viernes, 15 de abril de 2016

CERVANTES Y SHAKESPERARE: CUANDO LA LOCURA NO ERA RUIDO CEREBRAL A ELIMINAR

Por Joseba achotegui

La conmemoración este año del  400 aniversario de la muerte de Cervantes y Shakespeare constituye sin duda una excelente oportunidad para reflexionar acerca de los cambios en la concepción del ser humano que han tenido  lugar  en nuestra sociedad en todo este tiempo. Y uno de los cambios más relevantes tiene que ver con la concepción de la  locura.

Un elemento central  de toda concepción del ser humano es su contacto con la realidad, el  cómo interpreta el mundo. Para Cervantes y Shakespeare,  la locura formaba parte de la naturaleza humana, era una realidad  indisociable a nuestra condición humana.  En palabras de Foucault, la locura para estos autores era “un fenómeno humano integral”,  no se podía entender al ser humano, sin entender su locura.
Hoy,  400 años después,  la locura es para la psiquiatría oficial  vinculada a los poderes dominantes,  un inoportuno, estúpido ruido cerebral a eliminar a cualquier precio. Y esta visión se ha trasladado a la opinión pública a través de poderosos medios de comunicación.
¿No hay una gran contradicción entre estas dos perspectivas del ser humano? Ante esta situación surgen inevitablemente algunas preguntas. ¿Tan errados iban Cervantes y Shakespeare en su concepción del ser humano? ¿Realmente hemos  avanzado en estos 400 años?
Se ha de resaltar que en la obra de Cervantes y Shakespeare, la locura ocupa un lugar muy importante, constituyendo, como es bien sabido,  en el caso de Don Quijote de la Mancha, el tema central, el eje  de la obra.
En Shakespeare la locura se relaciona con la razón y  considera que incluso puede aportar significados más ricos  que la cordura. La locura aporta nuevas perspectivas del  mundo y se hace difícil la demarcación entre razón y locura.
La complejidad y riqueza conceptual con que percibe Shakespeare la locura  puede verse por ejemplo en “Hamlet”  donde cada personaje de la obra tiene su propia explicación de lo que le pasa al protagonista. Para Horacio, amigo de Hamlet, en la línea del pensamiento renacentista, la locura proviene del estupor, del exceso de emociones de Hamlet. Para  Polonio, el padre de Ofelia,  la locura de Hamlet viene de  la pasión, la fuerza del eros que tiene por Ofelia, con una visión estoica de  ligada al exceso de pasión. Por su parte  Claudio, el rey,  considera  que  la locura proviene de la melancolía y tiene una visión neoplatónica ligada al desequilibrio.
En “el Rey Lear”, el leal Gloucester, ve la locura del viejo monarca como un consuelo, como una experiencia positiva frente a lo insoportable del dolor. Así dice “El rey se ha vuelto loco. Es preciso que mi razón sea fuerte ante el conocimiento de mis grandes sufrimientos.  Más me  valiera estar loco: entonces olvidaría mis sufrimientos. Una imaginación fuera de la realidad nos hace inconscientes de nuestros males” (4.7).
En el Quijote, tal como hemos señalado, las meditaciones sobre la locura son la esencia del libro, pero  si he de escoger alguna reflexión  me quedaría con lo que le decía Sancho a Don Quijote  al recuperar la cordura, tras el  sentimiento de fracaso de sus aventuras como caballero andante, ya para morirse:
“¡Ay!  No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años: porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate…Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama y vámonos al campo vestidos de pastores como tenemos concertado: quizás detrás de una mata hallaremos a la Señora Doña Dulcinea desencantada “    (LXXIV, último capitulo de la segunda parte).
Podemos ver en estos textos de Cervantes y Shakespeare  sobre la locura una visión muy diferente a la de la psiquiatría oficial. Por supuesto hay otras ramas de la psiquiatría y la psicología, como el psicoanálisis, la psicología humanista, la psicología cognitiva  y otras escuelas que tienen otra concepción mucho más coherente y profunda de la locura, pero están siendo desplazadas por una fuerte corriente con poderosos intereses en el marco de lo que Foucault denominaba la biopolítica.
Para  Foucault  el diagnóstico psiquiátrico no es algo objetivo, neutro, sino que se halla vinculado a lo que denominó “la biopolítica”  que sería el intento por parte del poder de controlar la salud, la higiene, la alimentación, la sexualidad, la natalidad, dado que constituyen temas políticos, fundamentalmente desde el siglo XVIII.
Desde la perspectiva de Foucault, en la edad media la locura  fue considerada un misterio sagrado que formaba parte del vasto campo de la experiencia humana. Asimismo, en el Renacimiento fue vista como una forma especial de razón de tipo irónico que mostraba el absurdo del mundo. La locura era a la vez trágica y cómica. Esta imagen cristaliza en la nave de los locos,  un grupo de personas que se hallaba fuera de la sociedad,  pero que también eran considerados peregrinos en busca de la razón y por extensión de la razón del mundo, representando la conexión entre orden y caos.  La locura se oponía  a la razón, pero como un modo humano alternativo de existencia, no como su simple rechazo. Hasta la Ilustración la locura era vista como un lugar imaginario, un lugar  de paso entre el mundo y lo que hay detrás, entre la vida y la muerte, entre lo tangible y lo sagrado.
Así pues, este 400 aniversario de Cervantes y Shakespeare constituye una excelente oportunidad para  incitar a un debate en profundidad acerca de nuestra concepción de lo humano, y dentro de ella, de la locura, como un  elemento central.
Quisiera terminar,  como una muestra más de la complejidad y riqueza de este debate,  citando lo que escribió agudamente sobre este tema, otro gran pensador, Friedrich Nietzsche:
”En los humanos, la locura individual es cosa rara, pero lo que es en grupos, partidos y naciones, es la norma”.


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