sábado, 5 de septiembre de 2015

¿ASIMILACION O INTEGRACIÓN?

¿Asimilación o integración?

    La pugna entre modelos de integración ha estallado por fin en España, sorprendentemente, años después de que el tsunami de la inmigración se despertara y sumándose al calor del debate en Europa. ¿Integración o asimilación? ¿Multiculturalismo, gueto o convivencia? ¿Hasta qué punto permitir la diferencia? El País, 16 de febrero de 2008.

PRAXIS
    Cuadernos de Pedagogía2004        

Asimilación
Cuando una persona o un grupo copia y hace suyos aquellos valores, patrones de comportamiento y otros contenidos culturales que se le imponen, teniendo que renunciar a los propios, decimos que se ha asimilado.Sin embargo, el asimilacionismo, en términos socio-políticos, es un modelo, una estrategia de disolución y de eliminación de la diversidad cultural en contextos pluriculturales.
El asimilacionismo se presenta como una posición menos agresiva que otras más excluyentes, en el sentido que pretende una absorción social y política de aquellas personas que no pertenecen al grupo socioculturalmente dominante. Sin embargo, esta inclusión tiene un precio: la uniformización cultural, ya que parte del supuesto que aquellas personas que no pertenecen a un grupo socioculturalmente dominante irán asumiendo poco a poco los rasgos culturales de dicho grupo y abandonarán aquellos que les son propios.
Esta asimilación a menudo se confunde con la integración: si los grupos minoritarios se adaptan a la sociedad receptora dominante nos evitaremos los problemas y los conflictos que las diferencias nos imponen, y se superarán las situaciones discriminatorias, al absorber la mayoría dominante a estos grupos minoritarios. Ejemplo de ello es la idea bastante extendida de que los problemas de integración que tienen las personas inmigradas que llegan a nuestro territorio serán superados por las segundas generaciones, ya que a través del proceso educativo y de socialización que recibirán en la escuela, y que compartirán con los hijos y las hijas de la sociedad receptora, todos tendrán la misma escala de valores, observarán las mismas costumbres, tendrán las mismas oportunidades y, en definitiva, serán como nosotros, como nuestros hijos e hijas.
        
Integración


La integración no debe pretender ni la asimilación cultural ni la sumisión social de los recién llegados a unas normas y unas costumbres fijadas. Tampoco es una tarea que deban realizar únicamente los excluidos. Una definición de integración podría empezar postulando la necesidad de considerarla simultáneamente como un proyecto, un derecho y un deber social. La integración de dos o más grupos diferentes debe ser un fruto que vaya madurando lentamente a partir de la voluntad activa e inequívoca de todas las partes por resolver positivamente los inevitables conflictos culturales y sociales que emergerán. Mientras persistan la inseguridad y la precariedad que caracterizan el actual estatus de los excluidos y no se reconozcan sus derechos cívicos y políticos fundamentales, pretender su integración es un sarcasmo.

La integración es una forma de liberación colectiva --mientras haya un solo excluido, nadie puede sentirse integrado-- que ni se pide ni se ofrece ni se puede dar; es preciso ganarla, día a día, con el ejercicio por parte de todos de una conciudadanía militante, que comporte la lucha contra toda clase de exclusión y a favor de una verdadera igualdad de oportunidades y derechos. La integración es, pues, en resumen, un proyecto sociocultural utópico: el proceso de construcción de un nuevo espacio social (imaginario colectivo, valores compartidos...) en el que todos nos deberíamos sentir acogidos, reconocidos y respetados. Un proceso en el que todos tenemos el derecho y el deber de participar como sujetos actores, sabiendo de antemano que tan importante es la meta como el camino que vamos haciendo, ya que es en esta tarea que vamos construyéndonos, los unos a los otros, como seres socialmente integrados.



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