TRIBUNA
Europa empieza a dar asco
¿Cómo se justifica que se pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los ingresos de millones de personas y empresas? No hay respuesta para esta pregunta
JUAN TORRES LÓPEZ
4 DE DICIEMBRE DE 2016
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Los dirigentes europeos parecen
empeñados en que no pase un día sin que las personas corrientes tengamos
que sentir algo más que vergüenzade lo que hacen en materia económica (por
no hablar de otras decisionesen temas incluso de mayor calado humano como
el de los refugiados).
Se siente vergüenza cuando se empecinan
en aplicar políticas que son un manifiesto fracaso pero se siente algo
peor cuando se comprueba que no lo hacen por error sino como una farsa
gigantesca para poder darles todavía más a los que ya lo tienen casi todo.
Se dijo por activa y pasiva que los
recortes sociales y las ayudas
multimillonarias a la banca eran la
condición necesaria para recobrar la actividad y el empleo, para reducir
la deuda y para asegurar definitivamente el sistema financiero. Pero lo
cierto es que desde que empezaron a aplicarse en la Unión Europea al
estallar la crisis hay unos siete millones menos de empleos a tiempo completo,
seis millones más de parados, otros casi seis millones más de empleos no
voluntarios a tiempo
parcial (en la UE28), cinco millones
más de personas en riesgo de pobreza y 35 puntos más sobre el PIB de deuda
pública (en la Eurozona). Y los bancos se siguen encontrando en
insolvencia y muchos de ellos a punto de estallar de nuevo en cualquier
momento. Pero eso no es solo un fracaso o un error sino un engaño porque eran
multitud los economistas que habían advertido que esto era justamente lo que
iba a ocurrir cuando las autoridades decían a los ciudadanos que sus
políticas frente a la crisis eran seguras, las adecuadas y plenamente infalibles.
Se siente algo mucho peor que vergüenza
cuando se tiene noticia de propuestas como la que acaba de lanzar la
comisaria europea de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, como siempre
de modo sibilino y completamente al margen de las instituciones
representativas y del debate democrático.
Según ha dejado caer la comisaria, la
Comisión Europea pretende
promover un amplio programa de gasto
militar que quedaría exento a la hora de calcular el déficit público
que, como se sabe, no debe superar el 3% del PIB de cada economía.
Como he explicado en el libro que acabo
de publicar (Economía para no dejarse engañar por los
economistas. Ediciones Deusto), este criterio del tres por
cien no tiene base científica ninguna. No hay nada,
absolutamente nada que lo justifique. Se podría haber puesto el 1, el 5 o
el 30 por ciento con el mismo fundamento económico, es decir, con ninguno.
El criterio del 3% del PIB como límite del déficit público se lo inventó
un funcionario francés, Guy Abeille, cuando su jefe le pidió alguna norma
para que el recién elegido presidente Mitterrand pudiera frenar las
demandas de más presupuesto que le hacían sus ministros. En unos minutos tuvo
que inventarse algo siendo plenamente consciente de que no había
ningún economista ni teoría económica alguna que proporcionaran algo
así.
Pero como tenía que ofrecer rápidamente
una solución a sus superiores se decidió por el 3%. Tal y como
reconoció el propio Abeille años después, el 1% o el 2% le parecía
demasiado poco mientras que “el tres es una figura sólida que tiene detrás de
él precedentes ilustres [...], un amplio eco en la memoria común: las tres
Gracias, la Trinidad, los tres días de la Resurrección, los tres órdenes de
la alquimia, la triada hegeliana, las tres edades de Augusto Compte, los tres
colores fundamentales, el acuerdo perfecto..., la lista es infinita…”.
Aunque pueda parecer mentira, esa y no otra es la teoría o
la ciencia económica que hay detrás del criterio del 3% del PIB que se
impone como límite del déficit público a las naciones europeas. Ninguna.
Un engaño que hasta el que fue presidente del Instituto Monetario Europeo,
Alexandre Lamfalussy, reconoció sin tapujos: “Los gobernadores son gente demasiado
honesta y que saben que los criterios son arbitrarios. Yo jamás habría
aceptado cifras de este género”. El criterio del 3% es una arbitrariedad,
una farsa, pero, además, algo completamente inútil para lo que aseguraban
que iba a servir, es decir, para reducir la deuda: cuando comenzó a
utilizarse como criterio de cumplimiento obligatorio para todos los países
la deuda era aproximadamente de un 55% del PIB, como media de los
países europeos, y ahora, como he señalado, supera el 90%.
La prueba de que se trata de una cifra
completamente arbitraria, que no se establece así porque sea mejor o peor para
la economía o para reducir la deuda, sino como recurso de los dirigentes
europeos para disciplinar y someter a los gobiernos y para anular su capacidad
de maniobra, es que se puede incluir o dejar de incluir dentro de ese
porcentaje lo que le venga en gana a quien lo impone. Si de verdad fuese
imprescindible que el déficit público no sobrepase el 3% del PIB daría
igual que fuese a causa del gasto militar o del gasto en educación porque
no hay ninguna razón que pueda justificar que el gasto militar sea inocuo
desde el punto de vista de la deuda que genere y cualquier otro no. Y si
no hay ningún problema para dejar fuera del cómputo del déficit el gasto
militar, con el exclusivo propósito de que los grandes grupos industriales
hagan negocio con el dinero de la gente ¿por qué no se deja fuera el
gasto social, que es imprescindible para evitar que millones de
personas vivan en la indigencia, pierdan su vivienda, carezcan de recursos
y formación o incluso mueran por falta de atención? ¿dónde está escrito
que la economía no se resienta si (al
margen de ese 3%) se incrementa el gasto militar y que, por el contrario,
sí sufra si aumenta el gasto social que se necesita para que la inmensa
mayoría de la población sobreviva y disponga de bienes y servicios
esenciales para su sustento diario? ¿qué
argumento económico justifica que se
pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar y no el gasto
necesario para salvar vidas humanaso el empleo y los ingresos de millones de
personas y empresas?
No se cansen: no hay respuesta para
esas preguntas. O, al menos, no hay respuesta económica, científica o
razonable. Se permite el gasto militar y no cualquier gasto social o
humanitario, o incluso de apoyo a la vida empresarial que crea riqueza
efectiva, porque el criterio del 3% solo busca amedrentar a los gobiernos y a
la ciudadanía para conseguir lo que efectivamente se viene logrando con él:
que los más ricos y poderosos lo sean cada vez más.
Decía hace unos días el presidente del
Banco Central Europeo, Mario Draghi, que la integración europea se había
debilitado en los últimos tiempos por los populismos. Una opinión que demuestra
que las autoridades europeas han perdido completamente el norte y que no
entienden el sentido de las cosas que están pasando y de las que se
encuentran ya a la vuelta de la esquina en Europa. Eso que llaman los
populismos no es lo que debilita la integración europea sino la
consecuencia de haber querido integrar a Europa a base de mentiras y de
políticas que constantemente han dado como resultado lo contrario de lo que se
decía que traerían consigo.
Cuando se ha hecho sufrir a millones de
personas y cuando han muerto miles a causa de los recortes, cuando se han
deteriorado los servicios públicos y no se han atendido las necesidades
básicas de la población porque, según se decía, había que cumplir a
rajatabla la norma del déficit, y de pronto se dice que no hay límite para
comprar armamento, carros de combate o minas, ¿tienen también culpa los
populismos del asco o de los negros fantasmas que comienzan de nuevo a
recorrer Europa?
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Juan Torres López. Catedrático de
Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.
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