El fin del profesor ‘funcionario’
Están nerviosos. Es la primera vez que se reúnen para presentar el primer máster experimental de innovación educativa lanzado por una universidad pública española. Se llama Laboratorio de la Nueva Educación y pretende resolver las carencias del grado de Magisterio, que sigue empleando el mismo programa académico de hace 20 años. “No queremos hablar de asignaturas. Aquí no se forma al profesor convencional, sino al educador del siglo XXI”, cuenta el profesor de la Universidad Carlos IIIAntonio Rodríguez de las Heras, uno de los impulsores del nuevo máster. Es experimental porque los contenidos se terminarán de definir con la participación de los alumnos. No hay nada cerrado.
El objetivo es formar a los profesores del futuro. El principal desafío al que se enfrentan los sistemas educativos en diferentes países del mundo es la calidad de los profesores, según la encuesta La escuela en 2030, en la que han participado 1.550 profesores, estudiantes y responsables políticos en materia de educación de la organización WISE (la Cumbre Mundial por la Innovación en Educación, en sus siglas en inglés), creada en 2009 por la Fundación Qatar. Ese documento esboza cómo será la educación en 2030 y señala que los conocimientos académicos ya no serán tan importantes y se valorarán mucho más habilidades personales como la empatía o la toma de decisiones. El rol del profesor ya no será el de transmitir sus conocimientos al alumno, sino el de actuar como guía para que el propio estudiante construya los contenidos a partir de diferentes fuentes, y los métodos de enseñanza tendrán como base la creatividad.
Teniendo en cuenta todos esos cambios, ¿están los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria a la altura? Varios Profesores de Educación de la Universidad Complutense opinan que no. "Tenemos una herencia muy teórica. Puede haber profesores más pragmáticos, pero no Sabemos si los alumnos están aprendiendo o no métodos más innovadores", asegura Carmen Alba, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense desde 1987. No existe un proyecto de innovación impulsado por la Universidad ni la pretensión de actualizar los contenidos del grado, que según informa la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditació (ANECA) solo llevaría unos tres meses.
Ante la inactividad de las universidades, un grupo de pedagogos, educadores y arquitectos se han unido para lanzar el Laboratorio de la Nueva Educación, un título propio de la Universidad Carlos III en colaboración con la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y el Colegio Estudio que se pondrá en marcha el próximo octubre. Una de las grandes diferencias de este programa con respecto a los másteres oficiales, que deben ser impartidos por personal universitario, es que participarán como docentes profesionales en activo de distintas ramas, como la experta en espacios educativos Rosan Bosch. “Al ser un título propio hemos podido salir del corsé de los másteres oficiales. No lo hemos creado para cumplir requisitos y trámites, sino para revolucionar la forma de enseñar”, explica Carlos Wert, patrono de la ILE e impulsor del programa.El programa, que cuesta 5.500 euros -se ofrecerán becas- y consta de 60 créditos y prácticas, no se dirige únicamente a profesores, sino a educadores de museos o investigadores del cambio de paradigma educativo. La idea es probar con los alumnos nuevas metodologías de enseñanza y que estos a su vez las prueben en sus clases. “Si Giner de los Ríos estuviese vivo, este sería el máster que querría”, apunta María Acaso, profesora de la Complutense e impulsora del máster. Precisamente es la figura de Francisco Giner de los Ríos y su concepción de la educación la inspiración de este programa. “Si veis en la escuela niños quietos, callados, que ni ríen ni alborotan, es que están muertos”, afirmó el pedagogo y director de la ILE. Su apuesta por la transformación de las aulas, la supresión del estrado del profesor -en sus propias palabras- y la formación de estudiantes seguros de sí mismos e independientes son la clave del curso, de un año de duración.
“El profesor está acostumbrado a las rutinas escolares y a la tranquilidad de contar con un público cautivo, además de estar inmerso en la carrera funcionarial. Eso hay que cambiarlo”, apunta Mariano Fernández Enguita, profesor de la Complutense y autor del libro La educación en la encrucijada. “El actual modelo de formación del profesorado está anticuado; lo que necesitan aprender los niños en primaria no se reduce al saber acumulado de los maestros”, añade.
UN PROGRAMA INNOVADOR
Aunque prefieren no hablar de asignaturas, estos son los módulos que componen el máster:
Suelo. Cada alumno identificará nuevas herramientas para aprender. De esta forma, participará en la creación de los contenidos. “En este módulo reflexionarán sobre la función de la educación, para que no conduzca a la certificación”, señala el profesor Antonio Rodríguez de las Heras.
Poder. Se tratarán las manifestaciones de poder y conflicto en el aula. “Los profesores ejercen micropoderes dentro de la clase y tienen que aprender los modos de regular ese poder”, indica Rodríguez de las Heras. Se trata de gestionar el espacio social del aula sin aplicar la disciplina como método.
Cuerpo. “Hoy en la escuela no se habla de inteligencia emocional, ni de la importancia del mobiliario o la educación afectiva y sexual. Los problemas con el porno”, apunta la profesora María Acaso. “Un niño que se mueve aprende mejor que uno que está sentado. De eso va también el aprendizaje con el movimiento”.
Experiencias. Aprenderán metodologías activas como el aprendizaje por proyectos. “Tienen que formar a individuos inquietos, que quieran seguir aprendiendo durante toda su vida”, dice Rodríguez de las Heras.
El profesor como investigador. Investigarán y probarán nuevos sistemas de evaluación. “Hay que salir de la evaluación con números, basada en el castigo. Evitar la ansiedad y el dolor asociados a los exámenes”, recalca María Acaso. En el máster de formación del profesorado (el antiguo CAP) solo se enseñan los métodos tradicionales de evaluación.
Herramientas. “Los alumnos de hoy son casi hackers. Los profesores entenderán cómo aprenden los jóvenes hoy y manejarán herramientas para saber moverse en ese ecosistema”, informa Rodríguez de las Heras.
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