Evangelizar las periferias significa sobre todo vivir una fe
encarnada. Las periferias, especialmente en una ciudad como Recife, traen
consigo desafíos demasiado complejos. Existe una pobreza generalizada, financiera,
estructural, lo que es válido para cualquier periferia de cualquier gran
ciudad, donde se produce un desmonte de cualquier estructura en los barrios,
calles, familia y de la propia persona.
Pero también, por otro lado, es una
riqueza muy bonita, pues en las periferias todavía se encuentra unidad en torno
al sufrimiento. Por tanto, evangelizar la periferia es algo que va mucho más
allá del culto o de la misa y del espacio del templo, yendo para la misma vida
real.
O te encarnas en la vida real de las
personas, y la Iglesia necesita hacer realidad esa gran Eucaristía del Cuerpo
de Cristo fraccionado para la gente, o pasas a ser un ente a más, presente en
la periferia, como tantos otros, como puede ser un bar o un local de diversión,
pero sin marcar ninguna diferencia.
Significa también entender que ese
mensaje de Cristo necesita ser llevado en su integridad, pues el problema de la
periferia es tan estructural que si se queda sólo en las palabras, esa
evangelización se pierde, es necesario que haya lucha, juntar al pueblo en
busca de su auto promoción. Es un buen desafío, evangelizar la periferia.
En
sus palabras puede ser reconocida la figura de alguien que fue una presencia
decisiva en la vida e historia de la ciudad de Recife y de Brasil, como fue Monseñor
Helder Cámara. Desde su condición de bautista, ¿hasta qué punto la figura de
Helder Cámara, su actitud y trabajo evangelizador, supone una referencia en su
vida?
Yo digo que nuestra Iglesia es
"Bautista Helderiana", ella es profundamente influenciada por Don
Helder, principalmente cuando dice que si doy pan al pobre me llaman santo,
pero si pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista.
Don Helder se convirtió para nuestra
Iglesia, que es una Iglesia histórica, desde el punto de vista bautista, pues
ya va a hacer cien años, en una gran referencia como encarnación del Verbo, del
Evangelio, sobre todo en la tarea de hacer entender al pobre el por qué él no
tiene pan.
En esa tarea, nosotros nos asociamos al
Movimiento Fe y Política y creamos la primera escuela evangélica de Fe y
Política de Brasil, en la periferia de Recife. Hoy es una escuela pujante, que
ya formó a cuatrocientas personas, donde actualmente tenemos cien alumnos. Don
Helder es nuestro gran patrono, principalmente con su imagen y su legado.
Se habla de ecumenismo en el plano teórico, ¿esa visión, esa forma
de trabajar, no nos muestra que el ecumenismo, más que un discurso, es un modo
de vivir?
Es un gran peligro el ecumenismo
teórico. En primer lugar porque el ecumenismo teórico no junta a las personas,
sino a los teóricos, y teórico es un ser que tiene la gran tentación de vivir
por detrás, sólo pensando.
El ecumenismo de pensamiento, de
teoría, provoca encuentros, libros, textos, pero no provoca acción. Pero cuando
el ecumenismo va más allá de la teoría, y el centro del ecumenismo pasa a ser
el problema común, y no necesariamente la teoría común, el dolor común, ahí la
gente, las Iglesias se juntan, y se da, de hecho, el ecumenismo. Tengo mucho
miedo del ecumenismo teórico, pues las reflexiones teóricas tienden a
separarnos.
¿Ese
ecumenismo nos muestra que lo importante para todo cristiano,
independientemente de la confesión, debe ser una actitud samaritana,
misericordiosa, con aquellos que sufren y que hace que el trabajo evangelizador
nos convierta en presencia de Dios en la vida del pueblo?
Exacto, pues buscamos tanto hablar de
discípulos, de hacer discípulos, ser discípulos..., pero sólo existe una manera
de ser discípulo de una persona, imitando a la persona. No es posible ser
imitador de Cristo fuera del servicio, y entiendo que el servicio es el gran
determinante de que tú y yo somos discípulos de Cristo.
Es apenas en el servicio al otro que
conseguimos servir a Dios e imitar a Cristo, de modo que es muy fácil concebir
el ecumenismo a partir del dolor y, consecuentemente, a partir de la actitud
samaritana del servir, es algo muy fácil, muy simple, y es algo que toda
Iglesia entiende perfectamente.
Pero muchas veces nos preocupamos con números, con porcentajes,
con mantener estadísticas. ¿No es eso lo que para muchos determina el éxito de
las Iglesias?
Infelizmente vivimos cercados por esa
lógica de mercado, lo que importa es el tamaño del templo y la cantidad de
personas que consigo encajonar allí dentro. Hay una busca por las masas, en
cuanto el Reino de Dios es fermento, que es algo pequeño en medio de la masa,
haciéndola más leve, dándola una nueva característica.
Es una pena que esa fascinación por
números sea un motivo a más para separarnos. Jesús no estaba muy preocupado con
eso. Tanto es así que después que multiplicó por primera vez los panes y los
peces, que la multitud le siguió en busca de más pan y más peces, Él es el
único lider de la historia que consigue perder más de diez mil seguidores en un
día sólo.
Si fuésemos a ver desde el punto de
vista mercadológico, Jesús habría sido un fracasado. Sin embargo, Él muestra claramente
que no está preocupado con los números y sí con la esencia del Evangelio.
El
Papa Francisco es alguien que nos muestra lo que es el ecumenismo práctico,
empeñándose en trabajar en el campo ecuménico. Para alguien que es evangélico,
¿qué significa la figura del Papa Francisco, sobre todo en el campo ecuménico?
El Papa Francisco es un aire nuevo para
la Iglesia de modo global, no sólo para la Iglesia Católica Romana sino para la
Iglesia en general. Su persona es una gran referencia y no es por acaso que
escoge ese nombre de Francisco para su pontificado.
Él encarna en sus actitudes al siervo
sufriente, al hombre que se despoja de su vestido y poltrona imperial. Él pasa
a ser para nosotros evangélicos, y para todo mundo de modo generalizado, una
gran referencia. De hecho, creo que el Papa Francisco es un gran regalo de Dios
para la historia y ha sido una gran voz que llama para el ecumenismo.
La Laudato Si', cuando presenta el
problema de la Casa Común, es una carta escrita para todas las personas, algo
magistral. El Papa ha prestado un maravilloso servicio de aglutinar a las
personas y es una gran referencia para nosotros evangélicos.
¿Qué es lo que falta para llegar a esa unidad que todo cristiano
debe buscar?
Falta sacar al cristianismo de los
templos y mirar para el dolor del otro como eje central de la vivencia de mi
fe, mirar para la calle, en el campo o en la gran ciudad, como un lugar
especial para concretizar mi fe.
Cuando saco el cristianismo del templo
y lo llevo para la práctica de la vida real, uno percibe que es en esa práctica
de la vida real donde debemos juntarnos. Ahí el ecumenismo pasa a ser una
consecuencia natural de ese tipo de fe, parecida con la de Jesús, que no tuvo
espacio dentro de los templos y sinagogas, pero que sí que anduvo por las
calles.
El gran mal de la Iglesia es que está
aprisionada en los templos, en los ritos, en los símbolos..., y está separada
del pueblo. Cuando se junta al dolor real, se junta como Cuerpo de Cristo.
Ante
la situación político-social por la que Brasil está pasando, ¿cuál es la
reacción que esta situación le provoca como pastor bautista?
En primer lugar, me provoca gran
tristeza, pues uno va percibiendo una pérdida de lo que fue conseguido,
principalmente por la comunidad más pobre. Se percibe la vuelta de una
componenda política que beneficia a los más ricos y que está alineado con lo
que está sucediendo a nivel mundial.
Pero también provoca un reánimo en la
comunidad, de salir a la calle, de luchar por sus derechos. Al mismo tiempo que
están siendo días difíciles, están siendo momentos especiales, pues la gente se
está aglutinando de nuevo en cuanto pueblo.
Como pastor bautista eso me lleva a
transformar mi púlpito en un espacio de alerta, de pedagogía, de juntar a la
gente. Nuestra Iglesia está participando de las movilizaciones que en los
últimos tiempos se están llevando a cabo en Recife, para reivindicar elecciones
directas, un presidente legítimo.
Ahora estamos animados para eso y
después de un tiempo de latencia, el pueblo está volviendo a la calle. Uno se
entristece con lo que está sucediendo, pero también se alegra, pues toda crisis
trae consigo expresiones de reavivamiento.
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Evangelizar las periferias significa sobre
todo vivir una fe encarnada
En las periferias... se encuentra unidad en
torno al sufrimiento
O te encarnas en la vida real de las personas,
o pasas a ser un ente a más
Es necesario que haya lucha, juntar al pueblo
en busca de su auto promoción
Sólo existe una manera de ser discípulo de una
persona, imitando a la persona
Si fuésemos a ver desde el punto de vista
mercadológico, Jesús habría sido un fracasado
El Papa Francisco es un aire nuevo para la
Iglesia de modo global
Francisco encarna en sus actitudes al siervo
sufriente, al hombre que se despoja de su vestido y poltrona imperial
Falta sacar al cristianismo de los templos y
mirar para el dolor del otro como eje central de la vivencia de mi fe
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