resultados a la vista nos seguirán sacando ventaja. Acaso lo que
estamos viviendo no sea otra cosa que la resignación de que hemos perdido el
tren. Nuestros políticos , nuestro periodismo, nuestros profesionales, las universidades, nuestra escolaridad primaria y
secundaria (la primea con maestros sin formación profesional universitaria que
avale su gestión y los segunda sin formación didáctico-pedagógica) -no son
relevantes en ninguna parte del mundo: basta con ver a Rajoy incomunicado en
Europa, de escasísima presencia porque ni sabe inglés, o a Trillo, embajador ante el Reino Unido donde se
lo tildó en la Cámara de los Comunes como proveniente de un país irrelevante “de
burros, tortilla, toros y paella”, a un ministro de Educación que administra,
además, cultura y deportes, que es como
decir alinear tallarines con salsa de tomate y dulce de leche); o al rector de
una universidad de Madrid que plagió su curriculum, a un tal Simancas del PSOE,
a Felipe González un desparpajado que sigue “baroneando” el PSOE pese a su
antecedentes, a Corcuera, a una prepotente Esperanza Aguirre, a los ladrones
que pueblan las cárceles, y a muchísimos que siguen sueltos; o a Marhuenda, a Eduardo Inda, o a la transformación
que ha sufrido antena 3… Basta con verlos para darse cuenta que cualquier cambio
va a ser sumamente difícil, por no decir improbable.
Dejemos
de hablar de los políticos y fijemos nuestro desasosiego en nosotros mismos. ¿No
se vio en el artículo? Pues léalo de nuevo y después me cuenta.
Volvamos
al título: “¿A QUIÉN LE IMPORTA QUE …” , agregando “QUE EN POCOS AÑOS SEAMOS UN
`PAÍS DE “MANOLITOS” QUE VAN A TERMINAR EN LA RUINA CUANDO EL TERRORISMO LANCE
UN CAMIÓN POR LA GRAN VÍA MADRILEÑA, REVIENTE A UNOS CUANTOS VIANDANTES Y EL
TURISMO SE RETRAIGA”?
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