Por Carlos A. Trevisi
Hace
por lo menos dos décadas que el mundo ha pegado un cambio. De resultas,
hemos pasado de una sociedad de “clases” a una sociedad de “individuos”.
Las instituciones que albergaba ese mundo, que va quedando irremediablemente
atrás, ya no cuentan en la medida en que
solían hacerlo.
El
“mercado” se ha apoderado de la familia, del estado, de los partidos políticos,
de los hospitales, de las escuelas, de
los sindicatos, de la iglesia, de las
universidades... y maneja estas
instituciones según sus propias necesidades: familias sin hijos y sin abuelos,
sindicatos sin obreros, estado sin escuelas, sin colegios, sin universidades,
sin hospitales , sin ...
Ante
tamaño atropello nos quedan dos caminos: o nos quedamos a la espera de que
mágicamente el “mercado” se abuene, o
nos mandamos a participar de este nuevo mundo en el que van a tener que vivir
nuestros hijos y nosotros, ya viejos.
Esta
reflexión surge a raíz del viejo apotegma “Una buena educación privada para
quien pueda pagarla, y una pobre
educación pública para los demás”, o algo por el estilo.
La educación privada
funciona desde el “mercado”, en el “mercado” y para el
“mercado”. El mercado tiene control sobre ella sin dictarle ninguna norma. La
gente que está de acuerdo con el ”mercado” ya sabe que sus hijos, para tener
“éxito”, tienen que saber inglés, tienen
que manejar bien un ordenador y no pueden perder tiempo en fatigosas clases
donde el que quiere no puede y el que no quiere puede todo: desde ir drogado a
clase hasta insultar al profesor.
La educación pública
funciona desde el estado, en
el ámbito del estado y para la gente.
Otra cosa muy distinta sería si funcionara desde
el estado y para la gente, como de
hecho sucede, pero en el ámbito de la gente, desde la necesidad que tiene la comunidad de
que sus miembros se asuman como personas. Y la razón es muy simple: los
objetivos que se marca la escuela pública
nacen de los valores que elige la
sociedad, que derivan, básicamente de la igualdad de oportunidades.
La diferencia entre una
escuela y la otra es que en la pública toda
la gente es todo a la vez. No es un tema de “mercado”: éste tiene ser un
buen ejecutivo; este otro tiene ser un
buen técnico, aquél tiene que ser médico porque el “mercado” necesita
ejecutivos, técnicos y médicos. En la
escuela pública se tienen que formar ciudadanos con capacidad para optar, influir, decidir, participar en la
decisión del todo.
Si la escuela pública
satisficiera todas estas necesidades, pues pocos irían a la privada.
Lo que nos cabe es
abordar la escuela pública desde otra perspectiva; sacarla del estado y pasarla a la
gente.
Y pasarla a la gente es
involucrar a todas las fuerzas vivas de
la sociedad: Asociaciones de
Comerciantes y empresarios, de hosteleros, de artesanos, de ecologistas; deportivas, de
montañismo,... porque todas ellas tienen
que ver con la gente.
En consecuencia, todos
los ciudadanos tenemos que ocuparnos de lo que pasa con los maestros, con la
enseñanza, con los planes de estudio; tenemos que estar dispuestos a empeñarnos
y a comprometernos con el desarrollo de la educación,
porque lo que no ha hecho el maestro, es decir sentar las bases esenciales
del desarrollo educativo, ya no lo puede hacer la universidad, donde no se
puede despertar al estudio y a la cultura a personas que no hayan sido
previamente incitadas a esa búsqueda; porque la democracia se basa en que todo el mundo vota y en
una sociedad en la que la gran mayoría son ignorantes, la influencia que tiene
el peso de los ignorantes en la toma de decisiones es decisiva (y no nos
referimos a los ignorantes en cuanto
quienes no saben cual es la capital de Bulgaria. Ese no es el problema. El
problema es la ignorancia de quienes no saben expresar sus demandas sociales a
otros, que no saben entender un texto sencillo, un discurso de una manera
crítica, que no saben participar en una argumentación; porque la idea es que el estudio nos capacite para pensar; porque hay que
aprender a aprender, hay que
aprender a desarrollar la capacidad por la cual uno busca, contrasta,
discierne, descarta, elige, etc.
Desde GUADARRAMA EN MARCHA nos permitimos invitar a todos los que deseen participar de esta aventura del
saber.
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