Página del periódico La Voz de Galicia, 21 de marzo de 1976.
XOSÉ MANUEL PEREIRO
Es difícil quedarse
con alguno entre los penosos momentos que nos ha infligido nuestra clase
dirigente, de uno u otro signo, en los últimos días. De tener que escoger uno,
como quien escoge un número del uno al cien, yo optaría por aquel en el
que el ministro Íñigo Méndez de Vigo desgranó su play list de
melodías inolvidables de ayer y de hoy en el Congreso de los Diputados. El
ministro, con esa prestancia y ese tronío que dan a los varones celtíberos
una alimentación rica en proteínas desde la cuna y unos apellidos interminables,
contestaba así a la pregunta, impertinente y sin garbo alguno, de por qué había
entonado –en público– el bonito tema legionario Soy el novio de la
muerte, hecha por una diputada de ERC. Solo le faltó
terminar la contestación con un “España y yo somos así, señora”. Y no le
habría faltado un ápice de razón. Salvo en lo de poder votar antes de
obedecer –que era, según Charles Bukoswki, lo que diferenciaba una democracia
de una dictadura–, España se ha democratizado más bien poco. E Íñigo Méndez
de Vigo tampoco demasiado.
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