“En las aulas de Harvard ninguna
pregunta se considera estúpida”
El
profesor José Manuel Martínez cree que el sistema educativo en España es
erróneo porque no fomenta el pensamiento crítico (DIRECTOR DEL REAL COLEGIO COMPLUTENSE EN HARVARD)
La
web de la Universidad de
Harvard describe al
profesor José Manuel Martínez (Madrid, 1971) con más de siete
ocupaciones distintas. Profesor, asesor o jefe de un grupo de investigación,
entre ellas. Como él mismo explica, en el sistema universitario de Estados Unidos,
y especialmente en los centros de élite, existe la obligación implícita de
desempeñar diferentes roles, de ser transversal y multidisciplinar. No basta
con ser experto en un solo campo. Esa es precisamente una de sus críticas al
sistema educativo español, que ofrece una formación “demasiado especializada”
que no prepara para asumir retos desconocidos. Además de su labor docente -imparte clases en el
departamento de Gobierno y en la facultad de Derecho-, Martínez es desde hace
cinco años el director del Real Colegio Complutense en Harvard, el único centro nternacional
afiliado a esta universidad. El objetivo de la institución, creada hace 26
años, es impedir que los españoles con talento se queden fuera de Harvard por falta
de recursos económicos. Para ello disponen de un presupuesto anual de cerca de
un millón de dólares para ayudar a estudiantes, doctorandos y profesores a
costear su estancia en esta universidad, la más antigua de Estados Unidos
fundada en 1636 y de la que han salido 47 premios Nobel, 47 Pulitzer y 32 jefes de estado de todo el mundo. Solo el 6,2 % de los
solicitantes consigue acceder.
Antes de llegar a Cambridge, donde se
encuentra el campus de Harvard, Martínez fue asesor de varios ministros de
Educación españoles en diferentes gobiernos socialistas y miembro del comité de
políticas educativas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE),
entre otros cargos ligados al ámbito educativo.
Respuesta. A
diferencia de lo que sucede en España, el acceso a la universidad en Estados
Unidos no se basa únicamente en el expediente académico, sino en una serie de
habilidades que el currículum español no contempla. El término que se usa es el
de well rounded personality, que viene a ser un perfil
multidisciplinar, alumnos que con 18 años han realizado voluntariados o incluso
fundado una ONG, que saben tocar un instrumento o que lideran una asociación
juvenil. Se espera que sean proactivos y participativos y el sistema educativo
español no potencia especialmente esas cualidades. Desde preescolar, en España
la educación es de hardware,
se basa en meter información al disco duro. Sabemos situar el mar Caspio o la
población de Guinea Ecuatorial, pero no aprendemos a identificar problemas y a
buscar soluciones. En Estados Unidos, la formación es más de software, centrada en la capacidad para desarrollar el
pensamiento crítico. Desde pequeños les enseñan a innovar.
P. Usted
ha sido profesor de Derecho Constitucional en la Universidad
Complutense durante
años. ¿Qué diferencias encuentra entre el alumnado?
R. El
nivel de atención que reciben los estudiantes de grado en Harvard es
equiparable al de los de doctorado en España. En ningún caso las clases superan
los 18 alumnos, exceptuando las clases magistrales en las que entran hasta 500.
Pero eso son casos excepcionales, como, por ejemplo, las que imparte el profesor de filosofía política Michael Sandel,
uno de los máximos gurús del momento. Una de las grandes ventajas es que los
estudiantes tienen a su disposición al docente, a un profesor asistente y a un
cuerpo de bibliotecarios que les buscan cualquier información que necesiten.
Desde que comienzan la escuela, les enseñan técnicas de argumentación y son muy
buenos armando discursos. No tienen miedo de levantar la mano delante de sus
compañeros porque aquí ninguna pregunta se considera estúpida. Están educados
para respetar las opiniones de los otros.
Solo el 6,2 % de los solicitantes consigue
acceder a Harvard
P. ¿Cuál
es su principal crítica al sistema universitario español?
R. La
formación universitaria está demasiado encasillada. Si uno se va al Nasdaq-el mercado de valores norteamericano-
comprueba que el 75% de las empresas no existían hace 10 años. Los empleos del futuro no están claros y por eso la especialización por sí
sola ya no sirve. Hacen falta perfiles muy transversales. En Harvard los estudiantes
no escogen especialización hasta el quinto año, cuando comienzan su máster.
Durante los primeros cuatro años siguen el llamado Liberal Arts, un programa académico en el que ellos
escogen las asignaturas que les interesan vinculadas con matemáticas, psicología,
física o derecho, entre otras. La idea es que tengan una formación básica en
todos los campos. En una politécnica española no oyes hablar de Kierkegaard.
En cambio, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) ofrece una formación técnica con
complementos humanísticos y tiene profesores como Noam Chomsky, considerado
el pensador contemporáneo más importante. Las habilidades para los nuevos
empleos no se aprenden en un máster y quien venda eso está mintiendo. El gran
valor del sistema público en España es la universalización de la educación
superior. Ahora hay que dar el salto a la excelencia.
P. Como
docente, ¿cuál es la gran ventaja que ofrece una universidad como Harvard?
R. Aquí
el que lo hace fatal se queda sin alumnos. La primera semana de clase se
celebra la shopping week (semana
de compras) en la que cada profesor cuenta en qué consiste su asignatura. Los
docentes pueden proponer cada curso nuevas materias o modificar el contenido.
Compiten por captar con una buena oferta a los alumnos; tienen que saber
venderse. El hecho de no conseguir estudiantes puede tener un impacto en su
continuidad en la universidad. La gran virtud de este sistema es la capacidad
de elección que tienen tanto alumnos como profesores. Los estudiantes escogen
las asignaturas que conforman su programa académico. Creo que empoderar a los
estudiantes y establecer esa presión sobre los profesores es positivo.
P. ¿Cree
que en España podría funcionar una fórmula similar?
R. El
sistema español prima mucho la investigación en la carrera académica y muy poco
la docencia. De hecho, la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de
Universidades (LOMLOU) establece que la investigación es el fundamento de la
buena docencia. Estamos presionando a los profesores para que tengan trienios
de investigación, cada vez con lógicas más dirigidas a entender la ciencia como
la suma de publicaciones en revistas de impacto. Es normal que el profesorado
dedique tiempo a lo que tiene incentivos. Los docentes que vienen de año
sabático a Harvard no se hacen listos e innovadores de repente, sino que entran
en un ecosistema que les excita y les facilita la vida. Aquí no hay límite de
recursos, disponemos de la mejor biblioteca universitaria del mundo con 114
departamentos. Solo hay que pensar en el curso ideal y otros se encargarán de
comprar lo que haga falta para ejecutarlo.
En Harvard los profesores que lo hacen fatal
se quedan sin alumnos.
P. ¿Qué
tipo de asesoramiento y ayuda ofrece a los estudiantes españoles el Real
Colegio Complutense?
R. En
los últimos 26 años, hemos concedido 1.500 becas de larga duración y 6.000 de
corta. Nuestra función es dar apoyo institucional a la candidatura y ayudar en
el proceso de admisión. Ahora mismo, de los 9.851 estudiantes e investigadores
que hay en Harvard, 213 son españoles. Cada curso académico
disponemos de cerca de un millón de dólares para ayudas que sale del
presupuesto de las universidades públicas que conforman el consorcio -Alcalá de
Henares, Politécnica de
Madrid, Rey Juan Carlos,
y las universidades de Valenciay Sevilla-.
Aunque los alumnos y el personal docente de estos centros tienen prioridad,
nuestra misión es ayudar a cualquier español con talento a entrar en Harvard y
costear la estancia. La media que destinamos a investigadores ronda los 40.000
euros por persona y la de estudiantes los 30.000. Hay casos es que hemos
cubierto hasta 80.000, depende de las necesidades económicas del candidato.
P. ¿Qué
consejo se le daría a un estudiante que quiere cursar un máster en Harvard?
R. Para
ser aceptado en alguno de los programas, es necesario contar con, al menos,
tres o cuatro años de experiencia profesional. No es una exigencia, pero se
puntúa. Es prácticamente imposible que te acepten en un máster nada más
terminar la carrera. Eso aquí no se entiende. Otro punto importante es que las
cartas de recomendación tienen que ser de alguien que te conozca de verdad, si
no, se descartan. A los centros de excelencia solo pueden venir los mejores por
una cuestión de escasez de recursos. Es la Champions de la universidad, no
basta con que te pongan en el terreno de juego. Tienes que jugar el partido.
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