Si bien el aluvión de información que cae sobre nosotros es significativo cuantitativamente, no lo es, sin embargo, desde el punto de vista del interés que puede despertarnos en satisfacción de estrategias que nos permitan encausar nuestras vidas por aquellas sendas por donde han ido "los pocos sabios" a los que alude el ilustre pensador español. Esa información hay que buscarla; no nos cae del cielo. Es la información que ajusta las circunstancias del mundo a un proyecto, a nuestro proyecto, sin desvirtuarlo; la que nos lleva a discernir más allá de la percepción (primer estadio a partir del cual reconocemos la realidad), es decir, a pensar, a procesar lo que nos llega de modo que "nos" sirva.
El borbollón que nos cerca alienta pocas expectativas. Por lo general, es tal la planicie en la que vivimos que ni siquiera llegamos a pensar; nos quedamos en la mera percepción. Es así como cobran vigencia hechos irrelevantes que se prodigan escandalosamente en los medios: periodistas de dudosa reputación profesional hurgando en la vida de seres irrelevantes o la prensa amarilla que nos pasa información no contrastada.
Es así como nos hemos embrutecido
Siendo que la naturaleza de la percepción es escueta y todo aquello que no "vemos" lo damos por no existente, descartamos todo lo que no encaja en nuestra realidad. Sucede a veces, sin embargo, que no hay más remedio que "reconocer" lo "desconocido", porque está ahí, porque la realidad lo muestra. Entonces, cuando es así, ante la imposibilidad de negarlo, lo condenamos por "diferente". ¿Quién no ha escuchado decir barbaridades de los inmigrantes, de los homosexuales, de los judíos o...? La naturaleza de la ignorancia es tal que no sólo autoriza una vida bestial plena, en el único sentido posible del aserto, sino que alienta la necedad más rampante: están ahí , pero que más da: no son como yo, como los míos.
Así, segregamos.
Cuando hablo con los jóvenes de la importancia de descubrir las semejanzas que existen entre las cosas, aquellas que las hacen partícipes de un todo enriquecedor, los invito a que indaguen reflexivamente, a que las penetren más allá de las diferencias que las identifican, a que se abrasen en la búsqueda de lo que verdaderamente las pone en común.
Así, agregaríamos, incorporaríamos.
Pero, ¿dónde se consigue esa información? ¿Cómo se motiva su búsqueda?
Es menester impulsar un proyecto de vida en todos aquellos que viven sumergidos en la intrascendencia de lo cotidiano y sometidos a la baratura de una información que no conduce a nada. Pero para eso es imprescindible despertar en el hombre un afán de conocimiento.
Nuestro proyecto se sustentará sobre la base de que el camino hacia la sabiduría es información devenida en conocimiento.
Así, creceríamos
Si el hombre sin proyecto es un ser despreciable porque en su intimidad sólo habitan la necedad y la ignorancia, un hombre con proyecto, pero sin conocimiento, es un ser peligroso.
Y los ha habido y los habrá: Videla, Pinochet, Hitler, Nixon, Perón, Franco, Bush, Berlusconi, Stroessner, Menem, Sadam Hussein...
(Véase Mujer, Sociedad, Racismo, Inmigración)
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