sábado, 11 de noviembre de 2017

LOS DEBERES Y DEMÁS: UNA OPINIÓN CERTERA

No entiendo que en este foro en el que lo que pretendemos es estudiar estrategias para evitar las tareas extra de las niñas y niños en casa (al menos las tareas repetitivas habituales que vienen llamándose "deberes") estemos, aunque no explícitamente, sí de manera implícita, dando el visto bueno a un sistema evaluatorio absolutamente absurdo y obsoleto como el de los "exámenes". No entra en mi ánimo, por supuesto, censurar las opiniones e inquietudes de nadie, pero sí hacer públicas y manifiestas los dos supuestos que paso a redactar a continuación, y la conclusión que de ellos pienso que se hace patente:
En primer lugar quiero dejar claro que los exámenes son un sistema absolutamente antipedagógico de evaluación del aprendizaje. Pueden tener sentido en un proceso selectivo, pero nunca en procesos de aprendizaje reales, es decir: constructivos, participativos, significativos, evolutivos y eficientes. Por lo tanto la lucha ha de encaminarse a su eliminación y no a su certificación por parte de las familias.
En segundo lugar: el examen o control del aprendizaje por escrito propuesto de manera unilateral por un mal llamado "profesor" o "maestro", es un ejercicio que trata de resolver el alumnado poniendo en ello cada cual el esfuerzo del que es capaz en cada momento y de su puño y letra, como así se ratifica al figurar la autoría en el encabezado del ejercicio. Por lo tanto es inexplicable que se plantee discusión alguna sobre la propiedad intelectual de dichos ejercicios: pertenecen, sin discusión posible a aquellos quienes los han escrito, "id est", a sus autores: niñas y niños que, en caso de no tener derecho a contrastar su ejercicio una vez realizado y supuestamente corregido, lo que han de hacer es no identificar los mismos hasta que puedan ejercer el citado derecho, derecho, por otra parte, plenamente constitucional y democrático. ¿No se nos hinchan tanto los carrillos a los educadores al hablar de las excelencias de la educación para la democracia? ¿Y a qué esperamos para ponerla de verdad en práctica?
En definitiva y una vez más, de lo que se trata es de luchar hasta la extenuación para que las niñas y los niños empiecen a ser considerados ciudadanos de derecho, de primera y no de segunda o tercera, y que puedan contar con cauces para la participación en todos los ámbitos de nuestra sociedad, y por encima de todos en la escuela, de la que son alma, arte y única parte, pues sin ellos dicha institución deja de exisitir, como de hecho dejaría de exisitir la especie.

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