29 julio, 2015
Siempre nos han dicho que la mejor escuela era el mundo, es decir, que como mejor se aprende es viajando y conociendo otras realidades. Pero, junto a ello, habría que decir que la percepción de la realidad no siempre es igual para todos, pues cada uno tenemos percepciones diferentes en función de nuestra cultura y nuestro contexto, el lugar en el que hemos crecido y nuestras vivencias y circunstancias personales.
Además, los ciudadanos de a pie, a veces, no entendemos la razón ni el origen de las causas de cómo viven los pueblos y por qué las cosas son como son en cada lugar del planeta.
Teniendo en cuenta todo ello, y aprovechando este tiempo de descanso para muchos de nosotros, quisiera compartirles mis vivencias de un viaje realizado durante casi dos semanas a Cuba, la Habana y Varadero. Además, me gustaría aclarar que lo visto, y aquí contado, son simplemente anécdotas de un viajero que trata de conocer la realidad y transcender la simple visita turística. Por ello, mi experiencia y el valor de lo narrado, seguro que puede ser muy diferente a lo experimentado por otras personas.
Para entender mejor mi experiencia, quisiera ofrecer algunos datos sencillos sobre la Cuba de estos momentos que, aunque muchos los conocerán, puede que en algún caso no sea así y son necesarios para entender mejor estas reflexiones; de ese modo, cada uno podrá sacar sus propias conclusiones. En ese sentido considero importante que se conozca que, actualmente, existen en Cuba dos monedas en uso: el peso cubano, usado por los nacionales para muchas de sus compras y el CUC, peso cubano convertible, el que más usamos los foráneos. Un dólar es igual a 1 CUC e igual a 24 pesos cubanos, aunque el dólar tiene una penalización en el cambio del 10%. Por ello se recomienda llevar euros como moneda para cambiar, ya que al extraer de los cajeros te cobran una comisión de 3 dólares por cada 100 CUC. Además, decir que los nacionales disponen de tiendas específicas en las que pueden comprar a muy buen precio, con pesos cubanos, los alimentos básicos según corresponde a cada miembro de la familia, siempre de acuerdo a loscupos oficialmente establecidos. Estos productos suelen ser muy asequibles para ellos, pero según la opinión de las personas con las que hablamos, parecen insuficientes para finalizar el mes. Por lo que, en esas circunstancias, tendrían que comprar en tiendas libres donde los productos son muy escasos y caros en general. Como ejemplo, un litro de aceite de oliva lo vimos en una tienda a un precio de 19 CUC, es decir, igual que un salario mensual de muchos cubanos, incluso superior al de muchos, entre ellos algunos maestros, según opinión de una guarda de seguridad, que nos dijo que había dejado su trabajo docente por ganar más en el nuevo puesto. Otra mujer, guía turística, con la que compartimos un día completo, y que demostró tener una buena preparación, hablando un muy buen inglés e italiano, nos decía que ella ganaba más en un día de generosa propina que lo que recibía mensualmente de salario.
En general, las personas con las que hablamos, coincidían en decir que quienes mejor viven son aquellos que tienen familiares en el exterior y que les envían dinero y aquellos trabajadores que realizan su tarea con turistas o puestos donde se reciben propinas. Quizás por esa razón no es difícil encontrarse titulados universitarios conduciendo taxis, por ejemplo, pues la remuneración, según nos comentan, es mayor que la conseguida en el ejercicio profesional.
También nos comentaron las dificultades que se suele tener para obtener la visa de salida del país. Nos contaba un matrimonio que lleva más de año y medio casados, ella es canadiense y el marido es cubano, que han presentado todo tipo de documentación acreditando tal situación, pero hasta la fecha, él no ha conseguido la visa para viajar fuera del país.
En cuanto a la educación que tanto reconocimiento tiene a nivel internacional, decir que nos quedamos con los deseos de visitar algún centro educativo, pero no fue posible, pues aunque lo intentamos se nos negó la entrada y solo se nos permitió tomar alguna foto de los exteriores, incluso aunque la escuela estaba sin alumnos por haber empezado por esos días las vacaciones estivales. Los cubanos y cubanas con los que hablamos sí conformaron la buena formación que reciben en general, pero que al finalizar sus estudios, deben contribuir al estado con dos años de ejercicio profesional, cobrando un salario en torno a unos 20 CUC mensuales, pues de lo contrario sus titulaciones no tendrían validez oficial.
Junto a ello, decir que los cubanos con los que hablamos fueron muy ambles y cordiales, respondiendo a cualquier información que se les solicitaba, aunque quizás también fuera por necesidad, según ellos mismos nos decían, pues en casi todos los casos, acabaron pidiéndonos alguna moneda para atender sus necesidades básicas. Podríamos citar por ejemplo un señor, según nos dijo, profesor de la Universidad de la Habana, que tuvo a bien explicarnos los diferentes espacios donde pudimos acceder de dicha institución, el cual también finalizó solicitándonos una ayuda para la leche de su hija pequeña, ya que, a partir de una determinada edad, nos manifestó, ya no les correspondía dicho cupo de alimentación. Con él paseamos por los jardines y patios de la universidad y las facultades que allí se albergan, entre ellas la de derecho, lugares donde Fidel Castro y otros dirigentes políticos hacían sus discursos a favor de la revolución. También visitamos la residencia donde Fidel vivió como estudiante, el cuarto donde se reunían para organizarse, el bar de la residencia de estudiantes, etc. Dimos un pequeño paseo por el barrio para observar las tiendas donde los cubanos adquieren sus alimentos y nos explicó el significado de los Comités de Defensa de la Revolución, y el importante papel que han jugado, no sólo para el control de la injerencia externa, sino sobre todo, para el control interno. Gracias a ello, nos decía que la seguridad en las calles es muy alta. Y cómo preguntamos en varias ocasiones y a varias personas, además de lo que nosotros mismos pudimos comprobar, todo ello nos confirmó el gran respeto que existe y la libertad que ofrece al viajero para andar por la ciudad, en concreto de la Habana, aunque, por las noches y en las zonas con poca luz y menos frecuentadas, sabemos todos que lo mejor es evitarlas, aquí y en cualquier ciudad del mundo.
No lejos de allí, visitamos un lugar que nos gustó mucho y que es verdaderamente interesante para conocer, es el denominado Callejón de Hammel, un espacio de cultura afrocubana digno de ser visitado. Aunque lamentablemente ese día no había demasiados visitantes y las personas que por allí están se te acercan para explicarte y contarte sobre el lugar, pero inmediatamente te piden una ayuda o que compres, por ejemplo, un CD de su música con unas 12 o 14 canciones por un precio de 5 CUC.
Visitar museos como el de la Revolución o el de Arte Contemporáneo es un verdadero placer, porque recogen la historia y el arte recientes del pueblo cubano.
Salir de la ciudad de la Habana nos dio otra perspectiva del país, autopistas de dos carriles pero con un firme irregular y en un deficiente estado de conservación, por las que llama la atención el bajo número de vehículos que circulan, sobre todo si las comparamos con otros lugares como España o simplemente con otros países de América Latina. Eso sí, existen abundantes controles de velocidad y policía, especialmente en la carretera que une la Habana con Varadero. Nos decía el conductor del minibús en el que íbamos, que había demasiados accidentes por conducir ebrios y que no está permitido consumir nada de alcohol para manejar, término usado frecuentemente por esta parte del mundo por “conducir”.
La falta de medios de comunicación para contrastar y conocer opiniones diferentes llama bastante la atención. Se pueden ver canales como la BBC de noticias y la televisión española internacional. Por su parte la televisión cubana, como suele suceder con las televisiones oficiales de todos los lugares, aunque en unos más que en otros, ofrece una información casi exclusiva de las bondades del régimen. Alguna televisión internacional como Telesur ofrece una información realmente sesgada de la realidad del mundo, seguramente igual que lo hacen algunas televisiones del mundo capitalista en su ámbito. En ella se aireaban con cierta frecuencia los problemas de los países europeos como la pobreza de España o la crisis griega, pero nada se decía sobre la situación de otros países como la propia Cuba, Venezuela o los problemas internos y de libertad de prensa que se están produciendo en Ecuador. En concreto, se pasó un reportaje de las protestas de los opositores de Ecuador y su violencia al manifestarse, en él se dio voz al presidente del país y, si no recuerdo mal, a una ministra, pero no pudimos oír a nadie de la oposición explicar sus razones. También pudimos ver un debate sobre la crisis Griega en el que se tomó como referencia exclusiva de España la tertulia del programa la “Tuerka”. Pero la gran diferencia que se aprecia, con relación a democracias consolidadas, es la falta de libertad para poder escuchar todas las voces. Por ejemplo, no vimos más periódicos que el Granma. Internet es otra herramienta que escasea, al menos hasta ahora. En los hoteles te piden 5 CUC por una hora de conexión a muy baja velocidad y que, según te advierten, con frecuencia tiene caídas de servicio.
Para no extendernos en muchos más detalles y anécdotas, queremos finalizar con algunas reflexiones generales sobre cómo las ideologías y los regímenes políticos se traducen en micropolíticas. En concreto queremos llamar la atención sobre el modo en el que viven las personas, la calidad y dignidad que se ofrecen a todos y cada uno de sus ciudadanos, el acceso a los servicios básicos y esenciales, la libertad para expresar sus ideas, el cumplimiento y el respeto a los derechos humanos, en definitiva los niveles de democratización de las estructuras y las instituciones sociales, políticas, etc.; pues no en vano las grandes cifras sobre economía de los países, a veces, dicen lo contrario a lo que realmente puede observarse en la vida de los ciudadanos a pie de calle. De modo aún más concreto me gustaría decir que no me gustan los rescates a los bancos, como ha sucedido en Europa, que rechazamos los desahucios que se han llevado a cabo en España, por la prepotencia y abuso de las entidades financieras sobre los ciudadanos, amparadas en muchos casos por la ley, incluso aceptando, que también en ese aspecto, puede haber algún caso de alguien que no hizo lo suficiente por remediar el problema estando en sus manos. Que nos repugnan las políticas neoliberales que privatizan servicios esenciales como la sanidad y la educación, pero que tampoco nos gusta ver a personas vivir en condiciones tan poco dignas como viven muchos cubanos y que, ellos mismos confiesan; como ejemplo citar lo que nos decía el conductor de un taxi, que frente a su casa vivían 10 personas en una habitación y que eso era normal. Tampoco nos gusta que, en nombre de la lucha por la liberación política de un pueblo, es decir la guerra de las FARC o el ELN colombianos, la necesidad y la explotación sin escrúpulos, se destruyan ecosistemas y naturaleza a un ritmo insostenible, como sucede en estos momentos en Colombia. En definitiva resultaría difícil inclinarse por un régimen político que respete todos los derechos esenciales del ser humano, pero es obvio que algunos lo hacen más que otros. Ojalá fuéramos capaces de desmontar toda la información interesada que se emite por los medios de comunicación, allí donde se produzca, o al menos disponer de la pluralidad de medios suficientes para conocer la realidad.
Por todas estas razones, considero que sólo nos queda viajar y conocer para aprender, y poner la esperanza en la educación crítica de todas y cada una de las personas, que proporcione, a todos sin excepción, los recursos y formación suficientes para alcanzar la autonomía que nos permita conducirnos por la vida de manera libre, ética y responsable, para construir una sociedad llena de valores como la paz, la solidaridad, la sostenibilidad y la justicia que permitan alcanzar un reparto equitativa de la riqueza y la construcción de un mundo más democrático, en el que también se respeten los derechos de la naturaleza y, así, podamos vivir todos en armonía con nosotros mismos, con los demás y con la propia naturaleza.
En lo particular, ojalá la nueva situación de Cuba y EEUU sea el inicio del fin del aislamiento y, por tanto, el de una nueva etapa, una nueva revolución que, basada en el respeto, lleve a mejorar la vida de todos los cubanos conservando todas sus esencias y su inmensa riqueza y diversidad cultural.
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