Carlos A Trevisi
Hay tanto para decir, son
tantas las cosas que pasan en este mundo, que es
un pecado dejarlas
transcurrir, así, simplemente, como si nos fueran ajenas.
Tenemos que comprometernos con el
mundo, asumirlo con entereza.
El desafío es mayúsculo;la impudicia se señorea como
nunca antes.
Sin embargo, al mismo tiempo y
como sin duda ha sido desde siempre,
qué maravilla la sonrisa de un niño, su
carita admirada ante un acto
de magia, su descubrimiento de la lectura, su
vitalidad... El renovado
placer de recorrer un Louvre, un Orsay, un museo de
Bellas Artes
en Buenos Aires o el magnífico Museo del Prado, todos
ellos habitados por
generosas armonías... una sentada a la orilla del
Sena, una charla con tu
hijo, un reconocimiento a la mujer o al hombre que
amas... Un partido de
fútbol, los flirteos con el balón, la emoción del
gol...
Un coche veloz, el mar... Gente y más gente paseando por la
ciudad,
mirando escaparates, asidos de la mano, jóvenes devorándose de amor,
la
amistad... Dos viejos sentados a una puerta ordenando sus memorias
antes de;
una montaña, un río, un esquiador bajando por la ladera, una
película, una obra
de teatro, un concierto al aire libre, un libro, un cielo azul,
una cena, un
buen vino... la muerte espléndida de un hombre bueno.
Todas esas cosas tenemos que
contarnos.
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