martes, 21 de abril de 2015

UNA BALLESTA Y UN NIÑO

Por Carlos A. Trevisi

Acaba de tener lugar un hecho que conmueve: un chico de 13 años entró al instituto donde cursaba sus estudios  y disparó contra un profesor matándolo; hirió a otras tres o cuatro personas y finalmente, ante la intervención de un PROFESORAZO se entregó entre lágrimas y lamentos por lo sucedido.

Ante tales circunstancias valen varias preguntas.

¿Cómo no se dieron cuenta las autoridades el instituto que anidaba en este chico un malestar tan grave?

¿Ningún profesor se dio cuenta de lo que escondía su cabecita y su corazón? ¿Tampoco la dirección? ¿El único que se dio cuenta fue el que acudió en su ayuda? Vi a este profesaor por televisión. Pocas veces me he topado con un docente que tenga tan claro lo que es un adolescente y que además actúa en consecuencia ante un hecho como el presente. 

Los compañeros del niño no tuvieron ningún reparo en declarar ante las cámaras de televisión los comentarios  que hacía el chico respecto de  que pretendía matar a algunos profesores y varios compañeros suyos. ¿Por qué no hubo un solo profesor, como no sea el que demostró ser un verdadero docente, que hiciera comentario alguno ante las autoridades del colegio? ¿Es que se sentían culpables de no haber prestado la debida atención a la criatura? ¿Es que no tenían nada que decir?

¿Qué conexión había entre el colegio y los padres de la criatura? ¿Se comunicaban, participaban, nunca hicieron ningún comentario acerca de lo que era y hacía el chico?

¿Qué se sabía en el instituto acerca de la familia? Por ejemplo cuántos hermanos tenía, a qué se dedicaban los padres, cuál era la relación que mantenían con el hijo, si conversaban con él, si no habían notado algo extraño en su conducta, si tenía amigos, si era un solitario, hasta dónde controlaban su afán por las armas...

¿A ningún profesor  se le ocurrió que el chico necesitaba atención, que por otra parte la brinda el mismo instituto a través del servicio correspondiente, como para detectar su problema?

¿Los profesores se han detenido alguna vez a distinguir entre COMPORTAMIENTO Y CONDUCTA? ¿Qué denuncian habitualmente en casos de indisciplina? 

¿Había recibido el director de estudios alguna información acerca de la personalidad del chico? ¿De qué hablaba el director de estudios en las reuniones que celebraba con los docentes? ¿Acaso de los programas de estudio, de los téminos de tiempo para cumplimentar algunos requisitos que impone la Subdirección de Educación del distrito? ¿Que entiende el Director de estudios por "orden" en el aula? ¿Visitaba las clases habitualmente? ¿Participaba en las visitas que hacía o simplemetne iba a investigar a los profesores?

Y la Directora, ¿Visitaba las aulas? ¿Conocía los nombres de los alumnos conflictivos? ¿Hablaba con los alumnos? ¿Los invitaba a su despacho para charlar con ellos? ¿Citaba a los padres para averiguar acerca de la vida de los chicos?

Al margen de estas consideraciones, que el periodismo no tuvo en cuenta, una vez más se desplazó el eje del problema a los programas de televisión, a sus telediarios, a la acritud de un mundo que se caracteriza por las violencia, al abandono que padecen los niños y a mil cosas más que aparecen a cada momento cuando encendemos el televisor. 

Si esas fueran las causas del desasosiego de los jóvenes -que lo son, claro, cómo no- tendríamos que tener a miles de chicos sicopáticos matando a la gente por las calles. Pero con todo que los hay,  no matan a nadie.  Es  nuestro deber como padres y docentes ver a los chicos, no solo mirarlos. Así, descubriríamos ciertas  actitudes en algunos jóvenes que muestran un desasosiego especial que los impulsa a cometer tremendas propelías. 

Mis 50 años como docente me han enseñado muchas cosas. Pero las más significativas son aquellas en las que actué en previsión de males mayores. Y no me ha  ido mal. 
Nunca vendí mi alma al diablo. Cometí muchos errores, por supuesto, pero pocas veces en la relación que mantenía con mis alumnos. Es el día de hoy que más de cien exalumnos algunos de más de sesenta años de edad me escriben al face agradeciéndome todo lo que hice por ellos. Por supuesto que estas cosas que he hecho tienen un precio: me echaron de 13 colegios donde ejercía como profesor y no por malo sino porque comprometía a los cuidapuestos. En dos me sumariaron. 

SI  HAY ALGÚN DOCENTE O ALGÚN PADRE AL QUE NO LE GUSTA ESTO QUE ESTÁ LEYENDO LO SIENTO. ES LO QUE HAY. Y ASÍ NO PUEDE SEGUIR. 






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