Por Carlos A. Trevisi
Las clases altas
-mejor decir ahora las oligarquías -los venidos a más con dinero- comienzan su
lucha contra los cambios con un mensaje que alcanza a medio mundo pero al
que poca gente le presta atención,
aunque coincida.
La idea de quitar el busto del Rey Juan Carlos en
la sala de plenos de la alcaldía de Barcelona es una majadería pero alienta a
los que piden un cambio a seguir adelante con sus
propuestas y a acentuar la rivalidad entre unos y otros en la certeza de que el
PP seguirá hablando de comunistas, rojos, populismo y
demás, mientras Podemos aligera la carga "populista" de sus propuestas
para conseguir más adeptos del "centro".
El desconcierto del
gobierno se acentúa cuando se tiene que enfrentar además con el PSOE, que se le
ha escapado de las manos inclinándose por las
propuestas del partido de Pablo Iglesias; no menor cuidado debe tener en sus
contactos y afinidades con Ciudadans cuyo
principal gestor, Albert Rivera, ha
demostrado gran habilidad en el manejo de las circunstancias con motivo de las elecciones del 24 de
mayo: se "junta" con cualquiera que favorezca su número de electores.
La desesperación del
gobierno por hacer llegar a la gente que la recuperación de España es evidente
y que cualquier cambio puede echar a perder todo
lo hecho hasta el momento choca con una realidad incontestable: 5 millones de
desocupados y 1 millón y medio de familias en las que
ningún miembro tiene trabajo tienen un gran poder electoral entre los
necesitados, aunque no menos entre aquellos que con un poco de
sensibilidad no pueden admitir graciosamente que estamos salvando a España,
como si España existiera al margen de los españoles.
Es evidente que la
UE no tiene en cuenta a Rajoy. Su incapacidad para comunicarse con los
españoles se manifiesta igualmente ante la UE
donde vive aislado por su desconocimiento del inglés; nadie lo tiene en cuanta en los
corrillos -que es donde se "amasan"
las Iniciativas y se
intercambian ideas; basta con ver las fotografías que se ofrecen a la prensa
para verlo sentado, solo, sin tener con quién hablar.
España y los
españoles necesitan jóvenes aguerridos, con formación universitaria, con
dominio de la lengua inglesa, que hayan caminado el mundo, que sepan luchar contra las
imposiciones de la Troyca. Esto traerá vientos huracanados, pero es ineludible.
En todas parte del mundo se registra un Cambio; ese cambio
debe sacar de la circulación a las viejas partidocracias para devolverle a la gente su capacidad de
participación.
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