EL TEMA del terrorismo -cómo no, el yihadismo- es moneda
corriente en Europa. El último atentado hace apenas unas 48 horas en Niza ha
dado lugar a conclusiones que lo abordan en un nivel tan bajo que muestra la
incapacidad o el sometimiento –o ambas cosas- de los que tendrían que velar por
los valores ancestrales que encierra NUESTRO VIEJO Y CANSADO CONTINENTE.
Abundar en detalles sería
innecesario; no así en los conceptos de la más variada índole emitidos por
tertulianos que se sientan a divagar sus ignorancias con un ataque frontal al
islamismo.
Uno de los puntos que se abordan
respecto de las causas más profundas que
empujan a los terroristas a actuar –entre otras que me permito descartar porque
eluden lo esencial- está la educación.
En general no se hace alusión
en las cansinas tertulias a las causas de la responsabilidad que se le endilga al
hecho educativo sino genéricamente. Se destaca que Europa no vio con claridad
que a los millones de inmigrantes que la pueblan no se les prestó la debida
atención para integrarlos, vano intento porque desde su misma génesis no se contempló
su imposibilidad. La idea de integración
no responde a las necesidades del migrante; en parte porque no es posible
hacerlo a corto plazo –y me refiero a las últimas décadas cuando comenzaron los
movimientos migratorios; no basta con una generación para tales logros aunque sobren motivos en la mayoría de la población
española para repudiarlos: por ser sudacas, moros o europeos del este.
El Reino Unido jamás pensó
en un proceso de tal tenor porque siempre ha entendido que no es posible
integrar al “diferente”. Optó, en cambio, por ofrecer condiciones de “asimilación”:
un inmigrante asimilado goza de los derechos del nativo. Esto no significa que gocen de su
afecto. Para el nativo británico el inmigrante no existe; lo aceptan con
indiferencia y solo porque sirve a la comunidad en la que se ha instalado. La
asimilación no exige de una educación especial; es la misma que reciben los
niños y jóvenes británicos. Los que tienen
éxito en sus estudios o muestran capacidades superiores se incorporan a la
comunidad como profesionales; los que fracasan, por falta de capacidad pero no
por discriminación, asumen roles de servicios menores: taxistas, albañiles y
dependientes de tienda por ejemplo. Así, el asimilado vive su propia vida,
mantiene sus costumbres, nadie lo acosa y si bien su relación para con los
nativos es distante convive sin dificultad. Mi experiencia personal me dice que
es así. Durante mi estada en Londres hablé con inmigrantes que prestan el tipo de servicios “menores” a los que aludo
“ut supra”: un taxista colombiano, una empleada de tienda China y un albañil
musulmán fueron mis fuentes. Coincidieron todos ellos en que las diferencias
que tienen con los británicos son abismales, pero la convivencia no se ve
perturbada por ello. Viven su cultura sin ser molestados por los nativos por
los que no tienen especial aprecio pero reconocen como convivibles.
El descalabro que vive
Europa ha roto con una paz que bien podría haber sido duradera entre nativos y
migrantes. Llama la atención ver cómo en las tertulias se fundamente tanta inseguridad a partir de las ideologías de los los tertulianos
o de los medios para los que trabajan. Ninguno de ellos apela a un ideario que
facilite la puesta en común que contemple que se puede convivir cualquiera sea
la cultura a la que pertenecen los “intrusos”.
Un tal Maruhenda, director
del periódico LA RAZÓN, presenta un caso especialmente significativo, aunque es
de decirse que no lo es menos el de Inda, otro de la especie. Tienen en común
una mordacidad que no es afín con lo que el televidente espera a menos que se
trate de personas ideológicamente relacionadas con el discurso ríspido del PP. Se
puede ser mordaz pero no subestimar con
una ironía barata a quienes comparten un espacio que es de suponer debe mantener una línea sobria en el análisis
de la situación actual que no da muestras de solucionarse fácilmente. Está
claro que Inda es un periodista de barrio, atropellador, especulador y hasta
mentiroso –acaba de ser despedido de un programa de fútbol en el que
participaba- y que Maruhenda, con todo
que también lo es, de barrio, me refiero, sin embargo toca fibras que hacen
vibrar a mucha gente que ha devenido en adinerada a lo largo de los últimos 40
años y teme que se precipiten sus logros económicos, y a la derecha derechona
que quiere seguir sosteniendo a Rajoy porque no quiere correr el riesgo de que
aparezca otro pepero más lúcido que termine con sus arrebatos de “arriba España”
y sus añoranzas de un pasado que no tiene retorno: un inclemente autoritarismo
que ponga “orden”.
Los procesos de cambio llevan
tiempo especialmente en el ámbito de lo educativo: más tiempo del que
requerirían otras actividades. En España debería crearse la necesidad de que el
enfoque educativo contemple una actitud reflexiva que impulse a la disciplina
y al esfuerzo en el logro del conocimiento antes bien
que a la obediencia que impone
una forma de vida atada al sálvese quien
pueda, al egoísmo, que anula cualquier intento de forjar una puesta
en común, el encuentro con los demás, la tolerancia y el afán de compartir con
los más necesitados. No saben, no pueden, no entienden –acaso no quieran- que
hay que imponer una propuesta que
aliente preceptos de convivencia propios
de la naturaleza humana; esos que han caído en desuso, tal como lo demuestran
las atrocidades a las que Europa ha condenado a los cientos de miles de
refugiados.
No soy periodista, no
dependo de nadie, nadie me paga un sueldo y acaso por eso mismo me permito
decir sin condicionamiento alguno lo que mi libertad de conciencia me autoriza
y no aquélla que me impone la idea de que mi lbertad termina donde comienza la
de los demás; como ejemplo palpable valga
“la ley mordaza” que impuso el partido gobernante. De ahí que me permita
manifestar abiertamente que la educación antidiluviana que reciben nuestros
jóvenes es producto de un sistema regido por los verdaderos poderes que manejan
nuestra vida.
De más estaría decir lo que
significa educar si no fuera porque persiste la idea de tirar por la cabeza de
niños, adolecentes y ciudadanía en general información que es poco
significativa: resolver el binomio suma al cuadrado [(a+b)2] con la excusa de
que sirve para aprender a pensar o que Felipe II se casó 4 veces y que tenía
gota, pero omitiendo, claro, que los
Grimaldi, grandes prestamistas de entonces le financiaron la guerra de Flandes
y viven ahora del casino más fastuoso de Europa. Una “educación” que se limita
a informar
no da cabida ni a la integración ni a la asimilación del “diferente”. ¿Qué
puede interesar a un extraño a nuestra cultura quién era Felipe II, los
Grimaldi o el binomio suma si solo se suministran como información
prescindiendo de los valores que nos identifican con el “extraño” por ser
propios de nuestra naturaleza humana? ¿O a nuestros chicos y adultos
fanatizados por el fútbol o la diversión? ¿Es que acaso no estamos todos
potenciados para amar, para pensar, para luchar por la libertad o solo para
trivializar una vida corrosiva como la que sobrellevan 4 millones de españoles?
¿Por qué entonces no apelamos a lo actitudinal, a poner en marcha las potencias
que tenemos en común para desarrollar nuestra imaginación, nuestro espíritu
investigador, ese que le permite a un campesino analfabeto recrear sus recursos
técnicos a partir de sus propias experiencias aunque no sepa cuál es la capital
de Dinamarca ni dónde queda la Patagonia, y al empresario a ganar dinero sin expoliar
a sus trabajadores?
La respuesta es que el
sistema nos somete a la parálisis propia de un bloqueo que nos aletarga, que no
nos permite ser en los demás, ni estar en ellos para compartir un espacio
común. De tales carencias nacen los
enfrenamientos entre nosotros mismos, los españoles, y con los migrantes. Acaso
no sea suficiente mi propia experiencia pero mi apertura hacia los demás ha
recibido elogios, si así se puede llamar a lo que me dijo una vecina no bien
nos instalamos en Guadarrama hace 20 años. “No vas a tener problemas en España
porque no tienes el biotipo sudaca;
pareces europeo“.
En pocas palabras ¿cómo se
nos puede ocurrir hablar de integración –incluso de asimilación- si apenas
hemos aprendido a ponernos en común entre nosotros, si nuestra educación es
alienante, si los políticos, aún siendo inteligentes son ignorantes que se “la”
creen sin tener ideas creativas, si está todo patas arriba y no le interesa a
nadie más allá de rimbombantes declaraciones que llegado el momento carecen de
fundamento?
Eso es lo que hay.
Carlos A Trevisi, fundación
Emilia Mª Trevisi
Me he permitido abundar en
el tema de la educación apelando a la hemeroteca de la Fundación Emilia Mª
Trevisi. Os invito a que visitéi algunos artículos que hacen referencia a lo
expuesto “ut supra”
Adolescentes con depresión y
estrés Por: José A. Rodríguez
Desde el Altiplano del Lago
Titicaca: Experiencia educativa para enfrentar las exigencias de la aldea global,
Por: Julio Eduardo Torres Pallara (Desde Perú. Especial para
ARGENPRESS CULTURAL)
El
Quijote y la educación intercultural
Por: Jorge Zavaleta Alegre (Desde
Lima, Perú. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Por HÉCTOR ILLUECA Y ADORACIÓN
GUAMÁN
El profesor no puede limitarse a
transmitir conocimiento. Tiene que instruir sobre cómo encontrar o redistribuir
la información.
Los diferentes
Corto metraje con profundo sentido pedagógico que apela a las
capacidades que tenemos los seres humanos más allá de la aceptación
social que este mundo de la diversión juzga como "normal".
Transformar nuestras
potencias en actitudes.
Nacemos individuos: uno idéntico a todos
los demás de la especie, para ser personas: uno en nosotros mismos
distinto a todos los demás.
Novedades respecto de la
capacitación de docentes de institutos.
Fuera con el esmirriado Cursillo de
Capacitación Pedagógica (CAP)
No se pueden seguir
enseñando contenidos. Hay que abrir la puerta de la imaginación, de la
investigación. Hay que formar a los chicos para la creación, para que
desarrollen actitudes.
MARIO VARGAS LLOSA
(© Derechos mundiales de
prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2011. © Mario
Vargas Llosa, 2011.)
Nicholas Carr estudió
Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica
que fue en su juventud un voraz lector. Desde que lo atrapó el ordenador, así cuenta su
desdicha: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa
hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado
de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha
convertido en un esfuerzo".
Pegado
de <http://www.elpais.com/opinion/>
Pertenezco
a una generación “sándwich”. Mis padres nacieron con la radio de galena;
el mundo, a mi nacimiento, me obsequió con la radio de lámparas y un sistema
telefónico que dio comienzo al desempleo –eliminó a la telefonista que
preguntaba, indiferente, “¿Número?” cuando querías llamar a tu abuelo
para que te llevara con él a Mar del Plata; y a mis hijos, los más obsequiados,
les regaló todo lo que uno se pueda imaginar –y más- en un aparatito de
plástico que llevas en el bolsillo –yo también lo llevo, claro- y gracias al
cual te comunicas estés donde estuvieres [...]
Imaginación a la escuela:
TRABAJOS DE PROYECTO
Educación y futuro
Por: Álvaro Cuadra (especial
para ARGENPRESS.info)
Estados Unidos: Adiós a la
educación pública
Por: Alberto Ampuero (especial
para ARGENPRESS.info)
Fuera de lugar, Por Amador Fernández-Savater
“Como naúfragos a la deriva” Los lazos sociales que establecemos resultan cada vez más inestables, débiles y heterogéneos. Toda experiencia compartida se despliega hoy sobre un fondo de contingencia, fragilidad e incertidumbre. La hipótesis de la dispersión trata de hacer legible ese nuevo fondo de lo social.
La ignorancia domina en EE.UU.:
afecta a los ricos así como a los pobres, a los poderosos y a los carentes de
poder, a los famosos así como a los poco conocidos. Prevalece en las salas de
los directores ejecutivos de la nación, en el Congreso, en las fuerzas armadas,
e incluso en nuestras universidades. La ignorancia define a esta nación.
Cada lugar se corresponde con un momento de nuestra existencia. El lugar es
nuestro "aquí", con su carga de afectos, anécdotas, épica, usos y
costumbres; con sus senderos serranos; con su estación de ferrocarril, iglesia,
escuela y cementerio; con el tendero de la esquina, el borrachín; el policía;
el fútbol, la bicicleta, las luminarias de la calle principal; la plaza de
toros; las fiestas locales...
Sin embargo, ese "aquí", lo más probable, es que "mañana" ...
Sin embargo, ese "aquí", lo más probable, es que "mañana" ...
Elige cuál prefieres.
Terminemos con el enseñar.
Terminemos con el enseñar.
Educarse ya no es sólo tomar
conocimiento de datos que archivos mejores que el cerebro humano clasifican a
la perfección. Es manejar la información críticamente para elaborar estrategias
que favorezcan la toma de decisiones, que nos otorguen autonomía, que allanen
nuestro camino a la cooperación, a la solidaridad y a la participación. (“Las
personas aprendemos no porque se nos transmita, sino porque construimos nuestra
versión personal de la información. Si cambiamos la forma de educar a los
niños, es decir de enfrentarlos con la vida, quizá cambiaremos el mundo”, Rita
Levi - Montalcini, “Tiempos de cambios”).
Nadie va a descubrir aquello para lo que no está capacitado, aunque sí, todos
los seres humanos estamos en condiciones de apreciar la belleza, distinguir la
verdad y mil cosas más que no necesariamente exigen de nosotros ser artistas ni
filósofos. Yo no tengo el talento de Borges, pero lo entiendo. Esos valores
están al alcance de todos pues su aprehensión no sólo es inteligente sino
también emotiva. Piense en la Cueva de Altamira. Olvídese de sus artistas y
piense en el “público” que contemplaba las pinturas rupestres de la cueva. Yo
me los imagino toscos, llenos de pelos, sucios y olorosos, pero también
extasiados. (Ver Cultura y Civilización)
España
debe aspirar a un sistema educativo al que nada le sea ajeno; tiene que abarcar
todas las variables. A diferencia del actual que es rígido, impenetrable y al
que le es ajeno nada menos que la realidad, el nuevo tiene que ser
homeostático, en permanente equilibrio, abierto, amplio, crítico, dialógico...
50. Archivos analíticos de políticas
educativas.
Entrevista a Daniel Pennac por Octavi Martí.
Mal de
escuela podría ser un libro sobre la
enseñanza, los problemas de la enseñanza, un ensayo, pero no es eso porque
"estadísticamente todo se explica, personalmente todo se complica". Y
Pennac habla de él, del cancre Pennac y de los cancres que ha conocido cuando, luego, él pasó
a ser profesor. "No hay nada más emocionante que ver cómo un chaval
descubre que la memoria no es cuestión de acumulación".No le gusta hablar
de la crisis de la enseñanza. No se trata de negar los problemas pero sí de
evitar las generalizaciones. "Todo puede resumirse en esa frase mil veces
repetida que afirma que el alumno carece de bases sólidas. ¡Es lo mismo que
decir que la culpa no es mía! El profesor de primaria se queja de la guardería
y de que los padres no educan a los hijos, pero el de secundaria cree que el de
primaria no ha hecho bien su trabajo. Cuando aprueban por fin el bachillerato
siguen sin tener buenos cimientos y los catedráticos de universidad se quejan
de cómo les llegan los alumnos a las aulas. Los padres creen que la culpa es de
los profesores, éstos arremeten contra el ministerio, que se queja del Mayo del
68 o de lo que haga falta. ¡La culpa siempre es de los otros!
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