14 agosto, 2015
La rueda de prensa del ministro de Educación que se celebró ayer fue desoladora. Y no tanto por sus respuestas (esperables) como por las intervenciones de los medios. Ni una sola pregunta se acercó a las cuestiones esenciales de la LOMCE. Ninguna rozó los verdaderos motivos por los que la comunidad escolar -familias, alumnado, docentes- se ha rebelado contra la ley educativa más empobrecedora de la democracia.
Nadie preguntó por la marginación de las Humanidades ni de las Artes. Por la supresión de horas de materias como Plástica o Música. Por la transformación de la Filosofía en una disciplina casi anecdótica. Por el regreso de la Religión como materia evaluable a la altura de la Química o de la Historia. Por la supresión de los programas de Diversificación. Por la segregación que se impondrá entre el alumnado. Ni, mucho menos, por la esencia misma de la ley, cuyo objetivo -tal y como figura en su redacción- es buscar la productividad y no la formación integral de la persona. En definitiva, una reforma para conseguir operarios sumisos y no ciudadanos críticos.
Todo eso se omitió y las preguntas se centraron, cómo no, en la gran cortina de humo de esta reforma: las reválidas. Nada mejor para el Ministerio, que nos tenía preparada la venta un titular que sabía que los medios -con su habitual desinformación en materia educativa- comprarían enseguida. Así se dijo que se posponían las reválidas en Secundaria y Bachillerato, aunque se mantuvieran en Primaria. Hoy muchos titulares hablan de que “la fuerza autonómica” ha obligado a “suspender las reválidas”. Pues bien, no se ha suspendido nada:
- La única reválida que se había de aplicar este curso 2015-16 es la de 6º Primaria y, curiosamente, se mantiene. Entristece comprobar que a nadie parece importarle, con esa manía endémica -y que tanto nos debilita- de preocuparnos solo de los niveles superiores, olvidando cuánto nos jugamos en Infantil y Primaria, etapas esenciales en la formación de nuestro alumnado.
- Las reválidas de Secundaria no se suspenden, solo se retrasa la aprobación de su decreto. Como esas reválidas son en 2º y 4º ESO y este año la LOMCE solo entra en 1º y 3º, el aplazamiento no perjudica en nada al calendario de la ley ni a los planes del Gobierno, pero sí permite una cortina de humo estupenda para que creamos que existe un diálogo que, en realidad, no es tal. ¿Qué aporta aplazar algo que no iba a suceder este curso? Por supuesto, la inminencia de las elecciones generales no tiene nada que ver ni hay voluntad alguna de maquillaje electoral. En absoluto.
En definitiva, que todo sigue igual (de mal) y la ley se aplicará entre el desconcierto de docentes y familias, perdidos en un mar burocrático mal diseñado y peor ejecutado que, además, cuenta con la beligerancia de 12 de las 17 comunidades.
Un panorama, sin duda alguna, muy alentador.
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