lunes, 30 de marzo de 2015

NUESTRO PARTIDO POLÍTICO (VIII): ESCUELA PRIVADA VS. ESCUELA PÚBLICA

Por Carlos A. Trevisi

Hace por lo menos dos décadas que el mundo ha pegado un cambio. De  resultas,  hemos pasado de una sociedad de “clases” a una sociedad de “individuos”. Las instituciones que albergaba ese mundo, que va quedando irremediablemente atrás,  ya no cuentan en la medida en que solían hacerlo.

El “mercado” se ha apoderado de la familia, del estado, de los partidos políticos, de los hospitales,  de las escuelas, de los sindicatos, de la iglesia,  de las universidades... y maneja  estas instituciones según sus propias necesidades: familias sin hijos y sin abuelos, sindicatos sin obreros, estado sin escuelas, sin colegios, sin universidades, sin hospitales , sin ...

Ante tamaño atropello nos quedan dos caminos: o nos quedamos a la espera de que mágicamente el “mercado” se abuene,  o nos mandamos a participar de este nuevo mundo en el que van a tener que vivir nuestros hijos y nosotros, ya viejos.   

Esta reflexión surge a raíz del viejo apotegma “Una buena educación privada para quien pueda pagarla, y una pobre  educación pública para los demás”, o algo por el estilo.

La educación privada funciona desde el “mercado”, en el “mercado” y para el “mercado”. El mercado tiene control sobre ella sin dictarle ninguna norma. La gente que está de acuerdo con el ”mercado” ya sabe que sus hijos, para tener “éxito”,  tienen que saber inglés, tienen que manejar bien un ordenador y no pueden perder tiempo en fatigosas clases donde el que quiere no puede y el que no quiere puede todo: desde ir drogado a clase hasta insultar al profesor.

La educación pública funciona desde el estado, en el ámbito del estado y para la gente. Otra cosa muy distinta sería si funcionara desde el estado y para la gente, como de hecho sucede,  pero en el ámbito de la gente, desde la necesidad que tiene la comunidad de que sus miembros se asuman como personas. Y la razón es muy simple: los objetivos que se marca la escuela pública  nacen de los valores que elige  la sociedad, que derivan, básicamente de la igualdad de oportunidades.

La diferencia entre una escuela y la otra es que en la pública  toda la gente  es todo a la vez.  No es un tema de “mercado”: éste tiene ser un buen ejecutivo; este otro tiene  ser un buen técnico, aquél  tiene que ser  médico porque el “mercado” necesita ejecutivos, técnicos y médicos. En la escuela pública se tienen que formar ciudadanos con capacidad para optar, influir, decidir, participar en la decisión del todo.  

Si la escuela pública satisficiera todas estas necesidades, pues pocos irían a la privada.
Lo que nos cabe es abordar la escuela pública desde otra perspectiva; sacarla del estado y pasarla a la gente.

Y pasarla a la gente es involucrar  a todas las fuerzas vivas de la sociedad: Asociaciones de  Comerciantes y empresarios, de hosteleros,  de artesanos, de ecologistas; deportivas, de montañismo,... porque todas ellas tienen que ver con la gente.

En consecuencia, todos los ciudadanos tenemos que ocuparnos de lo que pasa con los maestros, con la enseñanza, con los planes de estudio; tenemos que estar dispuestos a empeñarnos y a comprometernos con el desarrollo de la educación, porque lo que no ha hecho el maestro, es decir sentar las bases esenciales del desarrollo educativo, ya no lo puede hacer la universidad, donde no se puede despertar al estudio y a la cultura a personas que no hayan sido previamente incitadas a esa búsqueda; porque la democracia se basa en que todo el mundo vota y en una sociedad en la que la gran mayoría son ignorantes, la influencia que tiene el peso de los ignorantes en la toma de decisiones es decisiva (y no nos referimos a los ignorantes  en cuanto quienes no saben cual es la capital de Bulgaria. Ese no es el problema. El problema es la ignorancia de quienes no saben expresar sus demandas sociales a otros, que no saben entender un texto sencillo, un discurso de una manera crítica, que no saben participar en una argumentación; porque la idea es  que el estudio nos capacite  para pensar; porque  hay que  aprender a aprender,  hay que aprender a desarrollar la capacidad por la cual uno busca, contrasta, discierne, descarta, elige, etc.


Desde GUADARRAMA EN MARCHA nos permitimos invitar a todos los que deseen participar de esta aventura del saber. 

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