El objetivo es situar el precio del barril de crudo por encima de los 70 dólares en las postrimerías de este año. Órdenes de Riad. Que es como decir el mariscal de la OPEP. De hecho, su cotización, ya desde hace mes y medio oscila por encima de la psicológica barrera de los 50 dólares. Para los tiempos que corren. Porque en la historia reciente, esa frontera se estableció, primero en los 100 dólares, tan sólo un par de ejercicios después de la crisis de las punto-com, a mediados de la década pasada y, con posterioridad, en plena crisis financiera, en el tránsito hacia el decenio actual, en los 150 dólares. Cota que llegó a superar holgadamente; incluso con las potencias industrializadas en depresión económica grave.
Pero, ahora, lo que estaba en juego es la propia supervivencia de la OPEP, cuyo gran objetivo es mantener la cotización en una horquilla adecuada a los intereses del cartel energético, que es casi sinónimo de decir, al dictado de Arabia Saudí, principal productor mundial. Y Riad ha puesto la profética cifra de los 70 dólares por barril encima de la mesa para el inicio de 2018. Un desafío que parece cercano, a juzgar por los contratos de futuro que se cierran, a dos meses vista, en el mercado energético estas semanas.
La empresa no es baladí. Después de un bienio con un valor de mercado próximo a 35 dólares, las arcas de sus socios se han visto más que mermadas. A lo que hay que unir un elenco notable de tensiones geoestratégicas globales, como el conflicto nuclear de Corea de Norte, regionales, del mismo tenor, con Irán, o específicos, como los cambios en el establishment saudí para tratar de consolidar el poder y liderazgo de Mohamed bin Salman, conocido como MBS en los círculos diplomáticos occidentales.
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