En las últimas semanas hay una avalancha de casos de corrupción en los que
están implicados dirigentes y altos cargos del gobernante Partido Popular. ¿Qué
hace la cúpula del Partido Popular además de no reconocerlo ('solo son casos
aislados)? Intentar controlar la administración de justicia. Rafael Catalá,
ministro de Justicia, es el encargado de controlar la Fiscalía, por eso en sus
tres años de ministro ha habido tres fiscales generales del Estado.
Torres-Dulce, que dimitió porque no aceptó que lo controlara el Gobierno;
Consuelo Madrigal, que tampoco se quiso doblegar al ejecutivo y José Manuel
Maza, a las órdenes del gobierno.
Ya Fiscal General, Maza hizo los
cambios de fiscal jefe de la Audiencia Nacional y fiscal jefe de Anticorrupción a los que se negó su antecesora. Y
sustituyó de una tacada a más de 30 fiscales que investigaban casos concretos
de corrupción que afectan al partido Popular.
El mensaje estaba claro: el fiscal que
investiga la corrupción que afecte al PP, salta.
La jugada principal de Maza fue imponer
a Manuel Moix, muy leal al Partido Popular como puede
comprobarse por sus actuaciones como fiscal en años anteriores.
Y mientras Maza y Moix, ya nombrado,
actuaban en beneficio del Partido Popular, Dolores de Cospedal, secretaria
general y ministra de Defensa, conseguía que la magistrada Concepción Espejel
fuera nombrada presidenta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que
resolverá recursos penales de casos de corrupción de los casos Púnica y Lezo;
casos que afectan a cargos del Partido Popular directamente. Son tan conocidas
y considerables la conformidad y afinidad de esa magistrada con el Partido
Popular que fue apartada dos veces por sus compañeros jueces de tribunal de
juzgar el caso Gürtel.
Lo ha formulado de modo diáfano el
filósofo Antoni Doménech:“Salta a la
vista que en el Reino de España el poder ejecutivo, aun en clara minoría
parlamentaria, controla la justicia a su placer”.
Con las infecciones, con la
podredumbre, sucede que de no atajarlas infectan todo a su alrededor. Es
indudable que la exigencia de cambio político es cada vez más acuciante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario