lunes, 30 de marzo de 2015

REPITAN CONMIGO: "PA, PE, PI, PO, PU"

Por Ana Lacorazza


Considero esencial resaltar el significado del término  "aprendizaje en la certeza de que coincidiremos en lo que estimo significa "aprender". Si así no fuera, holgaría cualquier conclusión.
El aprendizaje debe concebirse como un proceso de construcción personal en el que el sujeto que aprende  es el protagonista.
Cuando hablamos de "construcción" no hablamos de un albañil, hablamos de un arquitecto. Cuando hablamos de "protagonista" no hablamos de  un actor. Hablamos de un autor.   
El niño tiene necesidad de conocer todo aquello que le interesa, de aquello que es parte de su vida aquí y ahora. Su naturaleza dialógica lo empuja al encuentro, de allí que se interese por conocer el nombre de sus amigos; su naturaleza biológica lo empuja al conocimiento de aquello que le interesa. 
De ser así, y no lo dudamos,  no se puede concebir  un nivel infantil en el que los pequeños vocalizan y memorizan  "pa, pe, pi, po, pu."; "ma, me, mi,...etc". para luego combinar "ma" con "pa", "po" con "po"; "pu" con "ma".
¿Por qué limitarse al "pa, pe, pi..."  si su mejor amigo se llama Juan y quiere aprender a leer y escribir ese nombre? Por qué seguir trabajando con repeticiones de sílabas sin sentido, con memorizaciones descolgadas de su realidad? ¿Cómo vamos a empujarlos a que apilen ladrillos que inventó otro para que hagan una casa que diseñó otro? La albañilería es una técnica que exige precisión, cuidado, prolijidad y conocimiento. Ser albañil no está mal. Lo malo es conformarse, pudiéndose llegar  a ser  arquitecto.
El conocimiento no es una  copia de la realidad. Hemos sido concebidos para ver el mundo y vernos en el mundo, para trascender con actos creativos.   Debemos permitir a los niños realizar una tarea inteligente de elaboración de estrategias  personales que autoricen su apropiación de la lecto-escritura interactuando con el material, con el maestro,  con sus compañeros y con lo que él ya sabe.
¿Cómo llegar a ser un arquitecto del propio aprendizaje?
Debemos orientar a los niños para que aprendan  a elegir. El maestro tiene que asumir que están comenzando a desarrollar esa capacidad  y su tarea es la de favorecerla. A partir del momento en que el niño elige (y, consecuentemente descarta, como es inevitable) asume el protagonismo de su aprendizaje.  
¿Cómo  lograr ese protagonismo en la escuela?
Los distintos momentos que  organizan la dinámica cotidiana son propicios para interactuar con la lengua escrita: las actividades iniciales, cuando los niños escriben en la pizarra su propio nombre como  registro de su asistencia,  o de su condición de "secretarios"; en las actividades de conjunto, cuando se interpretan textos o anticipan contenidos a partir de imágenes de cuentos o envases, anuncios, etiquetas, etc.; cuando finaliza la jornada, momento en que  los chicos registran el préstamo de material bibliográfico o revistas para llevar a casa; a partir de experiencias directas : "vamos a conocer la carnicería del papá de Pedro"; a partir de la necesidad de organizar materiales  para un juegoproyecto ("juguemos al circo") ; a partir de situaciones problemáticas: "¿cómo podemos hacer que los papás se enteren que habrá vacunación en la escuela?";  a partir de propuestas circunstanciales que surjan del interés espontáneo de los niños  ("¿Qué nombre le pondremos a la mascota de la sala? ¿Y si votamos?").  
Es necesario crearle al niño situaciones en las que sienta la necesidad de escribir.  Hay que problematizarlo, cuestionarlo para que cree sus propias hipótesis y sea capaz de comprobarlas. Aquí la intervención del maestro debe ser la adecuada para impulsar al niño a la conclusión de que el resultado, la comprobación, debe ser escrita. "Mirad que bonita  es la tortuga que nos han regalado para que sea nuestra mascota. Yo de pequeña tuve una que se llamaba Pepita. Pero la nuestra no tiene nombre... ".
Ya está planteado el estímulo: "lástima es...". La hipótesis será el alboroto de 20 niños proponiendo  nombres, y, el resultado, cada niño escribiendo el nombre de su elección para elegirlo, democráticamente, mediante una votación. Los ladrillos serán defectuosos, el diseño imperfecto, pero los alumnos van camino de ser arquitectos: el proceso de aprendizaje no admite más que un albañil: el maestro.
El maestro debe salir de su refugio cómodo y seguro, desde donde controla todo;  re-educarse, aprendiendo de la naturaleza inocente, abierta, curiosa, sin prejuicios de sus alumnos, y actuar con la solvencia de sus capacidades, madurez y seriedad profesional. 
Alguno se preguntará para qué tanta historia, si al final los niños siempre terminan aprendiendo. La diferencia está en que con el "pa, pe, pi..." los niños pierden lo más valioso del proceso y acaso lo único importante: aprender a descubrir.

Los niños están preparados y te aguardan, maestro. 

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