El nivel infantil cumple una importante
función social. Hoy día las cosas han cambiado y, lo que se entendía como mera
convivencia, se ha transformado en una necesidad abarcativa de otros
intereses: se aspira a que los los pequeños se apropien de los bienes
culturales de la sociedad.
Así, la escuela tiene la misión de centralizar la
acción educativa en la comprensión de esa realidad. Para ello, la escuela se
vale, como institución, de contenidos propios. Pero, ¿qué son
"contenidos"? El catalán César Coll señala en sus
"Cuadernos de pedagogía" que "...el término contenido designa
cualquier aspecto de la realidad susceptible de ser conocido (medios,
principios, conceptos, procedimientos, valores, actitudes y normas) y con
relación al cual el alumno puede construir significados más o menos ricos, más
o menos precisos según su mayor grado de complejidad" .
Otro pedagogo español, Gimeno sacristán, al
hablar de contenidos, nos dice:
"Comprenden todos los aprendizajes que
los alumnos deben alcanzar para progresar en las direcciones que marcan
los fines de la educación en una etapa de la escolarización, en cualquier área
o fuera de ella, para lo que es preciso estimular comportamientos, adquirir
valores, actitudes y habilidades de pensamiento, además de conocimientos".
De estas definiciones se desprenden tres grandes
campos: el de los conocimientos, el de las actitudes y habilidades y el de los
valores, campos estos a los que podríamos denominar como del
"saber", del "saber hacer" y de "saber
ser".
Los contenidos referidos al "saber"
que conforman los que llamaremos "contenidos conceptuales" son las
ideas, principios, conceptos, hechos, interacciones, secuencias. No debemos
confundir estos contenidos con "temas". Provienen de las distintas
áreas del conocimiento, actúan como ejes de las asignaturas y proporcionan la
información necesaria para poder asimilar, acomodar y adaptarse a la realidad.
Los correspondientes al "saber
hacer" incluyen las técnicas, habilidades y destrezas, las
estrategias, los procedimientos motrices y cognitivos, y se los llama
"contenidos procedimentales". Tampoco deben confundirse estos
con las estrategias didácticas utilizadas por los maestros, ni con las actividades
de los alumnos. Abarcan procesos superiores e interiores, como el aprender a
comparar, a discriminar, a observar , a decidir.
Por último, pero no por ello menos importantes, los
referidos al "saber ser", llamados actitudinales, que apuntan a las
normas, a los valores y a las actitudes y que coexisten junto a los conceptos y
procedimientos y que forman al individuo según una escala de valores.
Ni los contenidos procedimentales ni los
actitudinales son privativos de área alguna: se entrelazan, y
sostienen a cada una de ellas, estando presentes en cada proceso de
aprendizaje.
Los contenidos en la educación infantil deben
orientar la formación de competencias para su desenvolvimiento social en un
mundo nuevo y cambiante, a la par que cimiento de futuros aprendizajes
y procesos de construcción del conocimiento, que son la base
de la educación permanente.
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