domingo, 8 de julio de 2012

ACERCA DE LA NECESIDAD DE UN CAMBIO

                                                                           
GUADARRAMA EN MARCHA
Asociación cultural
El cambio

El ser humano, al igual que el animal, nace uno en la especie pero idéntico a todos los demás. Sin embargo, anidan en él unas potencias que lo diferencian de cualquier otro ser vivo. Su capacidad para pensar, para amar, para ser libre y para el pleno ejercicio de su voluntad lo identifican como el único individuo en condiciones de cambiar sus propias circunstancias. La vaca, vaca muere; el hombre nace individuo pero tiene la posibilidad de morir persona. Y llega a ser persona cuando, en diálogo con los demás hombres, asume su propia creación. Es creador aquél sobre el que ha pesado una férrea educación que lo ha obligado éticamente con la vida, que lo ha impulsado irremediablemente a ser crítico, solidario, comunitario, exigente, amplio, reflexivo, abierto, independiente, apasionado, consecuente, dialógico, ocioso, democrático, comprensivo, valiente... a vivir en busca de la verdad. El mero individuo, carente de esas actitudes, vive sumido en la intrascendencia de los convencionalismos es cobarde, inflexible, autoritario, machista, obcecado, miserable, monológico, egoísta, negocioso, inconsecuente, pragmático, servil... Educarse, será, entonces, satisfacer la necesidad de plenitud de las potencias que nos caracterizan como seres humanos; transformadas éstas en actitudes, nos asumiremos personas con visión de nosotros mismos y del entorno como para insertarnos en él según nuestras propias capacidades.
La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo (Paulo Freire), es llegar a lo más profundo del encuentro para obtener resultados compartibles y ser capaces de poner en acto nuestros conocimientos y valores. (Ortega decía que toda obra creadora es hija del descontento, de la insatisfacción). El conformismo paraliza las energías vueltas hacia la acción. La educación es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad, en que le pierda miedo a la libertad, en que pueda favorecer en el educando un proceso de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad (Paulo Freire) Una educación integradora logrará que el hombre sea amplio para abarcar y tan abierto como para dejarse abarcar, combinación ésta que lo pondrá en común con los demás. Deberá asumir que su libertad, que es uno de los bienes más preciados de que dispone, no es negociable, que es sumamente frágil y que se consigue con un ejercicio permanente de su independencia. Finalmente, entenderá que ser solidario es algo más que dar: es darse. Una educación así concebida, que nos pone en común, se orienta hacia los valores ciudadanos. la ciudadanía, no obstante, dadas las circunstancias que nos tocan vivir, padece la presión de una derecha políticamente opresiva que ha institucionalizado los conflictos. Mucho nos falta si queremos alcanzar los altos niveles de civismo  que exponen países como Francia, Alemania o Inglaterra.
Los países arrastran consigo una historia de la que no pueden librarse fácilmente. Esa historia puede disimularse en los pliegos de la desmemoria o permanecer permanentemente activa.
Inglaterra y Alemania son modelos de países en cuanto han procesado su historia, la han digerido y aceptado. Apoyándose en esa memoria activa han demostrado a lo largo del tiempo un comportamiento ciudadano ejemplar. El fundamento operativo de esa conciencia ciudadana ha sido la educación. En ese marco lo actitudinal siempre ha tenido preeminencia. Es así como la currícula inglesa adopta formas de enseñanza en la que al alumno es el verdadero sujeto del proceso. El despertar de los niños al aprendizaje contempla, por ejemplo, que los chicos, reunidos en asamblea, dramaticen situaciones en las que se ponen en juego las relaciones que deben sostener los ciudadanos entre sí. 
Hemos reiterado en varias ocasiones la necesidad de que nuestra educación debe orientarse hacia lo actitudinal para acceder al conocimiento. La tan vilipendiada LOE contiene este principio. Si despertamos en los chicos una voluntad de conocimiento, serán ellos mismos los que busquen la información necesaria para satisfacer esos espacios vacíos que se encuentran a cada paso en cualquier proceso de aprendizaje.
No importa saber cuánto mide el río “El Tajo” hasta que nos enfrentamos con la necesidad de saberlo. Cualquier estudio que nos lo imponga fuera de contexto caerá en el olvido.
El tema viene a cuento porque en España, donde carecemos de una pedagogía que ponga en acto este tipo de actividades y conocimientos, estamos asistiendo a una masacre de la conciencia ciudadana por parte de la derecha que, aprovechando el aletargamiento del pueblo español en materia política, escandaliza en torno de eventuales catástrofes que los hechos demuestran y demostrarán que no pasan de simples diferencias en busca de un acuerdo. Al igual que el “sistema” que, con la globalización, institucionaliza los conflictos: «establezcamos un conflicto que de lugar a otro conflicto que origine otro conflicto...» la derecha  no pierde ocasión en originarlos.
Voy a apelar a un cita del Prof. Héctor Penna (Univ. de  Buenos Aires Y Universidad de Columbia), con motivo de los comentarios que sobre política deslizamos en  ”El Socialdemócrata”, que ratifica enteramente esto de la “creación de conflictos” y su institucionalización. 

Reitero que mucho nos falta si queremos alcanzar los altos niveles de civismo  que exponen los países citados más arriba.


Acerca del cambio
por Carlos A. Trevisi

La vida es cambio; todo lo que atañe a la vida es cambiante. Aunque nada hagamos para cambiar, cambiamos por la fuerza de exigencias que nos involucran sin atenuantes. Negar los cambios es vivir en el pasado, cerrarse a la realidad, quedar inmerso en la soledad y el desasosiego, dejar vía libre para que se entronicen el egoísmo y la especulación. El camino que se transita desde las potencialidades -virtudes generativas exclusivas del ser humano- hacia los actos, es de cambio. Somos concebidos con capacidad para amar, para desarrollar nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestra libertad y desde que irrumpimos en el mundo, comenzamos el tránsito hacia el amo, pienso, puedo, soy libre; hacia nuestro propio crecimiento. Se crece, únicamente, en estado de permanente cambio e incertidumbre; nada está garantizado. Sin embargo, ésa es la sal de la vida: que seamos infinitos. Triste destino el de los hombres que no saben gozar de los privilegios de su infinitud, de su propia creación. Es función de la familia y de la escuela que asumamos nuestra infinitud creadora, esta característica soberana que se extiende a todo lo que el hombre hace: su cultura. Nos toca vivir una época de cambios acelerados. El entrecruzamiento de variables se constituye en una red que ha terminado con la linealidad 'causa-efecto' en beneficio de una intercausalidad que reina indiscutida: todo tiene que ver con todo; todo es susceptible de integrarse con todo.  Los que solíamos hablar de "la educación de nuestros hijos" apenas si somos aprendices atónitos en un mundo mediático plagado de imágenes y ordenadores. El eje de la "enseñanza" se ha tornado errático ¿Qué podemos "enseñar" cuando la realidad ha satisfecho hasta el hartazgo la natural arborescencia del aprendizaje? La red crece tan velozmente que para mantener el sistema en equilibrio se ha hecho impres-cindible actuar con gran precisión. Es imperioso que la escuela participe de la red y, velocidad mediante, se mantenga en ella; que se integre a la realidad e integre a las partes actuantes; que se actualice para mantenerse en un equilibrio homeos-tático, de acomodamiento y cambio ante lo que se avecina.
Ahí debemos estar padres y maestros.

La reforma educativa –que es imprescindible para dar marco y sostenibilidad al sistema- exige esta actitud de parte de los maestros. En una clase donde se han "mezclado" todo tipo de chicos, desde los naturalmente capaces hasta los que tienen serios problemas de aprendizaje, depende del maestro que se "combinen".  ¿Cómo se puede enseñar impunemente –y dicho con toda intención- la ley de Boyle Mariotte a un chico cuya preocupación es llegar a ser como Cristiano Ronaldo, (el jugador de fútbol) o que no sabe de su familia, o que ni siquiera entiende qué es lo que le pasa, junto a otros que podrían abordar el aprendizaje sin dificultades?

Didácticamente habría que recrear las circunstancias socio-histórico-científicas que autorizaron el descubrimiento del tal Boyle, lo que va a concitar la atención de todo el grupo, aún de los chicos con problemas de aprendizaje, con más interés que si lanza la famosa ley cuyo descubrimiento compartió con Mariotte.
Recién entonces iremos a los datos, que, en cuanto tales, los habrá para todas las posibilidades: algunos investigarán  cómo eran las costumbres de la Inglaterra del siglo XVII  y otros la ley que afirma que el volumen de un gas a temperatura cons-tante es inversamente proporcional a su presión.

Sin duda, esto exige una capacidad de maniobra didáctica  de tal envergadura que es necesario capacitar al personal docente: no basta con saber física para dar clase. Hay que ser maestro. Y ser maestro exige un reconocimiento por parte del estado: no le puede faltar nada.

Parte de la solución pasa por la motivación y por el abordaje de un tipo de proyecto didáctico que se integre pedagógicamente con el interés de los niños. Entendemos por tal proyecto una integración de disciplinas con un objetivo que las excede en lo particular: el descubrimiento, por parte de los alumnos, de una nueva y distinta perspectiva para aprehender la realidad; aqué-lla que resulta de la integración de los temas que ellos mismos eligieron para abordar los contenidos que se les imponen. De este modo, un trabajo de proyecto será lo que resulta de una tarea mancomunada maestro-alumno con eje en el aula, en respuesta a objetivos generales -de la escuela- y particulares -de la unidad áulica- y en satisfacción de consignas que prioricen el aprender por sobre el enseñar. Será producto de conclusiones, de las que es menester dejar un registro, y síntesis de la tarea llevada a cabo; deberá ser amplio para abarcar; abierto para incluir; flexible para facilitar la articulación de nuevos contenidos; heterogéneo en respuesta a los múltiples intereses de los alumnos; homogéneo en tanto resultante integradora de contenidos; estético en satisfacción de las formas; expandible en tanto autorice agregados a los contenidos ya existentes; e interrelacionado, de modo que subyazca una  red  que vincule los contenidos entre sí. Compete al maestro elaborar una estrategia de aprendizaje, elegir contenidos, destacar relaciones, establecer tiempos, orientar búsquedas y sugerir y administrar recursos y materiales. Compete a los alumnos elegir temas, transformar las relaciones en encuentros, conseguir material y manejar los recursos.

Si aceptamos el cambio como factor de crecimiento*, a la luz de lo visto, es indudable que
1.el crecimiento del chico es la meta;
2.el cambio es la consigna;
3.las actitudes para el cambio serán los objetivos a perseguir, los del encuadre del chico, los que eventualmente van a regir su vida: el ocio creativo, la amplitud, la apertura, la entrega, el diálogo, la comprensión, la voluntad, el amor, la libertad...
4.el maestro debe conducir el cambio incorporando nuevas tecnologías sin olvidarse de la tiza;
5.la PC es el recurso imprescindible para mantener el cambio bajo control: velocidad y precisión al alcance de la escuela.

NB. * Es de destacarse que la propuesta "cambiar para crecer" se opone a la tradicional, estática, que pone al hombre "de visita" en la vida: "Crecer para cambiar"


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