La educación a la que debemos aspirar para ponernos en marcha
por Carlos A. Trevisi
Marco general
“Mañana”, desde el punto
de vista del “hombre en sociedad”, significa “ya”. Esto en sí mismo no
significaría gran cosa si no fuera que aún no nos hemos dado cuenta que en
apenas 15 o 20 años la “sociedad del conocimiento” se habrá hecho con nosotros y
nada de lo que aún rige tendrá para entonces vigencia: ni la estabilidad en los
empleos –sean públicos o privados; ni la edad de la jubilación: la vida laboral
se extenderá más allá de los 75 años –salud mediante; los mayores
-especialmente los más capacitados- se constituirán en una nueva fuerza del
trabajo: se los contratará como temporarios o consultores (sobre todo por la
merma de jóvenes); los inmigrantes serán codiciados en los países del primer
mundo… en fin, en la nueva “sociedad del conocimiento”, éste será el recurso y
los trabajadores que lo posean serán el grupo dominante. Sus características
principales serán:
No habrá fronteras.
El conocimiento, según hemos dicho, “viaja” más rápidamente que el dinero. Las
nuevas tecnologías de la información -uno de los tantos rasgos de la nueva
sociedad del conocimiento- autoriza su difusión instantánea y lo hace más
accesible a todo el mundo. No sólo lo será a los efectos de los negocios: las
instituciones educativas, desde centros de nivel infantil hasta universidades,
amén de hospitales, ONGs, y el mismo estado, podrán disfrutar de sus
ventajas. El “boom” se producirá en el ámbito de la ”tecnología del
conocimiento”: técnicos en computación, diseñadores de soft, analistas de
laboratorios clínicos, técnicos en manufacturas, etc. en los que se dará cita
el trabajo manual con un fuerte componente teorético que sólo se adquirirá en
la educación sistemática y no a través de la práctica. ¿Qué sería de España
y del mundo si todo ese potencial quedara en manos de unos pocos?
Existirá una gran movilidad social ascendente
Cualquiera accederá
fácilmente a una instrucción sistemática, que se impartirá en centros tal cual
hoy día. Estos soslayarán los aspectos puramente educativos: ofrecerá datos,
alta capacitación tecnológica para la búsqueda de la información y evaluará a
los cursantes con gran exigencia.
Imaginemos lo que sería España, el mundo, si no entendiéramos que “La
educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para
transformarlo”. ¿Dónde ascenderíamos?
La socialización
se llevará a cabo fuera del ámbito escolar: clubes deportivos, ateneos, centros
culturales…
Las posibilidades de éxito competirán con las de fracaso.
Nada estará garantizado: no todos podrán ganar. ¿Se imagina usted lo que sería
de sus hijos si les negáramos la oportunidad de salir a competir? Una condena de
por vida.
Será altamente competitiva
Para empresas, organizaciones y para las personas particulares por igual.
Políticamente se seguirá el modelo de un presidente ejecutivo al
servicio de esta nueva realidad, una manifiesta elusión del sistema democrático
-del que se mantendrán las formas- y un gran pragmatismo. Seguramente ya habrá
recapacitado acerca de esto que acaba de leer. Los valores esenciales caerán
definitivamente. Usted tendrá libertad para ir al cine, al teatro, pero a ver lo
que otros decidan que puede ver (y ni se dará cuenta).
Se optará por la seguridad en detrimento de la libertad.
Algo que ya hemos comenzado a padecer sin haberlo percibido siquiera.
Económicamente
se acentuará el modelo liberal y la concentración de capitales; los grandes
mercados (MERCOSUR, Nafta, Europa, etc.) desarrollarán mecanismos de
autodefensa proteccionista “contra” los de afuera; África quedará fuera del
circuito tal cual ha sido siempre, pese a las incursiones inversionistas de
China; América latina no contará hasta cuando comience a explotarse la
Antártida, que será hacia mediados del siglo XXI; China pasará de un estado
seudo capitalista a uno de capitalismo pleno aunque tendrá que esperar para
“codearse” con el Primer Mundo. Se afianzará en África y compartirá más de un
interés con Rusia. ¿Ha pensado usted que su hijo va a vivir, trabajar,
comerciar, de la mano de los chinos mucho antes de que los chinos asimilen
nuestra cultura o que nosotros asimilemos la suya? ¿O a su hijo dando por
sentado que el capitalismo no tiene nada que ver con la
democracia?
Los valores
que han movido al mundo occidental hasta nuestros días y que ya no se discuten
ni para bien ni para mal, caerán definitivamente. Habrá un interregno hasta
que se establezca una nueva escala.
Las nacionalidades
perderán importancia y paulalatinamente se desdibujarán en un marco de actividades que prescindirán totalmente de “lugar de origen”, que se
mantendrá, sin embargo, como refugio identitario de cada cultura.
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