Conciencias que propendan al encuentro
por Carlos A. Trevisi
Bush ha
reconocido que existían cárceles americanas en Euro-pa y que el trato de los
prisioneros excedía el marco de lo que es de esperar en materia de derechos
humanos. Ya ni siquiera se
disimula*. Mirando para atrás, está claro que esto es apenas un eslabón
más de una cadena que empezó con la mentira de las armas de destrucción
masiva, siguió con seguridad en detrimento de libertad, y, al día de hoy,
con la justificación de la tortura.
La verdad, en los términos que la hemos
presentado, es asumir nuestra conciencia poniéndola en acto como propia,
tratando de evitar que otras conciencias la usurpen, que la conveniencia la nuble, que la necesidad la postergue, que
la angustia la arrincone, que el egoísmo la desplace, que los demás la hos-tiguen.
¿Un eje?: el hombre. Discurrimos, sobre
todo, acerca de la necesidad de que ese hombre descubra que su derrotero no
puede ser otro que la búsqueda de la verdad.
Pero no debe ser un ejercicio intelectual. Se trata del hombre concreto: el que
maneja una PYME y se ha hecho con mucho dinero sin contemplaciones; el
maestro que no sabe, no puede, no quiere asumir el compromiso de formar a sus
alumnos; el carnicero que roba en el peso; el funcionario, que ha dejado de
“funcionar”; el médico que ha trastornado su relación con los pacientes
transformándose en un dispensador de medicinas; el político, que postergó el
placer de hacer política en su lucha por alcanzar el poder… En fin, el hombre
que ha perdido conciencia de ser para simplemente estar.
Nuestra tarea, ardua sin duda, nos obliga a la
denuncia. Pero no es una denuncia política, policial; es social. Es áspera, es
dura; castiga a los que optan por el ejercicio de un poder que cercena el
crecimiento, que coarta la libertad, que impone un pensamiento único, que
empuja al descreimiento, al hedonismo, y, a la vez, vigila, tiene el ojo avizor
sobre todos aquellos que han institucionalizado su amor asumiendo más la
institución que a sus destinatarios.
· Noviembre de
2010: Bush acaba de reconocer que fue impulsado a la guerra; que se sabía que
en Irak no había armas de destrucción masiva.
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