jueves, 12 de enero de 2017

LOS DIENTES DE INDA

Botellín de cerveza en mano, he podido charlar alguna vez con Juan Torres. Cuando se habla con él de política, el catedrático de Economía opina con formas de profesor prudente, pero sin cortarse un pelo a la hora de repartir de forma crítica entre quienes le consideran cercano. No, no tiene militancia con nadie, ni pertenece a Podemos, aunque uno, con la chapa del botellín aún sin abrir, pensara en un principio que estaba ante el economista podemita de cabecera. Al segundo trago queda claro que una cosa es participar en una propuesta económica y otra la militancia. La única etiqueta bien puesta era la del botellín. Lo que mueve al conocido economista no son las siglas, sino un compromiso: el que tiene con una idea de economía alternativa que nunca sale en las páginas de color salmón. Por esa idea de economía escribe libros, por esa idea da clases, participa en charlas y debates y por esa idea se mueve de un lugar a otro.
Para hablar de esa idea que le mueve, Juan Torres volvió a moverse el pasado sábado. Desde Sevilla hasta un plató en Madrid, un espacio privilegiado por las posibilidades de difusión que da la tele. Juan Torres es un hombre al que merece la pena escuchar. Con botellín o sin él, allí estábamos muchos, esperando un buen rato delante de la pantalla.
EN UN FORMATO EN EL QUE, CON INDA JUGANDO EL PAPEL DE INDA, NO HAY ESPERANZA DE VIDA PARA LOS MATICES O LAS EXPLICACIONES COMPLEJAS
Un catedrático de Economía, con algo que decir en el prime time del sábado noche, no deja de ser buena noticia. Comenzaba el debate entre Juan Torres y los periodistas y, como una decepción esperada, apareció, siempre aparece porque siempre lo invitan desde los despachos nobles, Eduardo Inda. Estuviste en Venezuela, acusaban los dientes de su boca, nada más comenzar el debate y el debate había que pararlo. Asesorar no es comulgar, explicaba antes de poder continuar con la economía el catedrático, pero ya daba igual. En un formato en el que, con Inda jugando el papel de Inda, no hay esperanza de vida para los matices o las explicaciones complejas, cualquier esfuerzo es sólo gasto de energía. Eres de Podemos, seguían los dientes de Inda interrumpiendo la conversación a pesar de que momentos antes el profesor ya hubiera desmentido a aquellos dientes que tuviera militancia con nadie. Tus propuestas económicas no han funcionado en Venezuela, volvían a la carga los huesos de la boca y muchos echamos ojo al mando a distancia, como pasa cada sábado que volvemos a picar, olvidando de qué va este juego.
Muera la inteligencia, viva la muerte, gritaba Millán-Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca hace 80 años. Tras la bronca montada por los hooligans, Unamuno se fue. Millán-Astray se quedó. La estrategia semanal de destruir lo que podría ser un buen espacio de televisión sigue estando vigente semana tras semana y los dientes de Inda siguen con pasaporte de inmunidad diplomática. Si quieres esquivar mentiras, tírate al barro. Si no te gusta, ahí está la puerta. Como hace 80 años, Juan Torres se fue y Eduardo Inda, esta vez sin parche en el ojo, se quedó. Muera la inteligencia, viva nuestra tele.

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