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Doña
Europa y sus hijas
Frei Betto, Escritor
y asesor de movimentos sociais Enviado por Ricardo Plaul desde Argentina
Adital
Doña
Europa se liberó hace siglos de la tutela del Señor Feudal, al cual estuvo
sometida durante mil años. La tríada compuesta por Copérnico, Galileo y
Descartes se casó con el Señor Moderno Liberal y puso su casa en el barrio de
la Democracia.
Doña
Europa puso la alfombra de los nobles, dio una cuchufleta al papa y eligió
gobiernos constitucionales que cambiaron el trueque por la moneda, evitaron
hacer uso de mano de obra esclava y transformaron a antiguos campesinos en
obreros ganadores de un salario.
Doña
Europa pasó a alimentar ambiciones desmedidas. Miró con ojo distraído el
inmenso mapamundi que cubría la sala de su casa. ¡Cuántas riquezas había en
aquellas tierras habitadas por nativos ignorantes! ¡Cuántas tierras cultivables
cubiertas por la exuberancia paradisíaca de la naturaleza!
Doña
Europa lanzó al mar su flota en busca de ricos botines situados en tierras
ajenas. Los navegantes invadieron territorios, saquearon aldeas, diseminaron
epidemias, extrajeron minerales preciosos, pusieron cercas donde todo era de
uso común hasta entonces.
Doña
Europa practicó en otros pueblos lo que se negaba a hacer en su propia casa:
impuso imperios, reinos y dictadores; inhibió el acceso a la cultura ilustrada;
implantó el trabajo esclavo; prohibió la industrialización; internacionalizó
normas económicas que le eran favorables, en detrimento de los pueblos lejanos.
Uno de
los pueblos de ultramar dominados por Doña Europa tuvo la osadía de rebelarse,
en 1776, emancipándose de la tutela, y se volvió más poderoso que ella: el Tío
Sam.
El
profesor Maquiavelo le enseñó a Doña Europa que cuando no se puede vencer al
enemigo es mejor aliarse con él. Por eso ella se asoció al Tío Sam para ejercer
dominio sobre el mundo.
Doña
Europa y el Tío Sam acumularon tan exagerada riqueza que cedieron a la ilusión
de que serían eternos el lujo y la ostentación en que vivían. Todo en sus casas
era maravilloso. Y sus monedas relucían unas sobre otras.
Pero no
hay casa sin cimientos, ni árbol sin raíces o riqueza sin peso. Para mantener
el estilo de vida al que se habían acostumbrado, Doña Europa y el Tío Sam
gastaban más de lo que tenían; y de repente constataron que se encontraban
apabullados por deudas astronómicas. ¿Qué harían?
La
primera medida fue la adoptada durante una turbulencia en un viaje en avión:
abrocharse los cinturones. No el de ellos, claro, sino el de sus empleados:
despidieron a algunos, a otros les bajaron el sueldo, dejaron de consumir
productos importados… de ese modo la crisis del dúo se extendió por todas
partes.
Doña
Europa y el Tío Sam no son tontos. Saben dónde está el dinero: en los bancos.
El Tío Sam, viendo el rumbo de su economía, puso a funcionar la máquina de la
Casa de la Moneda y socorrió a los bancos con al menos US$ 180 mil millones.
Doña
Europa tiene varias hijas. Según ella, algunas no supieron administrar bien su
fortuna. La hermosa Grecia parece haber perdido la sabiduría; gastó mucho más
de lo que podía. Y lo mismo sucedió con la seductora Italia, la encantadora
España y la tímida Irlanda.
Como el
arca de la familia es de uso común, Doña Europa se vio envuelta en varias
aflicciones. Entonces castigó a las hijas gastonas y acudió a la más rica de
todas, la severa Alemania, lo cual en política equivale a socorrer a las
endeudadas.
Pero
Alemania es mañosa. Dice que sólo socorrerá a las hermanas si le permiten que
controle sus gastos. Lo que significa cortar las alas a las mozas, lo que en
política equivale a anular su soberanía.
Hoy día
en la casa de Doña Europa sólo es soberana la pudorosa Alemania. El resto de la
familia es dependiente y está castigada. La más salerosa de las hijas, Francia,
se muestra rebelde. Después de haber estado como uña y carne con Alemania,
ahora que se cambió el enamorado trata a la hermana con desconfianza.
Y
nosotros, aquí en el sur del mundo, que aun no hemos cortado el cordón
umbilical con el Tío Sam y Doña Europa, corremos el peligro de quedar
resfriados si Doña Europa continúa estornudando, alérgica a un futuro
tenebroso: la agonía y la muerte del dios Mercado, cuyos fieles devotos andan
sumergidos en una profunda crisis de increencia.
[Frei
Betto es escritor, autor de "Calendario del poder”, entre otros libros. www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.
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