Por Carlos A. Trevisi
En GUADARRAMA EN MARCHA (http://guadarramaenmarcha.blogspot.com/)
nos hemos referido con toda claridad
al nacionalismo y no creo que quepa en esta
instancia que insistamos en lo mismo.
El momento que nos toca vivir no admite
que eludamos el encuentro ni tampoco que nos quedemos en la simple
relación. Es evidente que en este caso, que afecta
no solo a España, hay en juego muchos intereses y muchas más variables
que alejan a los catalanes de la unidad. Acaso
sea una de las más importantes que se consideren diferentes y mejores.
Tanto España como Cataluña juegan con el estado
de decrepitud en el que se han precipitado. Cataluña con 800 mil parados
y el gobierno español mintiendo acerca de
una recuperación que solo ven los políticos del P.P. -con un total
de 5 millones de desocupados -excluyendo a los 800 mil
catalanes- necesitan distractores que pesen tanto como para opacar el
desastre en el que han hecho caer a sus respectivos
ámbitos de acción política. Nada mejor que alentar el nacionalismo de
las partes como para distraer a la ciudadanía.
Y lo han logrado. Se ha incrementado ese fervor a extremos tales
que la ciudadanía catalana ya cree que
independizándose se quitará de encima el "lastre" de una España que no
hace más que postergarlos. Por su parte el resto de
España, más allá de otras consideraciones que habría que evaluar
seriamente -no es lo mismo Cataluña que el resto de
España y no por ser mejor sino por ser distinta.
España todavía no es europea. Hemos
desaprovechado los treinta años que llevamos en democracia (¿democracia
o partidocracia?). Han sido años de un
crecimiento "prestado" por Europa que no hemos sabido aprovechar.
Nuestro afán libertario no se tradujo en crecimiento.
Fue apenas el disfrute de una España en la que reinó la diversión y la
especulación.
El resultado es que estamos atados a una educación desactualizada que sigue los patrones de principios de
siglo: escuchar, memorizar, repetir, todos sometidos al
manual único (que imponen las editoriales) de modo que nadie pueda
participar, disentir, comentar o dialogar.
Cualquier cambio que hagamos en la
territorialidad del país no nos alejará de un estado de cosas que
seguirá dependiendo de otros factores. Es menester un acuerdo,
una puesta en común que nos lleve a integrar objetivos -los "objetos de
los que nos valdremos- y metas, -los fines
que perseguimos. Si elegimos mal los objetivos podremos cambiarlos por
otros, pero si no coincidimos en las metas no habrá
cambio posible.
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