"Enterremos frases como 'atracción a personas del
mismo sexo', y llamemos a la gente lo que ella se llama"
mismo sexo', y llamemos a la gente lo que ella se llama"
Cameron Doody, 04 de noviembre de 2017 a las 17:45
James Martin, Jesuita.
(Cameron Doody).- "El respeto significa, como mínimo, reconocer que la comunidad católica LGBT existe". En una charla en Filadelfia, el jesuita James Martinlanzó un reto al episcopado estadounidense: que de una vez por todas reconozca que existen católicos no heterosexuales. Y no simplemente que existan católicos "afligidos por una atracción a personas de su mismo sexo", ya que el respeto que estos fieles merecen implica "llamar a la gente lo que quiere que se la llame".
El padre Martin arrancó su charla la noche del pasado lunes en la iglesia de Old St. Joseph's explicando el sentido del título del libro suyo que había venido a presentar, que se traduce al español como Construyendo puentes: Cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad. El jesuita aclaró que los "puentes" a los que el título de su libro hace referencia se han hecho necesarios en la medida en la que ha habido "una falta de comunicación y bastante desconfianza" entre los fieles LGBT y la jerarquía eclesiástica.
Como prueba de ello, Martin señaló la reacción del episcopado estadounidense después de la matanza en el club gay de Orlando en junio del año pasado, en la que murieron más de medio centenar de personas. "La mayoría de los obispos no dijeron nada" tras la tragedia, lamentó el jesuita, y de ellos que sí ofrecieron condolencias y oraciones "solo unos pocos mencionaron las palabras 'LGBT' o 'gay'". Hecho que a Martin, dijo, le pareció "un cierto fracaso a la hora de reconocer la existencia" de la comunidad gay.
Pero ¿en qué consistiría un gesto por parte del episcopado que pudiera satisfacer a los fieles gays y hacerles sentir acogidos, por fin, en su Iglesia? Martin no tiene ninguna duda. Primero, si la jerarquía quiere respetarlos, de verdad, ésta tendría que enterrar, por fin, "frases como 'afligido con atracción a personas del mismo sexo', que ninguna persona LGBT que yo he conocido utiliza", afirmó el sacerdote. Y segundo, la jerarquía debería publicar declaraciones en defensa de la comunidad gay, tal y como "los líderes católicos con regularidad publican declaraciones en defensa de los nonatos, los refugiados y migrantes, los pobres, los sintecho, los ancianos".
Aún así, el puente de la Iglesia institucional hacia los católicos LGBT sería incompleto sin dos peldaños más, a juicio de Martin. Uno, que la jerarquía sea "consistente" con su política de contrataciones y despidos de personal. Demasiadas veces esta política ha sido utilizada solo en contra de empleados eclesiales gays, cuando, a juicio de Martin, "para ser consistente, debemos despedir a gente que no ayudan a los pobres. Debemos despedir a gente que no perdona. Debemos despedir a gente que no ama". Y el último peldaño que la Iglesia puede colocar para de verdad alcanzar la periferia que es la comunidad LGBT: que sea la jerarquía la que dé el primer paso.
"La carga la tiene la Iglesia institucional", concluyó Martin en su intervención. "Quiero ser muy claro. La carga la tiene la Iglesia institucional porque es la Iglesia institucional la que ha hecho que los católicos LGBT se sientan marginados, y no al revés. Así que, el trabajo lo han de hacer los líderes de la Iglesia".
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