Cuando un diputado inglés argumentó que no podía negarse que Trillo representaba a un país que había trascendido solo porque se caracterizaba por "las tortillas. los burros, lo toros y las sevillanas", ya di mi opinión acerca de este sujeto. Ni que hablar cuando arengando a las tropas de Honduras durante su permanencia en aquel país felicitó al ejército de otro país, Nicaragua, porque no le interesaba ni sabía donde estaba; o cuando trascendió que mantenía en un palacete de Londres a un mayordomo que cobraba más de 4000 libras, para que lo sirviera, se acabó. El corredor de fondo que dirige a España ni se dio por enterado. Tampoco en este caso le dio importancia a que el Trillo este "mezclara" los cadáveres de los militares del YAK para entregar lo antes posible sus restos a los deudos. Una verdadera verguenza que el corredor de fondo volviera a ser reelegido y que España no haya reaccionado.
A PROPÓSITO DE TRILLO
Cuando el Yak-42 se estrelló, La Moncloa activó un protocolo de emergencia: salvar al soldado Trillo. Desde finales de 2002 hasta 2004 fueron meses convulsos en los que el interés personal de Aznar por meter a España en la guerra personal de su amigo americano había hecho que la calle se girara hacia el Gobierno con recelo. Los protocolos de emergencia, cuando el pueblo recela del gobernante, suelen consistir en poner en marcha, en el menor tiempo posible, la teoría del circulen, aquí no hay nada que ver. Meses antes del accidente en Turquía, el protocolo se activó en Galicia con el entonces portavoz del Gobierno Mariano Rajoy como protagonista: son unos hilillos de plastilina, dijo, y empujó al barco mar adentro, donde el pueblo receloso no pudiera verlo. El final del ciclo convulso fue en Madrid, con Acebes empujando el 11-M de una patada a Euskadi. En medio de todo eso, Turquía no fue distinto.
A falta de vehículo que empujar, y mientras los familiares de los fallecidos en el accidente aéreo denunciaban las condiciones en las que viajaban aquellos militares, lo que se empujó a toda prisa fueron cadáveres. “Como si estuvieran repartiendo cartas”, explicaba esta misma mañana un familiar de los muchos que recibió los restos de un cuerpo que no se correspondía con el de su hijo o hermano. Aquellos meses acabaron con el pueblo cambiando su estado de receloso a encabronado y con Trillo y los demás operarios de protocolos saliendo del Gobierno. Al soldado Trillo se le salvó. Mantuvo su escaño durante los años de oposición. Sin el BOE a mano, no había mejor medalla que ponerle. Cuando años después el BOE se puso a tiro, la medalla a Trillo llegó.
El partido político que tiene como hit habitual aquello de la meritocracia sacó una vez más la calculadora de calcular méritos y, en otro caso matemático formidable, le salió como resultado que Federico Trillo, el hombre del Yak que no sabía hablar inglés, debería acabar con una jubilación dorada en la embajada española en Reino Unido. 14 años después del accidente, habiendo concluido el Consejo de Estado lo que todos sabíamos, Trillo dejará la embajada. No por falta de meritocracia, subrayan los de la calculadora de méritos, sino porque serán relevados 70 embajadores. Otro empujón que aleja de la vista del pueblo la asunción de responsabilidades.
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