Leonardo Boff, Ecoportal
Hay un hecho que debe preocupar a todos los
ciudadanos del mundo: el desplazamiento del poder de los
estados-nación hacia el de unos pocos conglomerados financieros que operan a
nivel global, cuyo poder es mayor que el de cualquiera de los Estados tomados
individualmente. (*) Estos realmente detentan el poder real en todas sus ramas: financiera,
política, tecnológica, comercial, medios de comunicación y militar.
Este hecho ha sido estudiado y seguido por
uno de nuestros mejores economistas, profesor del posgrado de la PUC-SP con
amplia experiencia internacional: Ladislau Dowbor. Dos estudios de su autoría
resumen la vasta literatura sobre el tema: “La red de poder corporativo mundial” del 04.01.2012 (http://www.dowbor.org/wp)
y la más reciente de septiembre de 2016: http://dowbor.org/2016/09/ladislau-dowbor-o-caótico-poder-dos-gigantes-financeiros-novembro-2015-16p.html//: “gobierno corporativo: el poder caótico de los gigantes financieros.”
Es difícil condensar el cúmulo de
informaciones que parece aterrador. Dowbor sintetiza:
“El poder mundial realmente existente está en
gran parte en manos de gigantes que nadie eligió, y sobre los cuales cada vez
hay menos control. Son billones de dólares en manos de grupos privados cuyo
campo de acción es el planeta, mientras que las capacidades de regulación
global van a gatas. Investigaciones recientes muestran que 147 grupos controlan
el 40% del sistema corporativo mundial, siendo el 75% de ellos, bancos. Cada
uno de los 29 gigantes financieros genera un promedio de 1,8 billones de
dólares, más que el PIB de Brasil, octava potencia económica mundial. El poder
ahora se ha desplazado radicalmente” (cf. Gobernanza corporativa, op.cit).
Además de la literatura específica, Dowbor
refiere los datos de dos grandes instituciones que sistemáticamente a lo largo
de los años se ocupan de los mecanismos de los gigantes corporativos: el
Instituto Federal Suizo de Investigación Tecnológica (rivaliza con el famoso
MIT de EE.UU.) y el Credit Suisse, el banco que dirige las grandes fortunas del
mundo y, por lo tanto, sabe de estas cosas.
Los datos presentados por estas fuentes son
sorprendentes: el 1% más rico controla
más de la mitad de la riqueza del mundo. 62 familias tienen un patrimonio igual
a de la mitad más pobre de la población de la Tierra. 16 grupos controlan casi
todo el comercio de productos básicos (cereales, minerales, energía, tierra y
agua). Debido a que toda la comida obedece las leyes del mercado, sus precios
suben y bajan a merced de la especulación, quitando a vastas poblaciones pobres
el derecho a tener acceso a una alimentación suficiente y saludable.
Los 29 gigantes
planetarios, de los cuales el 75% son bancos, empezando por el Bank of America
y terminando con el Deutsche Bank, son considerados “sistémicamente
importantes”, pues su eventual quiebra (no olvidemos que el más grande, los
Lehamn Brothers de América del Norte, se declaró en quiebra) llevaría a todo el
sistema al abismo o muy cerca, con consecuencias nefastas para toda la humanidad. Lo más grave es
que no hay regulación para su funcionamiento, ni puede haberla, porque las
regulaciones son siempre nacionales y ellos actúan planetariamente. No hay
todavía una gobernanza mundial que cuide no sólo de las finanzas sino del
destino social y ecológico de la vida y del propio sistema-Tierra.
Nuestros conceptos se evaporan cuando, nos
recuerda Dowbor, se lee en la portada de The Economist que la facturación de la
empresa Black Rock es de 14 billones de dólares, mientras que el PIB de los
EE.UU. es de 15 billones de dólares y el del pobre Brasil escasamente llega a
1,6 billones de dólares. Estos gigantes planetarios manejan alrededor de 50
billones de dólares, el equivalente a la deuda pública total del planeta.
Lo importante es
conocer su propósito y su lógica: buscan simplemente ganancias ilimitadas. Una
compañía de alimentos compra una mina sin ningún tipo de experiencia en el
ramo, sólo porque da beneficios. No hay ningún sentido humanitario, como por
ejemplo, tomar una pequeña porción de las ganancias para un fondo contra el
hambre o para disminuir la mortalidad infantil. Para ellos, eso es tarea del
estado y no para los accionistas que sólo quieren ganancias y más ganancias.
Por estas razones
entendemos la iracundia sagrada del Papa Francisco contra un sistema que sólo
quiere acumular a costa de la pobreza de las grandes mayorías y de la
degradación de la naturaleza. Una economía, dice, “que está centrada en el dios
dinero y no en la persona: este es el terrorismo fundamental contra toda
la humanidad” (en el avión de
regreso de Polonia en septiembre). En su encíclica ecológica lo llama un sistema
anti-vida y con tendencia suicida (n.55).
Ese sistema es homicida, biocida, ecocida y
geocida. ¿Cómo puede
prosperar tal inhumanidad en la faz de la tierra y todavía decir que no hay
alternativa (TINA = There Is No Alternative)? La vida es sagrada. Y cuando es
sistemáticamente agredida, llegará el día en que puede tomar represalias
destruyendo a quien la quiere destruir. Este sistema está buscando su propio
fin trágico. Ojalá la especie humana sobreviva.
Leonardo Boff escribió
Cuidar la Tierra – proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Record
2010.
Traducción de Mª José
Gavito Milano
Notas a Dónde está hoy el poder en el mundo
*
Comentario de Carlos A.
Trevisi
He comentado reiteradamente que lo que vamos descubriendo en España, como algo que la mayoría de la gente desconoce, tiene sus raíces en la creación de un poder supranacional que nace allá por la década del 50 y se institucionaliza en los 70 cuando se establece la TRILATERAL como organismo rector del mundo. He iniciado incidentalmente alguna que otra charla con amigos que no tenían idea de su existencia ni de cómo, paulatinamente, las premisas que impulsaron sus principales ejecutores -Kissinger, Rockefeller, Gardner, Brzezinski y otros pocos más- echaron por tierra los afanes de países que vivían en democracia derrocando, militares nativos mediante, sus gobiernos e instaurando dictaduras por doquier. El caso más paradigmático fue el de Chile donde Kissinger actuó personalmente en porte de armas para terminar con Allende. Fue solo un ensayo de lo que sobrevendría en el mundo y padecemos actualmente. Mientras el oligofrénico de Videla masacraba gente, la España post franquista nos hacía creer que España se transformaba en un paraíso. Si al día de hoy los españoles no conocen los sucesos que acabo de relatar es natural que no tengan idea en que podía terminar el supra poder económico que nos haría padecer, apenas dos ó tres décadas más tarde, la calamidad que estamos viviendo.
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