NOSOTROS LOS IMBÉCILES
Carlos A. Trevisi
Pocas cosas en
esta vida me atribulan más que un imbécil. La imbecilidad puede remitirse al
disfrute de fabricar casitas con cerillas o a proclamar las ventajas que
encierra su construcción. Esta última está animada por la íntima
necesidad que siente el imbécil de que uno comparta sus estragos afectivos. Y
si hay un ámbito en el que lo logra es en política. No es casual que los
políticos se hagan con el poder con nuestra anuencia. Somos nosotros mismos los
que, imbecilmente, dejamos en sus manos nuestros intereses.
Y tan contentos.
Bush, adalid del cristianismo y del
liberalismo no tiene ningún empacho en comprar periodistas para que le hagan
propaganda en EE.UU. y en el exterior (en países amigos y enemigos, da igual);
ordena a la CIA
que mate terroristas en cualquier parte del mundo; decide que la guerra contra
Irak es inevitable (pese a la entrega de 12.000 folios por parte de Sadam en
los que éste explica que no tiene las armas a las que tanto teme Bush), y ni se
le ocurre atacar a Corea del Norte que sí las tiene y que pasa de él como
el electorado argentino de los radicales. Su liberalismo no le impide
aumentar el déficit fiscal ni seguir adelante con el escudo antimisiles (que
cuesta una fortuna incalculable y que Clinton cajoneó porque era totalmente
inútil) cuando cualquiera sabe, como quedó demostrado con las Torres
Gemelas, que el terrorismo entra a EE.UU. con pasaporte.
Blair, de izquierdas (si los hay), de
profundísimo sentido religioso (nótese: “sentido” pero no “conciencia”
religiosa: acaba de convertirse al catolicismo) y hombre de familia, adora a
Bush y tiene 40.000 hombres de élite disponibles para atacar a Irak (a la voz
de “aura”, allá vamos, Father Bush); se abraza con Berlusconi (que merece un párrafo aparte: viene armando
su propia justicia para no ir preso, lo que no lo inhibe, en un arrebato
de religiosidad hacer colgar crucifijos en cuanta pared se levanta en
Italia y presentarse en este año 2008 como candidato al gobierno de Italia y ¡¡¡ganar las elecciones!!!). –Ver Italia
en EUROPA en
Así, mientras los señores de la justicia, de
la democracia y de la libertad, los que nos dicen qué hacer y nos obligan a
todos sus cómos para ser igual a ellos, millones de chicos mueren de
hambre y de cuanta peste señorea por el mundo, y el SIDA sigue asolando
por doquier.
En ese “mientras tanto” entramos nosotros
que, en España, nos ensimismamos con los problemas del Barcelona Fútbol Club,
nos preguntamos qué le habrá pasado a la gordita Rosa de Operación Triunfo, o
cómo andan los golfos de Gran Hermano (donde, como no podía ser de otro modo,
ya se han colado dos argentinos); y en Argentina, los “nosotros” que quedaron
allá, alucinamos con la rentreé de Menem como senador.
Es
que somos unos imbéciles; unos imbéciles rampantes.
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