La crisis de la socialdemocracia
Carlos Berzosa –
Consejo Científico de ATTAC España
La grave crisis por la que atraviesa el PSOE hay que englobarla en un problema
más amplio que afecta a la falta de proyecto de la socialdemocracia europea. No
obstante, cada país tiene sus propias particularidades, lo que se concreta en
que no en todas partes se ha producido el derrumbe electoral que se está dando
en España. Es más, en algunos países, como ha sido el caso de las últimas
elecciones europeas, los partidos socialistas han ganado. Se han vivido en las
últimas décadas derrumbes electorales, como se ha dado en el partido socialista
francés, y cuando muchos analistas extendían el certificado de defunción ha
revivido de sus cenizas, llegando a ganar elecciones al parlamento y a la
presidencia de la República.
La
socialdemocracia resiste, a pesar de todo, por una serie de circunstancias
históricas y por el desengaño que parte del electorado se lleva con la derecha
cuando gobierna. Pero esto no debe hacernos olvidar que se atraviesa por una
crisis de identidad bastante profunda. Un estudio muy interesante es el que
realiza Amit Bhaduri en el artículo “la política económica de la
socialdemocracia” recogido en su libro Repensar la economía política (Manantial,
Buenos Aires, 2011). No se pretende aquí repetir sus argumentos que son bastante
convincentes, y a cuya lectura remito al lector interesado, sino dar mis
opiniones al respecto en algunos supuestos coincidentes.
El
progreso que se ha producido en los países europeos en términos económicos,
políticos y sociales, ha sido posible gracias a la acción de las fuerzas de la
izquierda políticas y sindicales, que bien desde el gobierno o desde la
oposición y lucha sindical han servido de contrapeso al capital. El avance del
Estado del bienestar no se explica sin estas fuerzas motrices. El pensamiento de
la socialdemocracia ha evolucionado desde posturas más radicales hasta
posiciones más moderadas como consecuencia de la mejora económica de las clases
trabajadoras y la práctica eliminación de las privaciones sufridas por los
asalariados en el pasado.
Las
mejoras económicas y sociales, así como la disminución de la desigualdad en
rentas y oportunidades desde los años cuarenta hasta la década de los setenta
del pasado siglo, contribuyeron al éxito de las determinadas proposiciones de la
izquierda pero a su vez socavaban sus propias bases electorales. Los cambios
sufridos por la economía mundial y que afectaron a la de cada país también
contribuyó a ello. La tradicional clase obrera industrial, base de la
socialdemocracia, tiende a disminuir en términos porcentuales sobre el total de
la población activa y crecen los asalariados del sector servicios, que es muy
heterogéneo.
La
socialdemocracia ha sido capaz de defender un programa reformista que ha
resultado atractivo para las clases medias. Pero progresivamente va cediendo
parte del programa que constituyen sus señas de identidad. La conversión de
bastantes socialdemócratas al fundamentalismo de mercado y a la política
económica de estabilidad contribuyó a ello. La ortodoxia en la práctica
económica se impone y apenas hay matices entre los programas de los
conservadores y los socialistas. Este consenso se observa muy bien en las
acciones tomadas en la Unión Europea. Apenas hay diferencias entre unos y otros.
Las diferencias se encuentran más en el plano de los derechos civiles, que son
muy importantes, que en la política económica que se preconiza.
Los
partidos socialistas se han dejado llevar por las ideas económicas dominantes y
no han sido capaces de dar respuestas a los desafíos de las sociedades
avanzadas. El desarrollo económico, junto con las políticas sociales, ha dejado
para la historia muchas privaciones que eran denunciadas por la izquierda y los
sindicatos. Pero, si bien resulta evidente que los problemas que se padecen hoy
en día no son los que se sufrieron en el pasado y padecen gran parte de los
países que no han alcanzado los niveles de desarrollo humano de los más
avanzados, esto no quiere decir que no surjan otra serie de problemas. Así, la
socialdemocracia ha ido a la zaga de movimientos sociales como los ecologistas,
feministas, ATTAC, y Diferentes ONGs. La exclusión social no ha desaparecido de
las sociedades desarrolladas, como se ha podido apreciar en los conflictos
sociales producidos en París, Londres y Estocolmo y que han sido protagonizados
por jóvenes de la periferia y los suburbios.
En
España, además de esto, no ha tenido capacidad de reacción ante los desahucios.
No se han sabido hacer políticas de integración hacia los emigrantes y
refugiados. La desigualdad crece y la pobreza también. Los datos sobre los niños
malnutridos son escandalosos en un país que se encuentra entre los ricos en las
diferentes clasificaciones internacionales. Hace falta un proyecto político que
tenga en cuenta tantas carencias como las que se están dando, al mismo tiempo
que hay que avanzar en los derechos de ciudadanía.
Hay
análisis y propuestas realizadas por pensadores y economistas que pueden servir
para elaborar un proyecto político que ponga coto al capitalismo financiero y a
la concentración de riqueza, que está resultando realmente escandalosa. Los
aspirantes a regir los destinos del PSOE deben leer más, o por lo menos sus
asesores. Es bueno que se encuentren al frente dirigentes capaces de transmitir
el programa y ejercer una labor de liderazgo, pero sin ideas no se va muy lejos.
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