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EUROPA PRESS
MADRID. -Largas jornadas laborales, condiciones de trabajo insalubles y peligrosas, salarios exiguos o inexistentes... esa es la realidad para 168 millones de niños en todo el mundo. Acabar con esta práctica, que sigue estando muy difundida en las cadenas de suministro para los productos que consumimos en Occidente, es una "tarea de todos", según el director general de la Organización Internacional de Trabajadores (OIT), Guy Ryder.
Según los últimos datos de la OIT, se calcula que a nivel mundial hay 168 millones de niños que participan en distintas formas de trabajo infantil, principalmente en la agricultura y la economía informal, de los que 85 millones realizan trabajos peligrosos.
De acuerdo con el Fondo de la ONU par la Infancia Unicef, alrededor del 13 por ciento de los niños de entre 5 y 14 años de los países en vías de desarrollo están implicados en trabajo infantil. África Subsahariana es la región donde hay una mayor proporción (25 por ciento), mientras que en el caso de Asia, el 12 por ciento realizan trabajos potencialmente peligrosos.
Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra este 2012, la OIT se ha fijado el objetivo de poner el acento de la presencia de esta práctica en las cadenas de suministro, no solo a nivel mundial, sino también a nivel local y nacional.
Según Ryder, "hay indicios alentadores de que existe la voluntad de actuar para impedir el trabajo infantil y lograr una transparencia y visibilidad mayores en todos los elementos que componen las cadenas de suministro, así como una aplicación más eficaz de la legislación pertinente".
En este sentido, según ha subrayado la oficial de cooperación y derechos de la infancia de UNICEF Comité Español, Rocío Vicente, las empresas tienen un "importante papel" que desempeñar, dado que su relevancia en la sociedad actual cada vez es mayor, y "son actores clave para avanzar en la protección de los derechos de la infancia".
UNICEF está trabajando precisamente con las empresas con el fin de que adopten principios y códigos de conducta que "vigilen que dentro de las cadenas de suministro no haya condiciones que propicien el trabajo infantil, prácticas empresariales que respeten condiciones laborales mínimas, con horarios apropiados, condiciones salubres de trabajo...".
Según Vicente, dado que "el trabajo infantil no solo es ilegal y es una práctica que vulnera los derechos, sino que a nivel social está mal visto", por lo que "cada vez son más las empresas que tienen códigos de conducta" que vigilan sus cadenas de producción y crean entornos de trabajo más saludables.
El papel de las empresas
El papel de las empresas
Desde Human Rights Watch también apelan a la responsabilidad de las empresas. "Los consumidores normalmente no tienen forma de saber si la comida que comen, la ropa y las joyas que llevan, u otros productos que compran fueron fabricados con trabajo infantil", ha reconocido Jo Becker, directora de Derechos del Niño en HRW.
La ONG ha subrayado que en la economía global actual, las empresas a menudo dependen de complicadas cadenas de suministro, en las que los materiales pueden haberse producido en distintos países, ser procesados o ensamblados en otros y consumidos en todo el mundo. "Los niños pueden ser explotados en cualquier etapa de la cadena de suministro, pero el trabajo el infantil es más común en las fases iniciales", ha resaltado.
Así las cosas, HRW ha lamentado que los estándares actuales sobre empresas y trabajo infantil no tengan carácter vinculante. "Cuando los estándares son voluntarios, algunas empresas se los toman en serio, pero otras simplemente los ignoran aunque las vidas y la seguridad de los niños y otros trabajadores esté en juego", ha incidido Becker.
"Los gobiernos deberían imponer normas vinculantes a las empresas para asegurarse de que afrontan el trabajo infantil y otros abusos a los Derechos Humanos a lo largo de sus cadenas de suministro", ha reclamado la responsable de HRW.
En este sentido, la responsable de UNICEF ha puesto el acento en que la Convención de Derechos del Niño, que tiene carácter vinculante, estipula una edad mínima para trabajar, que suele situarse en los 15 años, mientras que se eleva hasta los 18 años en los casos de las peores formas de explotación. Dicha edad mínima, no obstante, está vinculada a la "edad de escolarización obligatoria" en los países, que en el caso de España es los 16 años.
Perpetuación del ciclo de pobreza
Perpetuación del ciclo de pobreza
Al margen de todo ello, la responsable de UNICEF ha subrayado la importancia de acabar con el trabajo infantil porque con esta práctica "se perpetúa el ciclo de pobreza". "Un niño que está trabajando es un niño que no está en la escuela, que no está jugando, que no se está desarrollando como niño", ha lamentado.
En general, los niños que trabajan "suelen ser los más vulnerables", como ocurre actualmente ahora por ejemplo con los refugiados sirios, pero también con las comunidades más desfavorecidas como pueden ser los indígenas, ha explicado Vicente, reconociendo que aunque se está trabajando para acabar con el trabajo infantil "aunque queda mucho por hacer".
Por su parte, la portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz, ha denunciado que se trata de "niños y niñas que con engaños o por la oferta de una vida mejor dejan sus hogares y se marchan a trabajar en edades en las que deberían estar aprendiendo en la escuela y jugando en el patio".
"Un niño alejado de su familia, al que maltratan... es un trabajador silencioso y obediente, porque no conoce sus derechos ni tampoco otra realidad", ha añadido, incidiendo en que detrás de las cifras hay infancias que han dejado de serlo y niños que en algunos casos que trabajan "más de 15 horas al día sin poder moverse a cambio
un plato de comida".
Así las cosas, el director general de la OIT se ha mostrado optimista de que se pueda acabar con el trabajo infantil como se fijó en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: "Si actuamos unidos, está en nuestras manos lograr que el futuro del trabajo sea un futuro sin trabajo infantil".
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