UN ENTIERRO DE
PRIMERA PARA CIFUENTES Y EL RECTOR
Juan Carlos Escudier
17/04/2018
Amortajada por su partido y con los caballos con gualdrapas y penachos
negros de plumas esperando para tirar del landó con la cajita de pino, la
todavía presidenta de Madrid ha decidido morir matando y llevarse por delante
al rector de la Rey Juan Carlos, Javier Ramos, quien a su vez había optado por
matar antes de morir y, en el tumulto y a bocajarro, dar a Cifuentes el
tiro de gracia. Es la lectura que hay que hacer de las cartas hechas públicas
hoy en las que ambos se tiran los másteres a la cabeza.
Sin disculpar a la rubia de la curva, que ya es un fantasma más grande que
su título, lo de Javier Ramos es de una hipocresía cum laude. El
ingeniero Ramos, delfín del rector de los plagios, el mismo que cerró la
investigación contra los corta-pega de su mentor con un aquí paz y después
gloria, se nos presenta como el adalid de la ética, el guardián que velará de
manera implacable para devolver a su Universidad el prestigio perdido.
En un artículo que ha publicado El País, Ramos reconoce
“irregularidades”, “errores” y “mala praxis” y anuncia que, “de confirmarse en
delito de falsedad documental”, algo que da por hecho, solicitará al Ministerio
de Educación que retire el máster a Cifuentes. “Quiero manifestar que, a partir
de ahora, cualquier nuevo caso de corrupción académica o económica que
descubramos en nuestra Institución, no vamos a considerarla como un caso más,
sino como un caso menos, que nos acerca a la máxima integridad moral”, escribe
el excelentísimo señor Rector. En definitiva, que lo de Cifuentes es
corrupción, pero en vez de dimitir por haberla consentido y correr en su
defensa con una acta falsificada, el Magnífico anuncia una nueva etapa en la
que alfombrará los campus de ética, transparencia y buen hacer.
Cifuentes, que ahora que está más muerta es cuando menos se hace la rubia,
le ha respondido con una carta personal, que recoge OK Diario, en
la que traslada a la Universidad todas las irregularidades que hubieran podido
cometerse. Empaquetada la mierda y enviada al rector con acuse de recibo, hace
responsable a la Rey Juan Carlos de las falsificaciones de firmas y
singularmente a Ramos, que primero le remitió a través de su secretaría un acta
“que no había sido solicitada por nosotros” y quince minutos después anunció
una investigación reservada por las dudas sobre su autenticidad. Cifuentes
reprocha a la URJC las facilidades que le dieron y que nunca debió aceptar,
acusa a la Universidad de pasarse por el forro la ley de Protección de Datos y,
finalmente, comunica que renuncia a usar el título del máster, que ya iba
siendo hora de dejar de mentir en el currículo.
A estas alturas, el duelo resulta más bien cómico y hace casi imposible
determinar quién de los dos tiene la cara mas dura. Sería muy conveniente que
la carroza fúnebre preparada para Cifuentes hiciese hueco al rector, que
también se merece un entierro de primera, de esos con sacristanes, monaguillos,
sacerdotes con hisopo y caballos enjaezados. No hay que dejar que se pierdan
estas tradiciones.
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