Órganos de tubo
ABANDONADOS A SU SUERTE: HISTÓRICOS ÓRGANOS DE IGLESIAS DE ARGENTINA, EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
por Pablo Trevisi
La ciudad de Buenos Aires y sus alrededores cuentan con una magnífica colección de más de 150 históricos órganos de tubos –de un total de alrededor de 300 en todo el país- que fueron construidos, en su mayoría, desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, en un contexto de prosperidad y desarrollo económico de la Argentina. Sin embargo, muchas de esas valiosas reliquias se encuentran abandonadas a su suerte. Algunas, directamente, han sufrido daños irreparables y otras han sido destruidas por completo. Y las que aún se conservan corren peligro de extinción, a raíz de factores no sólo vinculados a la falta dinero para su correcto mantenimiento sino también a decisiones erróneas producto de la ignorancia e improvisación en la materia.
No debe existir otro lugar en el mundo donde se concentren, en tan pocos kilómetros cuadrados, órganos históricos (1) de afamadas firmas constructoras y de tan variada procedencia. Esto se debe, por un lado, a la mencionada bonanza económica de entonces y, por el otro, fundamentalmente, a la influencia de las corrientes inmigratorias provenientes de Europa, en particular de Italia y España, pero también de Alemania, Gran Bretaña y, en menor medida, Francia, entre otros países.
(2). Estas colectividades echaron raíces y crearon barrios, pueblos e instituciones, pero sin perder sus costumbres. De hecho, se puede apreciar esto último en la actualidad con un simple recorrido por Buenos Aires y otras ciudades del interior del país: casas particulares, edificios públicos y templos religiosos que responden a parámetros arquitectónicos de Francia, Italia, Gran Bretaña y Alemania. Precisamente, las mejores firmas de construcción de órganos de tubos que exportaban a la Argentina eran originarias de estas cuatro naciones. Se destacaban, entre ellas, Cavaillé-Coll y Merklin, J, de Francia; Walcker, E.F. & Cie, Steinmeyer, G.F. & Strebel y Laukhuff, de Alemania; Vegezzi Bossi, Locatelli, y Serassi, de Italia; y Forster & Andrews, Bishop y Bryceson, de Gran Bretaña.
Pese a este excepcional legado, en la Argentina no hay en la actualidad una sola empresa constructora de órganos tubulares (3) y, por ende, el país carece de verdaderos expertos que puedan llevar adelante una restauración de los mismos sin provocar daños irreversibles. Incluso, como casi todos los instrumentos están instalados en iglesias (4), ni siquiera han sido tocados por músicos profesionales a lo largo de su extensa vida, algo que, no obstante, se ha ido revirtiendo en los últimos tiempos.
Por otra parte, si bien se destina desde los respectivos gobiernos una partida presupuestaria para la conservación de instrumentos musicales históricos, por desgracia ese dinero nunca ha sido suficiente, ya que la restauración de uno solo de esos órganos puede costar cerca de dos millones de dólares. Cabe señalar que en una apropiada reparación deben preservarse los componentes originales y, en caso de ser reemplazados, los nuevos deben ser réplicas exactas de aquellos. Además, el instrumento debe ser sometido primeramente a un diagnóstico adecuado para luego realizar una reparación correcta. Al fin, lo más importante a tener en cuenta en una restauración: debe respetarse el temperamento original del instrumento: entonación, transmisión, método, etcétera (5). Por todo esto, algunos de esos instrumentos se conservan en estado puro; jamás se podría encarar económicamente una restauración de este tipo en la Argentina actual. Esta situación se da aún más en el interior del país, donde pueden apreciarse verdaderas joyas, originales pero “mudas”; inoperables.
Investigadores y especialistas consideran, empero, que la falta de dinero muchas veces puede salvar esos instrumentos de manos inexpertas aunque, desde luego, no es la solución.
Algunos de estos instrumentos necesitan ser restaurados de manera urgente. El caso más emblemático es el órgano de la Basílica de Nuestra Señora de Luján, que fuera construido por la firma francesa Mutin Cavaillé-Coll en el año 1908 (6). Este órgano no ha recibido el mantenimiento adecuado desde 1974, cuando lo tocara por última vez después de hacerlo durante 30 años el virtuoso italiano Juan Bautista Milanese, organista titular de la Basílica. Existieron, no obstante, varios intentos por restaurarlo; todos quedaron, inexplicablemente, en la nada. Para muchos expertos, este instrumento -en el que, actualmente, funcionan muy pocos registros: apenas una docena- podría ser uno de los mejores órganos de iglesia del mundo, si se hiciera una adecuada reparación. Tiene una ventaja, obra de la casualidad más que de un cuidado especial: todavía se encuentra en estado original.
Esta casa francesa exportó a la Argentina 20 órganos, la mayoría de ellos a la ciudad de Buenos Aires. Pero sólo un instrumento es considerado un auténtico Aristide Cavallié-Coll: el que está instalado desde 1886 en la iglesia "Nuestra Señora de los Milagros", en la ciudad de Santa Fe, aunque habría ingresado al país con otro destino: la Iglesia del Salvador, de Buenos Aires. La casa alemana Walker diseñó en 1871 otro instrumento de singular importancia: el órgano tubular de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Si bien no fue hecho a pedido de las autoridades argentinas, ya que el mismo se encontraba en una iglesia de Berlín antes de ser adquirido por la Catedral, se instaló en Buenos Aires en 1873. Catorce años después se le hicieron algunas modificaciones a cargo del reconocido organero Mateo Poggi, cuyo padre había emigrado de su Italia natal a la Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX y fue pionero en este rubro. Según precisan los documentos de la época, el instrumento costó 260.000 pesos argentinos, abonados por el gobierno nacional. Más allá de sus virtudes musicales, un
hecho curioso en torno de este órgano pinta la Argentina de entonces: al llegar al país, el instrumento fue retenido en la aduana de Buenos Aires durante un largo tiempo y tuvo que intervenir personalmente el presidente Domingo Faustino Sarmiento para destrabar tamaña burocracia.
Aunque no haya muchos órganos de origen británico en Buenos Aires, existe uno que es considerado por los especialistas una verdadera reliquia en cuanto a instrumentos históricos se refiere: el que se encuentra instalado en la Primera Iglesia Metodista. Fue construido por la casa Forster & Andrews en 1882, posee tres teclados y pedalera, 1.700 tubos distribuidos en 28 registros y un diseño único en su tipo en la Argentina. Muestra además una hermosa fachada neogótica acorde a la arquitectura del templo y mantiene en estado original su sistema mecánico de accionamiento a varillas.
En tanto, el mejor ejemplo en la Argentina de órganos tubulares italianos se encuentra en la Iglesia de Monserrat, según precisa Ezequiel Martín Menéndez, Director de Música y Organista de la Cathedral de Saint Joseph, Connecticut, Estados Unidos. Este virtuoso organista destaca el valor adicional que tiene este instrumento por conservarse en estado original. También se conserva otro de similares características en la Iglesia Inmaculada Concepción. Ambos llegaron al país a instancias del organista Alberto Santiago Poggi en el siglo XIX, al igual que un tercero que lamentablemente no corrió la misma suerte que los otros dos. En épocas de la llamada Revolución Libertadora, en junio de 1955, este Opus de la firma Serassi terminó consumido por el fuego. Se encontraba en el Convento de
Santo Domingo.
En otros países, como en los Estados Unidos, existen asociaciones creadas para la conservación de instrumentos históricos, pero en la Argentina no hay nada siquiera parecido para la preservación de estas reliquias. Algunos estudiosos proponen, al menos como medida cautelar para evitar que esos instrumentos sean dañados en malas restauraciones, que se los declare Monumento Histórico Nacional. De esa forma, se tomarían mayores recaudos a la hora de afrontar un trabajo de recuperación de estos verdaderos tesoros.
Por Revista Contextos
Notas
1. Según la clasificación del organista argentino Ezequiel Martínez Menéndez, “se consideran órganos históricos a los que fueron construidos antes del año 1900 y que no hayan sufrido alteraciones; los construidos antes de 1920 y no hayan sido alterados sustancialmente (...); o los construidos posteriormente a esa fecha por un constructor reconocido o sean la base de un nuevo o particular estilo”.
2. Buenos Aires duplicó su población entre 1869 y 1914. Entre 1881 y 1930 desembarcaron en el país cuatro millones de personas. En 1895, el 72 por ciento era extranjero: 43 por ciento de italianos y 33 por ciento de españoles.
3. La primera fábrica de órganos tubulares de la Argentina fue creada por la familia de inmigrantes italianos de apellido Poggi, a principios del siglo XX.
4. Existen excepciones. Una de ellas, un órgano de tubo que la tradicional familia Anchorena, de Buenos Aires, se hizo construir en su palacete particular -ahora sede de la Cancillería Argentina- en cercanías de la Plaza San Martín. No obstante, nada se sabe de ese órgano en la actualidad.
5. Sugerencias del organista argentino Ezequiel Martínez Menéndez, en el marco de una disertación realizada en el Conservatorio Nacional de Música de Buenos Aires, el 17 de agosto de 2006.
6. Aristide Cavaillé-Coll fue el fundador de la empresa y el más reconocido de los constructores de órganos. Construyó nada menos que los órganos de las Iglesias Notre Dame y Saint Suplice, ambas en París, Francia. Pero con los años se hizo cargo de la firma Charles Mutin, período del que data, precisamente, este instrumento. Sin embargo, Mutin continuó utilizando la firma A. Cavaillé-Coll” hasta 1910 y, así, figura en el placa de bronce del órgano de la Basílica de Luján.
BIBLIOGRAFIA
MARTINEZ MENENDEZ, EZEQUIEL. Historic pipe organs in Argentina. Tesis de Doctorado. College of Fine Arts, Boston University. Estados Unidos. 2006
Notas
1. Según la clasificación del organista argentino Ezequiel Martínez Menéndez, “se consideran órganos históricos a los que fueron construidos antes del año 1900 y que no hayan sufrido alteraciones; los construidos antes de 1920 y no hayan sido alterados sustancialmente (...); o los construidos posteriormente a esa fecha por un constructor reconocido o sean la base de un nuevo o particular estilo”.
2. Buenos Aires duplicó su población entre 1869 y 1914. Entre 1881 y 1930 desembarcaron en el país cuatro millones de personas. En 1895, el 72 por ciento era extranjero: 43 por ciento de italianos y 33 por ciento de españoles.
3. La primera fábrica de órganos tubulares de la Argentina fue creada por la familia de inmigrantes italianos de apellido Poggi, a principios del siglo XX.
4. Existen excepciones. Una de ellas, un órgano de tubo que la tradicional familia Anchorena, de Buenos Aires, se hizo construir en su palacete particular -ahora sede de la Cancillería Argentina- en cercanías de la Plaza San Martín. No obstante, nada se sabe de ese órgano en la actualidad.
5. Sugerencias del organista argentino Ezequiel Martínez Menéndez, en el marco de una disertación realizada en el Conservatorio Nacional de Música de Buenos Aires, el 17 de agosto de 2006.
6. Aristide Cavaillé-Coll fue el fundador de la empresa y el más reconocido de los constructores de órganos. Construyó nada menos que los órganos de las Iglesias Notre Dame y Saint Suplice, ambas en París, Francia. Pero con los años se hizo cargo de la firma Charles Mutin, período del que data, precisamente, este instrumento. Sin embargo, Mutin continuó utilizando la firma A. Cavaillé-Coll” hasta 1910 y, así, figura en el placa de bronce del órgano de la Basílica de Luján.
BIBLIOGRAFIA
MARTINEZ MENENDEZ, EZEQUIEL. Historic pipe organs in Argentina. Tesis de Doctorado. College of Fine Arts, Boston University. Estados Unidos. 2006
JUAREZ, MIGUEL. Censo y estudio de los órganos de la República Argentina. Buenos Aires. Conferencia Episcopal Argentina, 1996.
PRESAS, JUAN ANTONIO. Anales de Nuestra Señora de Luján. Buenos aires. Editorial Dunken, 2002.
ROMERO, JOSE LUIS, Breve Historia de la Argentina. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 2004.
PRESAS, JUAN ANTONIO. Anales de Nuestra Señora de Luján. Buenos aires. Editorial Dunken, 2002.
ROMERO, JOSE LUIS, Breve Historia de la Argentina. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 2004.
RESUMEN
La maravillosa colección de históricos órganos de tubos instalados en Iglesias de Buenos Aires, sus alrededores y otras ciudades de la Argentina corre peligro ante la falta de mantenimiento y la ausencia de personal capacitado para su mantenimiento.
La maravillosa colección de históricos órganos de tubos instalados en Iglesias de Buenos Aires, sus alrededores y otras ciudades de la Argentina corre peligro ante la falta de mantenimiento y la ausencia de personal capacitado para su mantenimiento.
ABSTRAC
The wonderful collection of historical pipe organs in Churches of Buenos Aires and other cities of Argentina is in danger due to absence of maintenance and qualified personnel.
The wonderful collection of historical pipe organs in Churches of Buenos Aires and other cities of Argentina is in danger due to absence of maintenance and qualified personnel.
PALABRAS CLAVE
Colección- Luján - Restauración - Extinción - Fuego
Colección- Luján - Restauración - Extinción - Fuego
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