viernes, 24 de febrero de 2017

LOS LIBROS PROHIBIDOS DURANTE LA DICTADURA FRANQUISTA

LOS LIBROS PROHIBIDOS DURANTE LA DICTADURA FRANQUISTA
Posted by Raquel C. Pico On febrero 20, 2017 In Destacado, Listas 9 Comments
Cuando terminé de leer Nada, de Carmen Laforet, el pasado mes de diciembre (era mi último libro del retópata), lo que más me sorprendió fue que aquel libro hubiese pasado la censura franquista cuando se publicó en los años 40. Luego leí la introducción y explicaban que lo habían considerado un libro sobre un jovencita, algo intrascendente. Nada tuvo, se podría decir, suerte. Muchos otros libros no la tuvieron y cayeron víctimas de la censura.

Las autoridades franquistas controlaban los libros que se publicaban y los que ya existían. Se purgaron las bibliotecas públicas y se hicieron quemas de libros. En A Coruña, por ejemplo, se hizo una pira en 1936 con libros de la biblioteca de Santiago Casares Quiroga. Otro ejemplo: En 1939, para celebrar la Fiesta del Libro, el Sindicato Español Universitario quemó libros: ardieron Voltaire, Lamartine, Marx, Freud o Rousseau. En Barcelona se destruyeron justo después de la Guerra Civil 72 toneladas de libros de editoriales y bibliotecas públicas y privadas.

¿Cuántos libros fueron censurados? No hemos encontrado fuentes con cifras exactas y concretas, aunque sí muchos artículos sobre algunos títulos concretos. Los que siguen a continuación son algunos de los libros que fueron prohibidos por la censura durante la dictadura franquista, aunque muchos otros fueron alterados y manipulados. Este último punto es muy importante, no solo porque hacían que la obra fuese leída de un modo completamente diferente al que era en origen sino porque, increíblemente, sigue siendo la versión que leemos aún ahora de algunas obras.

Algunas novelas de la saga James Bond de Ian Fleming, algunas de las novelas de Ernest Hemingway o de Muriel Spark siguen siendo publicadas, como demostró una investigación de un experto de la Universidad de Glasgow, Jordi Cornella, con esas versiones de entonces. Cornella explicaba al Financial Times que no es una cuestión ideológica, sino más bien una cuestión económica (se usa una traducción que ya se tiene) o de ignorancia (no se sabe que es una versión censurada).

Piel de Asno
El cuento de hadas, que cuenta como la hija de un rey escapa de su padre disfrazada con una piel de asno (el padre se quería casar con ella), estuvo prohibido durante el franquismo. “El gobierno no lee esta historia en forma de cuento de hadas, sino desde el punto de vista de la moral, de que un padre no se puede casar con su hija ni la hija resultar victoriosa a base de trucos y mentiras. En lugar de respetar una historia de cientos de años, un cuento de hadas que, durante siglos ha contribuido, como todos los cuentos, a formar el pensamiento, nuestras estructuras mentales y la cultura de un pueblo, deciden prohibir su publicación”, explicaba César Sánchez Ortiz, profesor en la Facultad de Educación y Humanidades de la UCLM de Cuenca y miembro del grupo LIEL (Literatura Infantil y Educación Literaria), al hilo de una exposición sobre el tema.

La Celestina, de Fernando de Rojas
El libro fue uno de los eran expurgados de las bibliotecas públicas. La Celestina desapareció de los catálogos bibliotecarios. No fue el único libro que fue eliminado de los catálogos de las biblotecas públicas. También desaparecieron títulos como Sonata de otoño, de Valle-Inclán; Poesías completas , de Antonio Machado; La rebelión de la masas, de Ortega y Gasset; Guerra y paz, de Tolstoi o Crimen y castigo, de Dostoievski
1984, de George Orwell
El primer intento para publicar 1984 en España fue en 1950, cuando la editorial Destino pidió permiso a la Censura para sacarlos en castellano. Sorprendentemente, el censor no puso problemas por el contenido político del libro (aunque como recogen en El Confidencial partiendo de un estudio sobre el tema de Alberto Lázaro tampoco es tan sorprendente: “No es extraño que la censura española interprete la obra desde la perspectiva más favorecedora para el régimen franquista y no pusiera reparos de tipo político”, escribe el experto) sino por el contenido sexual. En la lectura del censor franquista, 1984 es una novela ‘picante’. El censor la prohibió. El libro se publicó en 1952, después de que la editorial se la vendiera a la censura como un libro anticomunista prohibido en los países comunistas y prohibiese eliminar todo el sexo de la historia. No se editó al completo hasta 1984.

La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín
La Regenta fue un libro ultrapolémico cuando apareció en el siglo XIX (¡¡un triángulo amoroso y un cura en medio!!). Durante los primeros años de la dictadura franquista fue directamente un libro prohibido. La Regenta, como explican en este artículo en Centro Virtual Cervantes, protagonizó varios expedientes y entre 1936 y 1946 nadie se atrevió siquiera a pedir permiso para publicarlo. Un editor quería meter la novela en un volumen de Obras Selectas. El censor señaló que la novela “en ocasiones roza la herejía”. De todos modos, recibió permiso para publicarla. Fue una excepción. En 1947 se bloqueó la importación de la novela desde Argentina y en 1956 se denegó permiso a un editor. La novela (considerada peligrosa) estuvo prohibida hasta 1962.

Celia, de Elena Fortún
La serie de libros de Celia, de Elena Fortún, fueron los más populares libros para niños de la España de la II República y de finales de los años 20. Eran un boom (en las primeras ferias del libro de Madrid eran los que más se vendían), pero Celia era, como bien apuntan en este artículo académico, una niña a años luz de lo que las niñas debían ser en la dictadura. Hasta 1945, los libros se publicaron sin problemas una y otra vez. A partir de 1945, Celia empieza a tener problemas.
En ese año se pide la retirada de todos los ejemplares de Celia institutriz en América, el último volumen de la saga (Celia es una exiliada más y trabaja como institutriz en Argentina), a pesar de que la censura la había aprobado. Con la retirada, también se prohíbe la publicación de todos los libros anteriores de la autora (posiblemente, como especula Ian S. Craig en el artículo anteriormente linkado, porque Fortún era ella misma una exiliada casada con un oficial republicano). Los libros volvieron a ser publicados poco después, pero les metieron la tijera. Celia en el colegio, sin embargo, no logró volver a ser publicado hasta 1968.”Casi no hay página sin defecto”, escribió el censor sobre ese libro en 1956.
Hombrecitos, de Louisa May Alcott
Uno de esos libros que puede sorprender más que fuese censurado. ¿Por qué? La historia parece absolutamente inocente. A pesar de que el censor también creía que era una historia que “no tiene nada de tachable”, defendía la coeducación, así que en 1943 no recibió permiso de publicación.
Estampas de aldea, de Pablo de Andrés Cobos
Posiblemente nunca habríamos oído hablar de este libro si no fuese porque acaba de ser reeditado. El autor era un maestro segoviano, que escribió un libro de relatos sobre la vida en los pueblos durante principios del siglo XX. Se publicó en 1935. Era un libro que usaban los maestros como recurso en el aula. Tenerlo, durante los años de la postguerra, era peligroso. “Había circulares que instaban a los maestros a expurgar de las bibliotecas ese libro y que se remitiera a las autoridades educativas provinciales. Toda persona que lo ocultara corría riesgo”, explica a Público uno de los expertos que acaban de ayudar a recuperarlo.
Las cinco advertencias de Satanás, Usted tiene ojos de mujer fatal y Madre, el drama padre, de Enrique Jardiel Poncela
Jardiel Poncela era muy popular, uno de los autores de teatro más conocidos de los años 40 (y además era un escritor que apoyaba a la dictadura). A pesar de ello, no se salvó de la censura. Como explican en El Cultural, algunas de sus obras fueron prohibidas por ir contra la moral. No mucho después escribir teatro realista daba muchas papeletas para ver la obra tachada por la censura (le pasó a Lauro Olmo o Alfonso Sastre, aunque no a Historia de una escalera de Buero Vallejo).

El extranjero, de Albert Camus
El libro se estaba publicando en castellano en América, así que hubo intentos de importar libros para distribuir. En 1949 Edhasa lo intentó con 200 ejemplares publicados por Emecé en Buenos Aires. El censor dijo: “todo ese libro es una blasfemia”. En 1952 se intentó importar otra vez ejemplares del libro y volvió a ser denegada. En 1957 lo volvió a intentar (y fracasó) y no lo conseguiría hasta 1958.

En 1955 logró permiso de distribución uno de los libros de Camus, La Peste, aunque en francés y se convirtió en el primer libro del autor en llegar a España. Total, al distribuirla en francés, no llegará a muchos lectores y lo hará solo a un público culto, o al menos eso es lo que pensaba el censor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario