domingo, 19 de abril de 2015

EL FÚTBOL


por Carlos A. Trevisi

El fútbol “prende” en cualquier lugar del mundo por sus características únicas: es un juego de equipo en el que participan 11 deportistas que tan pronto se abrazan con efusión por la marcación de un gol como se demudan en cuanto el equipo contrario vence su valla.  Se pasa  de la alegría a la tristeza, de la euforia a la  pesadumbre manteniendo en tensión permanente al espectador a lo largo de los 90 minutos que dura el partido.

El fútbol comenzó a  llamarme cuando apareció en escena Guardiola. Hasta ese momento y pese a haberlo jugado cuando era estudiante, nunca le había prestado gran atención.

Con Guardiola descubrí algunas vertientes que iban más allá del juego y de las pasiones irracionales que despierta en miles y miles de aficionados, algo que sin duda me había mantenido indiferente.
Guardiola busca el triunfo en el campo. 
No apela a ninguna espectacularidad ajena al juego. Su equipo juega siempre igual, con armonía, con una solvencia que no varía, vaya ganando o perdiendo; sin violencia, con tesón; logra que sus jugadores vivan el juego con alegría dibujando jugadas insólitas que apuntan al gol pero que de no darse no arroja disgusto por el fracaso (acaso resignación), ni gestos de rabia, ni amargura. Gestiona su trabajo de tal manera que sus hombres no se alteran. Saben que tarde o temprano  vendrá el gol que les dará el triunfo; es todo cuestión de insistir hasta que llegue.

Guardiola no necesita ser mordaz. Ni despellejar a los árbitros, ni a los que organizan los torneos, ni a los dirigentes, ni apelar a críticas soeces, ni gesticular, ni meterle el dedo en el ojo a nadie. Es un hombre que desde un deporte nos envía el mensaje de que en el mundo existen posibilidades de éxito sin ejercer violencia, sin vituperar al oponente. En pocas palabras, que basta con la confianza en uno mismo, una estricta voluntad y convicción por lo que se hace.

Su postura ante el juego no puede ser distinta de la que con toda seguridad alienta su propia vida. Se retiró de la dirección técnica de su equipo sin alborotos. Simplemente se fue a descansar, acaso buscando otros horizon-tes, pero con la misma sencillez con la que asumió la responsabilidad de dirigirlo apenas unos pocos años antes cuando comenzó una carrera de éxitos que pocos equipos en el mundo pueden exhibir. 


El que lo ha sucedido en la dirección técnica del equipo, ya fallecido, que él condujo al éxito no se queda atrás en sus virtudes: sencillez, esfuerzo, cordialidad, buenos modos y criterio profesional para seguir adelante con un proyecto que ha demostrado tanta eficacia como para ser imitado por muchos otros en los que reinan los malos modos, la irritabilidad ante el fracaso, la violencia para con el rival y un afán de ganar a cualquier coste. Mire las caras de los jugadores, en especial la de la gran estrella portuguesa, sus gestos y sus revolcones innecesarios para ver la diferencia entre los que disfrutan jugando y los que quieren ganar a costa del fútbol. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario