Carlos A. Trevisi
Entre los muchos disparates que encierra la escuela pública – y
por qué no un gran número de escuelas privadas atadas al sistema- me atrevo a destacar el atraso pedagógico y didáctico decimonónico
al que están sometidas. No voy a entrar en detalles de las razones que impulsan su atraso, algo que dejaremos
para otro momento aunque es de destacar que con
revisar mis trabajos en el blog
PARTICIPACIÓN Y CAMBIO al que usted acaba e acceder satisfaría esa
inquietud.
No menos cierto es que buena parte del desasosiego que reina en
nuestra educación es producto de la abulia y falta de preparación de muchos
docentes que no tienen la capacitación profesional suficiente como para
desligarse de la imperativas disposiciones que
impone el sistema.
Pero hay algo peor todavía: la incapacidad de los padres para
prestar apoyo y colaborar con la escuela
de sus hijos, con sus maestros y, sobre todo,
con sus propios hijos.
He sido docente toda mi vida; desde los 22 años cuando comencé a trabajar hasta la fecha -53 años
después-, me he dedicado con ahínco a mi profesión. Llegamos a España hace 20
años. No me costó más que mirar el panorama para ver. De resultas me puse
en marcha. Fui presidente del AMPA de
la escuela pública a la que asistían mis hijas menores. Era tal el espanto que
me causaba
lo que veía que no lo podía creer. Una autoridad del colegio me
sugirió poco antes de terminar el único año durante el cual asistieron mis
hijas, que las llevara a otro colegio porque “Esta escuela no es para ellas”.
Asumimos el cambio. Aprendieron a percibir la realidad, a pensar
qué hacer con lo que les brindaba para reflexionar acerca de sus propios
proyectos de vida.
(Ver de mi
autoría http://guadarramaenmarcha.blogspot.com.es/2015/08/construir-un-proyecto-de-vida-propia.html) Y fue
así porque encontramos un colegio que estimulaba su imaginación y su libertad
de creación.
¿Qué vi
mientras estuve en el AMPA?
1. Que los maestros transmitían contenidos pero no incentivaban la
imaginación de los niños: Felipe II mandó construir el Monasterio de El
Escorial. El Tajo tiene tal longitud, que el Guadalquivir desemboca en el
Atlántico, que el Everest, que…las tablas de multiplicar bien memorizadas, que
las palabras agudas…que las esdrújulas, que las graves...
2. Que la dirección estaba en manos de un hombre que podría haber
sido peor de haber castigado físicamente a los alumnos.
3. Que los padres de familia de la escuela –no necesariamente del
AMPA, que eran de destacar por sus iniciativas- se preocupaban por la comida
que les daba la escuela a sus hijos, protestaban porque se descomponía la
calefacción, no tenían interés alguno en el magro servicio que brindaban los
pocos y antiguos ordenadores del
gabinete, que no prestaban atención alguna a los envites del AMPA para asistir
a clases de interpretación de textos en inglés –no iba nadie y lo peor de todo
es que cuando se los invitaba a participar en una charla acerca de la
importancia de la familia en la escuela
no solo no asistían sino que se llegó a hacerme saber que quién era yo para
dar clase sobre su importancia.
No me voy a extender más allá de lo dicho.
Bastará con agregar que publiqué un libro que se distribuyó
gratuitamente (QUÉ ES UN AMPA Y PARA QUE
SIRVE) sin tener ninguna respuesta. (Ver http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/ampa.htm por
contenidos)
Publiqué en la Web de la Fundación Emilia
María Trevisi
Preeminencia del educando en
"¿EDUCAR O EDUCARSE?"
He publicado en total más de 40 libros, casi todos ellos
vinculados a la educación.
Me permito transcribir un resumen de uno de ellos dado que está
íntimamente ligado a este trabajo.
¡Allá vamos,
chicos!
por Carlos Á. Trevisi
(ISBN 84-96226-26-3)
“Allá vamos, chicos” es un libro que aborda el momento
actual, la relación de los padres con la escuela, la actividad del maestro ante
las novedades que imponen las nuevas tecnologías, modelos de gestión
didáctica, un “test” para que el maestro evalúe su propia gestión a partir de
las actitudes antes bien que de los contenidos, y más de cien conexiones a Webs
de instituciones y personajes de la actualidad a los que se alude en la obra.
Un libro para la "trinchera" educativa
Por alguna razón que imaginamos íntimamente ligada a
la política, nunca se habla claro respecto del tema educativo. Casi todo lo que
se escucha es que falta presupuesto y que los padres son los responsables del
desaguisado.
A nadie se le ha ocurrido pensar que buena parte de la
responsabilidad es de la obsoleta formación que reciben los
maestros. Si bien víctimas del atropello al que los someten los jóvenes
(y las familias), también son sus victimarios: el docente ha quedado fuera de
juego en un tablero en el que la relación enseñar-aprender continúa
estableciéndose a partir de la impartición de contenidos en tanto "datos",
con total descuido de la esfera de las actitudes en el orden pedagógico y
en el manejo de nuevas tecnologías en lo didáctico. Claro está que el maestro
no puede hacer aquello para lo que no está capacitado. Su formación no
contempla la MOTIVACIÓN como recurso indispensable en el proceso
"enseñar-aprender", ni el plano ACTITUDINAL, que aborda el
CONOCIMIENTO integralmente, como resultado de una permanente vigilia ante
el aluvión de estímulos al que nos somete el mundo en el que vivimos.
El libro plantea un vuelco en esa relación y pretende
alertar a los maestros y a los padres que hemos comenzado a vivir un mundo
nuevo del que necesariamente debemos participar junto a nuestros chicos, y que
eso no lo lograremos explicando cuánto mide el Tajo ni aprendiendo las guerras
que sostuvo Felipe II en Flandes. Lo nuestro es la participación, la
investigación y el desarrollo de una metodología en la que el verdadero sujeto
del aprendizaje es el alumno y los "datos" una circunstancia más
entre otras que ellos mismos descubrirán.
Acaso el trabajo rompa los esquemas de lo que es
habitual. Aspira, sin embargo, a que los maestros, profesores y padres
asuman que es perfectamente posible allanar el camino hacia el encuentro.
Para ello plantea la necesidad del uso de nuevos recursos y nuevos materiales
en los que todos, alumnos, padres y maestros podamos participar.
“Allá vamos chicos” contiene ejercitación que autoriza
abundante práctica , aborda los contenidos que imponen las
circunstancias curriculares y la investigación a la que se impulsa
a los alumnos a través de la elección de temas de su propia iniciativa. Cuando
se trata de un programa para jardín de infantes su estrategia y desarrollo
queda en manos del docente, pero las iniciativas parten de los chicos. Se trata
de programas "taylor-made" que no aspiran a competir en el mercado;
sólo a exponer ante el cuerpo docente la factibilidad de usar el ordenador en
respuesta a la importancia que debe asignársele como recurso indispensable en
el proceso enseñanza-aprendizaje.
El libro, que contiene todas las explicaciones del
caso para el desarrollo de los programas con soporte de soft, tiene
más de 100 conexiones a páginas de Internet que abundan en detalles respecto de
personas e instituciones.
En síntesis: "Respecto del "dato" está
claro que el genitivo de "templum" es "templi", lo que es
un binomio suma al cuadrado o que en Barcelona hay humedad. Lo que no está
claro es para qué aprender latín, matemática o geografía o cómo lograr que los
datos se dinamicen y entronquen en un proyecto más vasto, donde cambien de
perspectiva y favorezcan la recreación del aprendizaje en lo que tiene de
vital: transformar un individuo en persona".
LOS PADRES PROTESTAN POR LOS DEBERES QUE MANDAN LOS MAESTROS
LOS PADRES PROTESTAN POR LOS DEBERES QUE MANDAN LOS MAESTROS
Vivimos un mundo en el que reina la diversión; los padres somos
partícipes de ese mundo donde reina el tener sobre el ser.
El éxito se logra sin un trazado que nos obligue al esfuerzo:
basta con un coche nuevo y una casa reluciente. Las “cosas” nos obligan a
asumir compromisos laborales que nos alejan del hogar al extremo que ha
aparecido el “niño llave” que llega a su casa y no hay quien lo reciba con un
beso, una sonrisa o un simple ¿Cómo te ha ido en la escuela?
Cuando no hay dificultades económicas hay compromisos sociales que
nos mantienen alejados del hogar; nuestros hijos andan a la deriva de un lado
para otro: practican karate, estudian chino o cualquier otra actividad que
también los mantiene alejados del arropamiento que exige un criatura que, dadas
las circunstancias actuales, encuentra fuera del hogar el amor que nosotros
creemos que satisfacemos regalándoles aparatejos electrónicos de todo tipo. El
caso patético de esa niña de 12 años que murió por exceso de alcohol en sangre,
o la jovencita de 15 años que fue asesinada y tirado su cadáver en medio de la
nada o el joven que degolló a sus tíos y a sus primos de escasos 1 y 3 años, o
aquella otra que lleva dos meses de
desaparecida sin que se la pueda encontrar, son todos casos de abandono
familiar.
Este panorama pinta con claridad la relación paterno-filial. Es
manifiesto el abandono en el que viven nuestros hijos. Como dice Fernando
Savater le pedimos al estado que resuelva millones de casos que no somos
capaces de solucionar en nuestro propio hogar con apenas uno o dos
hijos.
Y ahora salta a la luz el reclamo de los padres porque los
maestros les mandan deberes. Como hemos dicho ´ut supra´ el sistema educativo
es una burda imitación de lo que pasa en los “grandes” países: idiotizar a la
mayoría de la gente y promover las inteligencias más notables para sostener el
sistema. Pero no deja de asaltarme una pregunta: ¿Usted sabe que es así?
Imagino que no `porque de saberlo seguramente encararía otros reclamos: por ejemplo que se creen
profesorados de nivel universitario para la formación de los docentes; que
dejen de engañarnos eludiendo los verdaderos problemas de la educación que es
una de las pocas actividades que mantiene los mismos esquemas de aquellas
épocas en la que educar era memorizar información.
Una experiencia personal como profesor de inglés en el
Ayuntamiento de Guadarrama me permitió logros increíbles: madres y padres (de
estos ninguno) asistían a clase con sus
hijos de 9 o 10 años y participaban a la par de los chicos. La clase,
enteramente en inglés –Ni los chicos ni
las madres SABÍAN INGLÉS-, versaba sobre
arte. Aparecieron pintores renacentistas y varios españoles, entre ellos
Velázquez y Sorolla.
La Comunidad de Madrid solía presentar por entonces, exposiciones
de pintores famosos. Un día llegaron cuadros de Sorolla. Lo visitamos con los
chicos y las madres. De pronto un chiquito del curso , deteniéndose frente a un
Sorolla me busco con la vista y dijo: “Mira Carlos, ¡Cuánta luz!”.
Se había cumplido el proyecto que impulsé desde el comienzo. No solo estaban aprendiendo inglés sino
que habían derivado su interés a “ver” más allá de los datos que habíamos
procesado con aquel fin.
Estuve indagando acerca de las opiniones que emitieron algunos
docentes en “pro” de los deberes. Consulté algunos libros que se utilizan en
nuestras escuelas. Poco o nada ha cambiado desde la época en que a mi padre lo
castigaban pegándole con una regla si no sabía las tablas de multiplicar o a mí
me dejaban después de hora en la escuela porque en alguna que otra prueba
escrita obtenía un aplazo: los chicos siguen sentados uno detrás de otro
mirándose la nuca o repitiendo inútilmente las tablas de multiplicar.
Mi pregunta es ¿por qué aceptamos con naturalidad que lo que hace
70 años era un tranvía tirado por caballos
se ha transformado en el AVE o en los coches de hoy día? ¿o por qué la
vieja radio de lámparas que había que esperar que se calentara para
escucharla haya llegado a ser lo que hoy
día nos ofrecen las nuevas tecnologías? ¿Por
qué, pese a todos los cambios habidos seguimos
en la escuela aprendiendo las tablas de multiplicar de memoria, mirando la nuca
del que nos precede camino del maestro o, o, o…?
¿No será porque entre lo que no entendemos o no nos interesa aprender
nos hemos hecho a la idea de que “esto” no tiene remedio y consecuentemente es
luchar en vano?
Lea lo que dice Unamuno:
LUCHAR, LUCHAR Y LUCHAR
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