sábado, 9 de julio de 2016

ODA A LA PATRIA

Jorge Luis Borges

Oda a la patria
Jorge L. Borges (1966)


Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
Que, alto en el alba de una plaza desierta,
Rige un corcel de bronce por el tiempo,

Ni los otros que miran desde el mármol,

Ni los que prodigaron su bélica ceniza

Por los campos de América

O dejaron un verso o una hazaña

O la memoria de una vida cabal

En el justo ejercicio de los días.

Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.
Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo
Cargado de batallas, de espadas y de éxodos
Y de la lenta población de regiones
Que lindan con la aurora y el ocaso,

Y de rostros que van envejeciendo
En los espejos que se empañan

Y de sufridas agonías anónimas

Que duran hasta el alba

Y de la telaraña de la lluvia

Sobre negros jardines.
La patria, amigos, es un acto perpetuo
Como el perpetuo mundo. (Si el Eterno
Espectador dejara de soñarnos

Un solo instante, nos fulminaría,
Blanco y brusco relámpago. Su olvido.)
Nadie es la patria, pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros

De ser lo que ignoraban, argentinos,

De ser lo que serían por el hecho

De haber jurado en esa vieja casa.

Somos el porvenir de esos varones,

La justificación de aquellos muertos;
Nuestro deber es la gloriosa carga

Que a nuestra sombra legan estas sombras
Que debemos salvar.

Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
Ese límpido fuego misterioso.

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