En la
primera parte de “El sepulcro de D. Quijote”, leemos a D. Miguel de
Unamuno, a propósito de la necesidad imperiosa de poner en acto la vida:
“Me preguntas mi buen amigo, si sé la manera de
desencadenar un delirio, un vértigo, una locura cualquiera sobre estas pobres
muchedumbres ordenadas y tranquilas que nacen, comen, duermen, se
reproducen y mueren.
(…)
Esto es una miseria, una completa miseria. A nadie
le importa nada de nada. Y cuando alguna trata de agitar aisladamente este o
aquel problema, una u otra cuestión, se lo atribuyen a negocio, o a afán de
notoriedad y ansia de singularizarse.
(…)
Ante un acto de generosidad, de heroísmo, de
locura, a todos estos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les
ocurre otra cosa que preguntarse ¿Por qué lo hará?
(…)
Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia,
fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos ¿qué irá buscando en eso? ¿A
qué aspira?
¿Preguntó acaso nunca Sancho porqué hacia Don
Quijote las cosas que hacía?
(…)
Alguna vez cuando expongo algún proyecto, algo que
me parece debía hacerse, no falta quien me pregunte ¿Y después? Al “después” no
cabe sino dar un rebote con un ¿Y ”antes”?
(…)
¿Qué locura colectiva podríamos imbuir en estas
pobres muchedumbres? ¿No crees que se podría intentar alguna nueva cruzada?
Pues sí. Yo creo que se puede intentar la Santa Cruzada de ir
a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas,
barberos, duques y canónicos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la Santa Cruzada de ir
a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los Hidalgos de la razón.
(.…)
A ESTAS RAZONES HAY QUE CONTESTAR CON INSULTOS, CON
PEDRADAS, CON GRITOS DE PASIÓN, CON BOTES DE LANZA. NO HAY QUE RAZONAR CON
ELLOS. SI TRATAS DE RAZONAR, FRENTE A SUS RAZONES ESTÁS PERDIDO.
(…)
Y tú y yo estamos de acuerdo en que hace falta
llevar a nuestro pueblo español una locura cualquiera, pero una locura de
verdad y no de mentirijillas; loco y no tonto.
(…)
En marcha pues. Y ten en cuenta que no se te
metan en el sagrado escuadrón de los cruzados bachilleres, barberos,
curas, canónicos o duques disfrazados de San-chos.
(…)
Poneos en marcha. ¿Qué a dónde vais? La
estrella os lo dirá: al sepulcro de Don Quijote. ¿Qué vamos a hacer en el
camino mientras marchamos? LUCHAR,
LUCHAR y ¿cómo? ¿TROPEZÁIS CON UNO QUE MIENTE?, gritarle a la cara
¡MENTIRA! Y ¡adelante!; ¿TROPEZÁIS CON UNO QUE ROBA?, gritarle ¡LADRÓN! Y
¡adelante!; ¿TROPE-ZÁIS CON UNO QUE DICE TONTERÍAS?, gritarle ¡ESTÚPIDO! Y adelante.
¡ADELANTE SIEMPRE!
(…)
Mira, amigo, si quieres cumplir tu misión y servir a
tu patria ES PRECISO QUE TE HAGAS ODIOSO A LOS MU-CHACHOS SENSIBLES, QUE
TUS PALABRAS SEAN ESTRIDENTES Y AGRIAS A SUS OÍDOS
(…)
Y si alguno te viniera diciendo que él sabe tender
puentes, ¡FUERA CON ÉL! Los ríos se cruzarán vadeándolos, o a nado,
AUNQUE SE AHOGUE LA
MITAD DE LOS CRUZADOS
(…)
Los esclavizadotes saben bien que mientras
está el esclavo cantando a la libertad se consuela de su esclavitud y no piensa
en romper sus cadenas.
(…)
Estás solo, mucho más solo de lo que te figuras, y
aún así no estás sino camino de la absoluta, de la completa, de la verdadera
soledad, que consiste en no estar ni aún con uno mismo.
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