miércoles, 30 de marzo de 2016

SHYLOCK EN ESCENA , OH SHAKESPEARE


Nominado al Max por su papel de Shylock, el riojano Arturo Querejeta (Logroño, 1956) protagoniza 'El mercader de Venecia', de William Shakespeare, que la compañía madrileña Noviembre Teatro representa hoy en el Bretón (a las 20 h.). Aunque ha hecho cine y televisión, es sobre todo actor de teatro y uno de los más sólidos del clásico. Su larga experiencia va desde la Compañía Nacional junto a Adolfo Marsillach a su actual formación, dirigida por el también riojano de sangre Eduardo Vasco, con la que ha sido recientemente el Feste de 'Noche de reyes' y el Yago de 'Otelo'. Ahora además se prepara para ser Azorín en 'La ruta de don Quijote' y nada menos que el rey 'Ricardo III'. Como la libra de carne del judío veneciano, Querejeta tiene el corazón partido entre Shakespeare y Cervantes. Pero lo que de veras le duele, más allá de sus desiguales centenarios, es su ausencia de la educación y la cultura.



-¿Qué tiene de especial el Mercader de Noviembre Teatro?
-El Mercader conjuga la comedia y el drama, a veces con tintes de tragedia, de Shylock, en el que se muestra toda la negrura que puede encerrar un hombre. Por esa contraposición entre comedia y drama es por donde hemos transitado, pasando constantemente de situaciones hilarantes a otras tremendas. Es como la vida misma; los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor.



-¿Qué tiene de actual este clásico?
-Cualquier frase de Shakespeare tiene una altura capaz de responder a las grandes cuestiones de siempre. En Otelo era la violencia machista, en el Mercader se trata de lo que ahora llamaríamos ingeniería financiera y la paradoja de un sistema que sostiene prácticas que, siendo legales, no son justas.
-¿Cómo hace su Shylock?
-Shakespeare es un seguro de vida, pero también un gran riesgo. Exige una responsabilidad y una concentración tremendas, pero, a poco que lo hagas bien, el personaje alcanzará su altura. En Noviembre procuramos huir de hacer personajes de cartón piedra. Con Shylock no hemos querido hacer al típico judío usurero, contando su dinero cada noche... sino hacer un ser humano, con sus luces y sus sombras.
-¿Qué luces tiene un usurero?
-No pide otra cosa que ser tratado como un ciudadano más; pide justicia, que se cumpla la ley.
-Sus sombras son evidentes, pero hay una reflexión de Yolanda Pallín [autora de la versión] muy oportuna sobre su papel en el sistema.
-Esa es la clave: lo mismo que a los judíos se les despreciaba socialmente, se les necesitaba para hacer funcionar el sistema económico. Esta es una reflexión sobre esa hipocresía social y una crítica a los orígenes mismos del capitalismo y de sus vicios.
-¿Cómo es posible Noviembre, una compañía privada de clásico?
-Noviembre Teatro es un proyecto loco, suicida y maravilloso. Andar por ahí de gira con una compañía de diez, catorce o dieciséis personas y un piano es casi un suicidio colectivo. Pero el público ve el rigor de nuestro trabajo y espera nuestros espectáculos.
-¿Cuál es su sello distintivo?
-Nos basamos en acción y palabra; respetar con el mayor rigor posible el texto de Shakespeare. Como dice Eduardo [Vasco], hay compañías que pueden hacer Shakespeare en una cápsula espacial; nosotros vamos a lo que él dictaba, respetando todo, el aroma y el ambiente del gran poeta inglés, sin grandes parafernalias ni escenografías que distraigan.
-¿Qué opina de lo distintos que están siendo los centenarios de Shakespeare y Cervantes?
-Los ingleses lo están haciendo infinitamente mejor con Shakespeare que nosotros con Cervantes, pero no solo en el centenario, sino en el empeño diario de mantener viva su presencia cultural continuamente. A mí lo que de verdad me preocupa es que Cervantes, ya que es 'el nuestro', no este presente siempre; que no esté más presente en la escena española, en la literatura y en la enseñanza, que es donde empieza todo.
-¿Culpa de los políticos o de los ciudadanos, que no exigimos más?
-Estuve hace poco en Stratford-upon-Avon y la diferencia es abismal. Se nos llena la boca con el Quijote pero habría que ver quién lo ha leído de verdad. Tiene que ser desde el colegio. Nuestro problema cultural viene del sistema educativo.
-¿Reivindica cultura y teatro como algo más que entretenimiento? ¿Incluso en tiempos de crisis?
-El teatro es un entretenimiento maravilloso y es muy digno hacer ese tipo de teatro. Pero no es exclusivamente eso; es también parte de la base cultural de un pueblo, lo que forja su capacidad de conocer, de opinar y de decidir libremente. El nivel cultural es lo que hace que los individuos tengan su propio criterio y las sociedades puedan ser libres; es su corazón. Pero nos estamos amateurizando cada vez más y conformándonos con efemérides.
-¿Es su mejor momento?
-Nunca se sabe. Recuerdo lo mucho que crecí en el Compañía Nacional. Marsillach creyó en mí y ahora con Eduardo estoy haciendo grandes papeles. Estoy disfrutando y noto el reconocimiento del público, pero siempre hay cosas que mejorar.
-¿Qué no ha cambiado en Arturo Querejeta en todo este tiempo?
-Miro atrás y recuerdo al chaval que no sabía muy bien qué iba a hacer en la vida, el que empezó a hacer teatro independiente de aquí para allá, casi como un misionero en sitios vírgenes... Pienso en la ilusión que tenía entonces y creo que eso es algo que nunca he perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario