Este domingo se cumplen 107 años de la muerte de Florence Nightingale, la precursora de la enfermería moderna. Nacida en Florencia en el seno de una adinerada familia británica nuestra protagonista decidió dedicarse a la enfermería inspirada por Dios, según dijo, a pesar de lo cual su padres se opusieron a que hiciera algo distinto de lo que se esperaba de una joven de su posición: casarse y tener hijos.
Viajó por Italia, Grecia, Egipto y Alemania, escribiendo y formándose, y en Londres estuvo algo más un año al frente del Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas. En octubre de 1854 partió con 38 enfermeras a las que había entrenado personalmente hacia la Guerra de Crimea, en cuyo frente encontraron un desbordado y mal equipado equipo médico británico en un entorno sucio y con una pésima alimentación para los heridos.
El tifus, el cólera y otras enfermedades provocaban más muertes que las propias batallas, pero tras meses de duro trabajo Nightingale y su grupo de enfermeras logró cambiar la situación, y su merecida fama hizo que se recaudasen fondos para la creación de un centro en el que se enseñasen sus técnicas.
Aún existe hoy en Londres con el nombre de Escuela Florence Nightingale de Enfermería y Partería (Florence Nightingale School of Nursing and Midwifery) y forma parte del King's College.
Florence Nightingale fue pionera en su campo, y también una figura que inspiró a muchos, como dejan patente estas palabras de Henri Dunant: «A pesar de que soy conocido como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de la Convención de Ginebra, es a una dama que todo el honor de esa convención es debido. Lo que me inspiró a viajar a Italia durante la guerra de 1859, fue el trabajo de Miss Florence Nightingale en Crimea».
Comentario de Carlos A. Trevisi
Me crucé con Florence Nightingale cuando aún en la escuela primaria la profesora Debree (¿acaso DEBRI?) nos la presentó haciéndonos leer un libro que hablaba de su gesta, porque no podría llamarse de otro modo lo que sembró.
Hace apenas unos días el dueño de un restaurante prestigioso de un pueblo español cuyo nombre ni el del propietario me interesa recordar, en un video reciente de una entrevista que se le hiciera manifestaba, más o menos, que "las mujeres en casa, con los niños, lavando y cocinando que para eso están" El asunto no termina ahí: en un pleno del gobierno local se decidió poner su nombre a una calle.
Y esto sucedió en España, exactamente 107 años después de la muerte de la primera mujer enfermera que registra la historia.
Por supuesto el mencionado se manifestó franquista.
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