miércoles, 9 de marzo de 2016

LA JUEZA Y LA VIOLADA


Carlos A. Trevisi

Acaba de ser noticia: una jueza preguntó a una mujer que denunció haber sido violada si había "cerrado las piernas".

No escapa al criterio de una gran mayoría de españoles que la actitud de la jueza fue correcta.
Tendríamos que preguntarnos porqué es así.
El grave problema que acosa a la sociedad española es que no sabe ponerse en común y consecuentemente no sabe estar en los demás, fuente ésta a partir de la que son de juzgarse las actitudes que asumimos en relación con acontecimientos como el que encabeza nuestro escrito.
Es en este tipo de actitudes donde  se manifiesta este desencuentro con “el otro”.
En la administración pública cualquiera sea  la actividad de la que se trate, en cuanto a trámites, caemos todos por igual.  Los funcionarios son los amos de ese mundo de papeles que manejan a voluntad prescindiendo de las necesidades de la gente.
No es comprensible que una jueza proceda de este modo. Si en efecto es así no es por ignorancia –faltaba más- sino por que no ha sabido ponerse en el lugar de la pobre desgraciada.
Vaya uno a saber, Sra. Jueza, qué le habría pasado si no las hubiera abierto, como usted supone que tendría  que haber sido.

El equilibrio que es  menester para convivir , y  ¡cómo no! para impartir justicia, es una actitud que resuma algo más que una inteligencia pródiga y el conocimiento de la ley: es la capacidad de armonizar el afecto, la voluntad y la libertad. El afecto para ver con el corazón, la voluntad para evitar cualquier quebranto que pueda lastimar y la libertad como recurso de conciencia.

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