Carlos A. Trevisi
Encabeza este artículo una primera entrega del mes de enero de 2017
Se AMPLÍA con el mismo título en esta entrega (II)
· Rodrigo Terrasa
· @rterrasa
18/01/2017 00:44
A mis hijos Mapu, Carlos María y Mimi.
Los defensores de la epistocracia frente al sufragio universal están de moda tras el Brexit y el triunfo de Donald Trump. Creen que la mayoría de los votantes son unos ignorantes y que se debería realizar un examen para poder acudir a las urnas.
Ni las personas que desconocen quién fue Napoleón ni los gordos que siguen comiendo donuts deberían poder votar. Lo dice el segundo Iniesta más influyente en España, Robe, cantante y poeta de Extremoduro, y resume con voz nicotinada lo que otros pensadores han plasmado en refinados estudios de teoría política: «Lo malo de la democracia es que todo el mundo puede votar».
La solución a las inquietudes de Robe se llama epistocracia, remedio insinuado por Platón o John Stuart Mill hace siglos y perfeccionado por el filósofo y profesor en la Universidad de Georgetown Jason Brennan en su último libro, uno de los más polémicos del pasado año, Against Democracy (Contra la democracia), publicado entre dos coartadas: después del sí al Brexit y antes de que la victoria de Donald Trump invitase a más de uno a preguntarse si el sufragio universal no fue una absoluta temeridad.
La polémica teoría de Brennan parte de una premisa: «En general, los votantes son unos ignorantes». En su retrato de la sociedad están los hobbits, gente desinformada que debería abstenerse por responsabilidad; los hooligans, que siguen la información política con el sesgo de quien apoya a su equipo de fútbol; y los vulcanos, que estudian la política con objetividad científica, respetan las opiniones opuestas y ajustan cuidadosamente las suyas: «Cuando se trata de información política, algunas personas saben mucho, la mayoría de la gente no sabe nada y mucha gente sabe menos que nada».
El último barómetro del CIS confirma que a más de la mitad de los votantes españoles la política les interesa poco o nada. Un estudio publicado justo antes de las elecciones de diciembre de 2015 revelaba que el 40% de los españoles cree que votar es obligatorio, más de la mitad no sabe hacerlo en blanco y sólo tres de cada 10 electores acertarían el número de diputados que hay en el Congreso.
«El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio». Palabra de Winston Churchill.
Las democracias contienen un defecto esencial, sentencia Jason Brennan. Al extender el poder a todos los ciudadanos, han eliminado cualquier incentivo para que cada votante utilice su poder con criterio. El votante sabe que su decisión individual nunca resultará determinante y que tiene tantas posibilidades de cambiar un gobierno con su elección como de ganar la lotería. Así que, qué más da, por qué preocuparse.
La pega es que la suma de votantes sin criterio puede condenar al resto de la ciudadanía, de modo que elegir una papeleta u otra no debería ser como elegir entre patatas fritas o deluxe en la cola del McDonald's. «En nuestro sistema, un voto individual después de una cuidadosa deliberación produce los mismos resultados que votar lanzando una moneda al aire», censura Brennan.
«El derecho al voto te da poder sobre los demás». Lo que en la práctica, insiste el filósofo, deposita nuestro futuro en manos de electores irresponsables. Es como si dejáramos nuestra salud en manos de un cirujano que no ha estudiado Medicina, no conoce ningún medicamento y toma sus decisiones por capricho. Y encima, estamos obligados a seguir su tratamiento.
¿Se puede aplicar lo que Jason Brennan propone? Manuel Arias, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Málaga, cree que no. «Con el retorno de los populismos y decisiones populares como el Brexit, estas teorías críticas encuentran una nueva oportunidad para ser escuchadas. Pese a que sus propuestas son indeseables e impracticables, el argumento moral sí es sostenible: la necesidad de que el ciudadano se tome en serio un derecho que ha costado mucho universalizar; que se tome en serio a sí mismo».
"Si un fontanero, una peluquera o un conductor necesitan licencia, por qué no un votante"
Contaminación. Arias comparte con el autor de Contra la democracia la idea de que quien no se toma en serio el ejercicio del sufragio está «contaminando las urnas». Sin embargo, cree que su colega americano olvida que el voto tiene también «una dimensión expresiva o identitaria» y no puede reducirse sólo a información o conocimiento.
«La democracia no es un fin en sí mismo. No es un poema, tiene el valor que tiene un martillo», argumenta Brennan en sus textos. «Es sólo un instrumento útil para producir políticas justas y eficientes. Si podemos encontrar un martillo mejor, debemos usarlo».
Niega que su fórmula sea totalitaria o siquiera parecida a la tecnocracia porque no se trata de dar el poder a los mejores, sino de quitárselo a los peores. Y va soltando preguntas incómodas. Si un fontanero, una peluquera o un conductor necesitan licencia, por qué no un votante. Si no pueden votar los niños, por qué sí alguien que desconoce por completo las consecuencias de su voto.
Su polémico libro recopila varias fórmulas. Por un lado, el sufragio restringido. Es decir, que los ciudadanos puedan adquirir el derecho al voto si pasan un examen previo de conocimiento político básico. Por otro, el voto plural, que implica que cada ciudadano tenga un voto pero los más competentes puedan conseguir votos adicionales.
El filósofo norteamericano inventa además varios sistemas de control como un órgano epistocrático con derecho a vetar las leyes aprobadas o una especie de votación ponderada, que interpretaría los deseos del pueblo. «La epistocracia hace lo que el público informado querría y no lo que el público desinformado quiere».
Las dudas con este sistema son evidentes. ¿Quién decide qué es estar bien informado? ¿Quién elige a los que eligen? Como dijo el profesor de Filosofía David Estlund: «Puede que tengas razón, pero ¿quién te ha nombrado jefe?».
Para Francisco Javier Gil Martín, profesor de Filosofía en la Universidad de Oviedo, la solución de Brennan es «excesivamente paternalista» y parte de «una aversión a la democracia, un pavor a la multitud». «Él cree que vulnerar la igualdad es menos injusto que permitir malos gobiernos. Pero el asunto de fondo es cuáles son los criterios por los que una política es mala o con los que prohibir a alguien votar. ¿Por qué tiene el mismo derecho un aldeano que la persona más informada del mundo? Porque, como decía John Dewey, nadie sabe mejor que uno mismo dónde le aprietan los zapatos».
Jason Brennan se defiende: «No hay duda de que en el mundo real cualquier sistema epistocrático sufriría los fracasos y abusos del gobierno. Pero lo mismo ocurre con la democracia. Tanto un sistema como el otro serán imperfectos y defectuosos. La pregunta que debemos hacernos es qué sistema funcionaría mejor».
COMENTARIO de Carlos A. Trevisi
La democracia está acabada. El poder ya no radica en la gente sino en el capitalismo que maneja los medios de comunicación social y usa a los políticos como sus comisarios. El liberalismo de Adam Smith ha derivado hacia lo que ahora se denomina “neoliberalismo”.
Yo cambiaría el título; quitaría “los más preparados y pondría ¿“Estamos todos capacitados para votar”? Cuando leemos que solo “los más preparados”, y al tenor de lo que se dice más adelante ("Si un fontanero, una peluquera o un conductor necesitan licencia, por qué no un votante"), se confunde a los más preparados con los capacitados. Según se deduce los primeros serían los que tienen estudios y según entiendo yo, los segundos serían los que están más consustanciados con la realidad. El hombre consustanciado con la realidad no necesariamente tiene que saber quién es Hume, ni quién es Borges o Unamuno; es aquél que la ha penetrado, que habiéndola percibido ha seleccionado todo aquello que sirve a sus necesidades y a la comunidad en la que está inserto; que ha reflexionado acerca de que lo que ha elegido sirve a su proyecto de vida.
Para la mayoría de la gente no está claro lo que acabamos de afirmar, sobre todo lo del “proyecto de vida”. El tiempo ha ido distorsionando el sentido de lo que es ser culto y es en este desconocimiento donde surgen las dudas. ¿Se puede ser culto sin haber oído siquiera hablar de Hume o de Unamuno, y no serlo siendo universitario).
Veamos que significa esto, especialmente eso de “ser universitario y no ser culto”.
La cultura contemporánea mezcla las dimensiones de la formación, del conocimiento -que supuestamente son el fundamento de la responsabilidad y la lucidez del sujeto moderno- y de la distracción y el entretenimiento; esto no significa que llegue a todos.
Los cambios producidos en el mundo nos han postergado a todos. Ya no sabemos de proyectos, vivimos el día a día en un mundo que solo nos ofrece divertimento y distractores, que no contempla al hombre ni a sus circunstancias; que lo lleva de aquí para allá solo para ganarse el pan, un mundo que necesita que vivamos distraídos de la realidad. Estamos a la espera de que los medios nos impulsen al estrellato: todo vale, hasta haber perdido la intimidad. Regalamos nuestras vidas al ponerlas en manos de los piratas del oportunismo sólo porque no tenemos un proyecto propio que nos empuje a la realización de aspiraciones por las que sentirnos obligados. Hemos perdido la esperanza, nuestro “sindestino” nos ata a la ilusión.
La Ignorancia
La ignorancia desorienta la apreciación de la percepción porque sus argumentos no son válidos; la ignorancia no alcanza a ver; apenas si mira. Percibe que algo pasa pero es incapaz de la reflexión. Idiotizada por el medio, la gente, cuya incapacidad de discernimiento le impide distinguir lo importante de lo accesorio, se lanza a condenar a los demás sin conocimiento de causas.
Los medios han impulsado la opinión ligera y el derecho que nos asiste a expresarla. Nos han enseñado a “ver” diferencias, pero no semejanzas. Para discernir diferencias no hace falta reflexión. ¿Quién no distingue un perro de una mariposa? Pero ver las semejanzas entre ambos animales exige reflexión y conocimiento.
Lo mismo pasa con la vida: las relaciones entre los hombres difícilmente terminen en encuentro porque al toparnos con los “adentros” de los demás no somos capaces de compartirlos porque no vemos. ¿No conoce usted universitarios que tienen como objetivo tener antes que ser? ¿No le parece que su apetencia por el dinero, el lujo, el mostrarse, no difiere de la que tiene un simple jugador de fútbol que ni hablar sabe?
No era difícil, allá no tan lejos, sacar adelante un proyecto de vida. El mundo aún no acosaba a la gente y en satisfacción de sus necesidades se impartía una educación “pegada a la realidad”.
Percibir la realidad es incorporar una imagen incompleta, pero imagen al fin de lo que en verdad es.
Se “piensa” cuando asociamos esa realidad a otras realidades que también hemos pensado.
“Reflexionamos” cuando la asociación de realidades nos permite sacar conclusiones aplicables a nuestra capacidad de recrear permanentemente nuestro proyecto de vida. Así desarrollamos una estrategia que la integra con otras realidades de su misma categoría. Es entonces cuando penetramos el conocimiento y avanzamos por un camino cada vez más arborescente: la complejidad de una realidad inconmensurable que nos envuelve, que se apodera de nosotros y no nos abandona nunca más. ¿Responde la elección de Trump a estas premisas? ¿Y la permanencia en el poder de Rajoy? El camino que traza el mundo ha quedado en manos del egoísmo. ¿No se le ha ocurrido pensar que los 8 millones de votos que ha recibido Rajoy responden a la elaboración de proyectos de vida a los que ha empujado más que la preparación política una actitud personalista por salvarse de la que se avecina gozando el día a día?
La multiplicidad de variables que ofrece la realidad que vivimos se reduce, en la clase media, a conseguir un empleo permanente, a que los hijos puedan estudiar y a llegar a fin de mes. ¿A quién se le puede ocurrir que ante tamaña exigencia los votantes piensen en la importancia de asumir una vida que incursione por el conocimiento y una puesta en común? ¿Es que usted cree que la actitud de un universitario marcha por esa senda; que tiene una amplitud de criterio que le permite incursionar por la reflexión para elaborar un proyecto de vida? Pues, teniéndola ya estamos presenciando como se van del país en busca de un horizonte que no somos capaces de brindarles. Ni hablar de los desocupados o trabajadores temporarios ¿usted se imagina que para calmar sus angustias leen a Unamuno? Ni qué hablar de los que se montan un chiringuito –los llamados emprendedores que se llenan de dinero, cierran su emprendimiento y al poco tiempo crean otro que vuelven a cerrar y así año tras año. No quiero omitir a los empleados públicos que gozan de beneficios envidiables: vacaciones, sueldos que no están en consonancia con la realidad que impone el mundo y que nadie los toca porque representan millones de votos. ¿Le parece a usted que, visto lo visto, se puede decir que a una peluquera –el original habla de peluquerAs- o a un fontanero, habría que exigirles licencia para votar porque no tienen formación política? ¿A usted le parece que con esta situación asfixiante que vivimos haya alguien que pueda reflexionar acerca de lo que significa la democracia, los políticos, votar y demás?
Mandemos a los peluqueros y a los fontaneros a estudiar para que aprendan a votar: nada cambiará.
La democracia ha muerto porque se mandó terminar con los estado-nación para poder avanzar sobre la globalización y sus gentes quitándoles la capacidad de ser según sus propias circunstancias. No se les ha brindado
(Ver http://guadarramaenmarcha.blogspot.com.es/search?q=trilateral) la educación indispensable para incorporarse a la globalización. Los más listos van superando el tránsito a ese nuevo mundo pero los “peluqueros y los fontaneros” siguen aferrados a un mundo que ya no existe más. Y ahora molestan, porque han dejado de participar dado que la democracia es una parodia que consiste solo en ir a votar.
La globalización como escenario de la sociedad del conocimiento: (Enviado por Eva Bermejo)
- La globalización no es sólo la mundialización del capital financiero, industrial y comercial, sino también una nueva ideología, una nueva forma de entender la escuela y la cultura. El mundo se occidentaliza generando la enculturación de los niños y los jóvenes:
- I. Las nuevas tecnologías y su nuevo lenguaje. Debemos enseñar a manejarlas correctamente y no limitarnos a incorporarlas.
- II. La globalización no es algo destructivo: dentro de las actuales interconexiones la escuela se debe entender como un espacio intercultural.
- III. La globalización se interpreta de muchas maneras: como un proyecto liderado por grandes empresas transnacionales; como un proceso de homogeneización generado por la industria cultural de masas; como la interconexión mundial de los mercados; como una destrucción de las formas de solidaridad construidas en el pasado; que aniquilan las formas locales de existencia; surgimiento de un nuevo orden mundial; de unas nuevas relaciones sociales; como una revolución productiva establecida en el mundo de la microelectrónica; un cambio en el que las relaciones sociales capitalistas están fundadas en el capital constante, esto es, el conocimiento(tecnología y base científico técnica).
- IV. La globalización se produce a partir de la revolución científico- técnica posibilitada por grandes transformaciones (informática, microelectrónica, genética...).
- V. La materia prima de la globalización es el conocimiento. La revolución del conocimiento tiene como escenario la misma globalización.
- VI. La educación en este escenario es clave del progreso económico y cultural. Cualquier modelo anterior no servirá a la sociedad del conocimiento.
- VII. La globalización se caracteriza por la multiculturalidad: produciendo por un lado la disolución de la diversidad de las culturas nacionales, y por otro, el enriquecimiento de la propia cultura.
- ¿Cómo integrar lo global y lo local en el marco de la aldea global, la cultura global y la cultura local?. El riesgo se encuentra en que tal integración tienda a disolver lo propio.
- En la escuela esto se manifiesta desde la propia identidad, integrando adecuadamente lo lo global en lo local, porque facilita la identidad e integra la diversidad. El colegio se convierte en una cultura “glocal”. Las Reformas educativas deben no sólo cambiar los métodos y de contenidos, sino redefinir los conceptos tradicionales de educación, socialización, de currículum como selección cultural previa a la globalización, y de todos los procesos pedagógicos.
- En esta realidad la escuela debe tener identidad en su proyecto educativo desarrollando las herramientas para aprender (capacidades) y potenciando las mentes bien ordenadas, globales, sistémicas y sintéticas.
Comentario de Carlos A. Trevisi: el problema radica en que la enseñanza ha perdido contacto con la realidad. Acaso porque las cosas machan a una velocidad que no autoriza sino a “mirar” los cambios pero no a hacerse con ellos. La educación en España sigue siendo decimonónica; solo se transmiten más cantidad de datos que hace 100 años –no faltaba más- pero no cumple con lo impescindible para abordar el nuevo mundo: favorecer la imaginación, despertar inquietudes, estimular el descubrimiento, ponerse en común, ser tolerantes, abarcativos y qué no.
En otras palabras, la democracia es para países en los que acaso no se prodigue el amor entre la ciudadanía pero cuando llega el momento de tomar decisiones se aprecia una forma de vida sin exabruptos que los hace actuar como si se amaran, aunque en realidad lo que aman es el bien común. No despierta Winston Churchil un afecto especial en mi, solo respeto: cuando ante el eventual desastre que significaba Alemania para Gran Bretaña durante la Seunda Guera Mundial dijo “sangre, sudor y lágrimas”; primó el bien común y aceptaron el reto. Terminada la Guerra Churchil se presentó a elecciones y perdió; el pueblo le dio la espalda: ya había cumplido con lo suyo.
EL PENSADOR POLACO Zygmunt Bauman EXPLICA EN TÉRMINOS SIMPLES ALGUNOS DE LOS GRANDES PROBLEMAS A LOS QUE SE ENFRENTARÁN LAS PRÓXIMAS GENERACIONES
En una de las últimas entrevistas, concedida el año pasado a Al Jazeera, el pensador polaco Zygmunt Bauman reflexiona sobre lo que hay detrás de la crisis humana que estamos pasando. Basado en su libro Miedo líquido, en el que afirma que vivimos en un estado de constante ansiedad porque no tenemos manera de predecir qué será lo siguiente por explotar bajo nuestros pies conforme recorremos este campo minado que es la actualidad.
La libertad / la seguridad
Las certezas del siglo pasado, basadas en la confianza hacia las entidades, instituciones y personas, a su infalibilidad y la promesa de su permanencia, están por completo rotas. Siempre ha existido el riesgo pero nunca una sociedad se había visto obligada a vivir en estado de constante incertidumbre, incluso sobre las cosas más básicas. Nada está garantizado.
Bauman nos dice que la vida humana depende de dos condiciones: la libertad y la seguridad. Un equilibrio entre ambas es lo ideal. Seguridad sin libertad es esclavitud, así como libertad sin seguridad es caos. En nuestra era somos más libres que nuestros ancestros pero hemos tenido que pagar el precio con nuestra seguridad.
Ahora observamos lo que llamo el giro del péndulo. La gente vive molesta, perdida, incapaz de actuar con certeza, con seguridad. Además de otras cosas, significa [fenómenos] como Donald Trump que cumplen el sueño de colocar a hombres con coraje, decididos, poderosos y con ambición que afirman: dame el poder y tomaré responsabilidad por tu futuro. Eso es exactamente lo que dice Donald Trump.
El hombre poderoso
Los perfiles políticos que dominan en la actualidad las posiciones del poder nos acercan a vivir un régimen injusto e impositivo, intolerante y machista, garantiza que estamos a un paso de una dictadura en la que se intercambie nuestra libertad por un supuesto estado de seguridad.
La necesidad de un hombre poderoso, un poder fuerte, algo contra lo que nuestros abuelos lucharon, ellos tenían miedo del totalitarismo. La gente joven, como tú [a la entrevistadora], ha olvidado qué fue eso. Lo conocen por haberlo leído en libros pero no lo experimentaron. Yo lo viví, viví bajo dos sistemas totalitarios. Hay un crecimiento económico […] siempre hay personas que ganan con esto y personas que pierden con esto. El desmantelamiento de la red de seguridad se sintió particularmente fuerte para las personas en las escalas más bajas de la jerarquía social, gente viviendo en pobreza o cerca de ella […] en el precariado.
Las personas de la clase media, en aquel momento se sentían seguras de sí mismas pero vivían con miedo a que no durara, a que no pudieran mantener su posición social. Por tanto, tal fenómeno, cierta magia, un hombre muy poderoso que no está constreñido ni le preocupa la corrección política, que dice lo que sea que todos están pensando pero nadie se atreve a expresar en público. Quizá sea capaz de hacer algún milagro. Y por supuesto es una pérdida de tiempo tener esa clase de sueños pero bajo la situación presente es comprensible.
Las tragedias actuales
Uno de los discursos más reproducidos en la actualidad y desde hace 30 años es el que da vida y analiza lo acontecido durante la segunda guerra mundial. Hoy las tragedias se han multiplicado, en todos los rincones del mundo sucede algo oscuro, triste y lleno de miseria. Guerras van y vienen, la vida de millones de personas cambia de un momento para otro.
Mira lo que está pasando, en parte por nuestra gran, gran culpa, todo por nuestra tontas políticas, desestabilizamos e hicimos trizas las instituciones normales necesarias para llevar una vida relativamente regular, una rutina. Mira lo que pasó en el mundo árabe: Yemen, Siria, Libia, mira lo que está pasando ahora.
[...] Europa reacciona con tantos nervios cuando comienzan a tocar a sus puertas. Creo que hay una explicación psicológica para ello, estas personas ahora vienen como refugiados, no personas hambrientas sin pan o agua; personas que ayer estaban orgullosas de sus casas, de su posición social y muy a menudo, con excelente educación. Pero ahora son refugiados […] perdieron todo por lo que habían trabajado, todo lo que habían logrado durante sus vidas y vienen aquí para encontrarse con el precariado.
Tenemos pesadillas: tengo una posición social buena, me gustaría apegarme a ella […] pero qué si mañana me entero de que mi compañía ya no existe y mis servicios ya no son requeridos. Ya tenemos miedo. El precariado vive con ansiedad, con miedo. Esa es la más importante marca del precariado. [...]
Y suscribimos este miedo a que en algún lugar del ciberespacio, lejos del control del gobierno, sin mencionar de nuestro control, hay fuerzas a las que nombramos poderes globales. Pueden hacer lo que deseen e irrumpir en cualquier momento. “Si mi trabajo es amenazado se debe al proceso de globalización” hay algo de verdad en ello, no es tonto decir algo así. Creo que el shock es tan sólo el principio.
Estamos lejos de digerir esta nueva situación, de ajustarnos a ella. Las posibilidades de la hospitalidad no son ilimitadas, y tampoco lo es nuestra capacidad para soportar el rechazo y el sufrimiento. Debemos ejercitar eso que llamamos empatía, pero, y es un gran pero desafortunadamente, no hay atajos hacia la solución, no hay solución instantánea. El diálogo es un proceso largo que toma tiempo, quizá toda una generación o varias. Así que debemos prepararnos para los tiempos difíciles que vienen. […].
Multiculturalidad y redes sociales
Bauman no acepta el término multiculturalismo, le parece más pertinente hablar de entornos multiculturales en los que todos estamos envueltos.
Todos tenemos acceso a Facebook y Twitter, tenemos acceso a computadoras y dividimos en nuestra vida online y offline. En offline caminas por la calle, vas a tu taller o al lugar en el que trabajas y no puedes evitar encontrarte con extraños, estarán ahí esperando por ti. Debes desarrollar la habilidad de lidiar con su presencia.
[...] las investigaciones y estudios demuestran que la mayoría de sus usuarios no usan la red para aprender maneras alternativas de vivir, no buscan comprender estilos de vida diversos sino para quitarlos de en medio. Para crear para sí mismos lo que podemos llamar una zona de confort: si hay alguien pronunciando ideas que personalmente no te gustan simplemente remueves a esa persona de tu red.
Sólo te juntas con personas que aplauden cada palabra que dices. Es muy placentero pero muy peligroso porque olvidamos las habilidades, absolutamente necesarias en el mundo offline en estas situaciones multiculturales. Todos estamos atados juntos pero no hemos ni comenzado a desarrollar una conciencia cosmopolita, que significa pensar no sólo en términos de nuestra propia vecindad y ambiente sino comprender las conexiones globales que determinan las condiciones bajo las que vivimos.
Bauman sugiere el desarrollo de la plena conciencia de interdependencia en la que vivimos como especie a nivel global. Esta noción puede resultar retadora si se quiere poner en práctica.
Las divisiones entre personas y los conflictos entre ellos son tan viejos como la humanidad misma. Siempre hubo intercalación de los procesos de integración y separación. Pero por primera vez estamos en una situación bajo la que debemos comprometernos a dar el siguiente paso en el camino de la integración sin separación. La separación siempre fue el instrumento estratégico del esfuerzo por integrarse. Si quieres integrar a un grupo debes señalar hacia un enemigo, alguien extraño en contra de nosotros; necesitamos vigilar y defendernos.
El siguiente paso está en las personas que ya se encuentran en una situación cosmopolita, eso significa: toda la humanidad. No queda un enemigo por atacar para integrarnos. Es una situación nueva, sin antecedentes ni pruebas, sin practicar hasta ahora. Eso es lo que hace nuestro presente tan terrorífico por un lado y excitante, fascinante por el otro. […] Hay una maldición china que dice: Te deseo que vivas en tiempos interesantes. Esta maldición es bastante real ahora. Como dije, soy pesimista a corto plazo, es el comienzo de un camino amplio, pero optimista a largo plazo.
La felicidad
Bauman comparte una reflexión sobre la felicidad, necesaria y trascendente para nuestra época. Recuerda al poeta alemán Goethe, al que preguntaron si había tenido una vida feliz. Él respondió que había tenido una vida feliz pero no recordaba una sola semana que fuera feliz.
Eso está en contra de la filosofía moderna. Una advertencia para nosotros porque hemos sido llevados por el marketing, la publicidad, las siempre nuevas tentaciones, seducciones y modas a pensar en la felicidad como una serie ininterrumpida de placeres cada vez mejores. Lo que Goethe sugiere, un hombre muy sabio además de un gran poeta, es que la felicidad está en sobrellevar la infelicidad, los problemas. En uno de sus poemas dice que la peor pesadilla es una erie larguísima de días muy soleados.
Es decir, esa situación no produce felicidad sino aburrimiento, la falta de excitación, de propósito, de objetivos, de algo por lo que luchar. Lo que dijo Goethe es una advertencia para la gente joven: no piensen su vida como una interminable colección de regalos recogidos del ilimitado contenedor de objetos placenteros, piensen en su vida como una larga lucha, resuelves un problema y llega el siguiente y a menudo sus efectos secundarios son poco placenteros. Esto es lo que me hace un pesimista a corto plazo y un optimista a largo plazo.
Recientemente fallecido, no queda más que recordar y honrar al hombre a través de su obra.
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