El
oro de NASI
En
una antigua torre de la ciudad de Estambul, una antena necesita
reparación.
El trabajo parece sencillo, no lo
es tanto, sin embargo, pues la construcción del siglo XIV, esta protegida por leyes urbanas
patrimoniales de estricto cumplimiento. Si bien las tareas de mantenimiento
pueden ser realizadas por agentes locales, reparar la antena y controlar su correcto
funcionamiento es una tarea destinada a
especialistas italianos, que poseen las habilitaciones otorgadas por el
ayuntamiento local.
-Pronto
¿chi parla?- responde un italiano desde
sus oficinas de Milano, al llamado que llega desde la antigua Ciudad.
-Una vez
más requerimos de vuestros servicios,
contestan desde una oficina de mantenimiento Estatal Turca; pues la antena se ha vuelto inestable con la
última tormenta, y puede venirse abajo.
-En
72 horas llegan nuestros técnicos, y solucionan su problema. No se preocupe.
Gracias, una vez más, muchas gracias.
Lo
curioso es que en la antena -que había recibido mantenimiento hacia apenas unos
meses-, los técnicos locales
habían encontrado desconectada
una de sus terminales -intencionalmente y por circunstancias no muy claras- motivo por el cual desde Italia habían
enviado –en su momento- un servicio para su reparación y control.
Durante
la temporada de verano, la enigmática
ciudad de Estambul recibía una colección de arte impresionista organizada por la Fundación Vehbi Koç (VKF), en su primer museo de arte moderno conocido como el "Istanbul Modern", haciendo
alusión a su homólogo londinense, el Tate Modern. El museo se encuentra a
orillas del Bósforo, en un antiguo almacén, que es invadido por todo tipo de visitantes, entre
compradores, inversores y turistas. Si bien los críticos encontraban que la
locación y las obras eran acordes a lo esperado, hubo algunos personajes "ajenos
a ese mundo" que también estuvieron visitando la ciudad.
La
torre GÁLATA (Megalos Pyrgos), tal es su nombre, fue construída por los
Genoveces en el año 1348. Ubicada en la
orilla norte del cuerno de Oro, había servido en la antigüedad como punto más
alto para el avistamiento de posibles invasores, tan comunes en aquellas épocas.
Actualmente, transmitía una señal de radio y otra de telefonía celular,
controlada por el gobierno.
En
aquella oportunidad, por culpa del nido de unas cigüeñas blancas, los técnicos
locales habían tenido que adelantar las obras de mantenimiento de la antena GÁLATA, constatando -para su sorpresa- que
efectivamente estaba desconectada intencionalmente una terminal de onda corta.
Según
algunos testigos, en esa misma época alguien con aspecto de italiano y de
mediana edad, ataviado con ropas de trabajo y portando una maleta metálica había sido visto
merodeando la torre.
De
todas las leyendas urbanas modernas, la que más sonaba en MILANO era una
historia que detallaba la asombrosa
ubicación del tesoro fabuloso
originado por los saqueos a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial,
conocido como el oro nazi.
Dentro
de los círculos más prestigiosos de la ciudad, conspicuos intelectuales
delineaban estrategias de búsqueda, para hacerse del fabuloso tesoro, teñido de
sangre, pero igualmente valioso.
Según
la novedosa leyenda que se hacía
oír por la ciudad italiana, una comunicación perdida desde 1952 y captada con un
receptor de radio de onda corta, utilizado por los técnicos, hablaba que el oro
nazi estaba enterrado bajo una catedral
a las afueras de la ciudad turca de Estambul.
La
descripción en idioma ingles, explicaba con exquisita sutileza la posible
ubicación de un gran tesoro, coincidente al desaparecido en épocas nazis, y que
hasta la actualidad nadie había podido encontrar.
Según
algunos manuscritos hallados en la biblioteca
Celsus en Éfeso. que fue creada -según los turcos más liberales- para
redimir la masacre de Constantinopla, en la antigüedad se denominaba "catedral" a
toda edificación de carácter gubernamental que estuviera afectada para refugio
de los inválidos y desvalidos, razón está que transformaba la leyenda casi en un
imposible de resolver. La guerra había destruido muchos de los edificios que
podrían ser sindicados como catedral, y con ello las esperanzas de ubicar el
fabuloso tesoro. No obstante ello, el afán por conseguirlo no dejaba
de abrir esperanzas de hallarlo y lo que es peor aún, hasta de poner al
descubierto una fabulosa trama de engaños y actividades delictivas.
NASI
había nacido en Roma, y de pequeño -junto con su familia- se había mudado a
Atenas, dado que su padre era el agregado cultural de la embajada Italiana en
Grecia.
Como
todo hijo de diplomático, su educación transcurría en colegios internacionales,
donde compartía aulas con niños de igual condición, entre ellos HALIL, hijo del
ministro plenipotenciario SATUR al PAN, de origen turco.
La
amistad que ambos forjaron, trascendió a las ciudades que luego debieron habitar,
conforme las profesiones de sus padres. Ambos son ingenieros en
telecomunicaciones y comparten la propiedad de una empresa con sede en... MILANO.
En
épocas de inestabilidad económica, la inversión en arte tiende a ser un buen
refugio para aquellos que tienen la suerte de no saber qué destino darle a sus
ahorros, sobretodo cuando estos son de
origen incierto. Modernas inversiones se ocultan tras negociados -muchas veces
diplomáticos- que sobreviven durante años, a la sombra de oscuras
transacciones.
Sin
dudas, las intenciones de ambos socios, ocultaban -al igual que lo habían hecho sus
padres- una trama de engaños y malversación de fondos, que podría salir a la
luz, por la indiscreción de un simple
empleado, devenido en supervisor de antenas.
Desde
aquella vez en la que ese hombre “de aspecto italiano”, ataviado con ropas de
trabajo y un maletín metálico, había visitado la torre GÁLATA, y habia captado
una extraña comunicación en onda corta
acerca de una increible historia, comenzaria a circular por ciertos circulos de
Milano, lo que más tarde se transformaria en toda
una leyenda.
En
clave, habla HALIL. Cambio. Transfiero lo acordado. Oro protegido en catedral.
Espero respuesta, NASI. Cambio...
La
famosa torre GÁLATA tenía instalado el
receptor, que ambos utilizaban sin levantar mayores sospechas. Una radio en
línea con las telecomunicaciones de celular de Estambul, era el método utilizado
por estos dos ingenieros, para intercambiar información confidencial.
Durante
años habían utilizado este método, con el vendian todo tipo de informacion
clasificada y hasta traficaban obras de
arte.
Curiosamente
estos dos amigos, denominaban “ORO” a
una obra de arte robada de una colección privada que, durante más de 30 años,
sus padres habían escondido celosamente.
Esta
vez, la oportunidad estuvo en Estambul. Cientos de marchands de todo el mundo,
se dieron cita en la ciudad que albergaba la fantástica exposición de arte
impresionista.
“Oro”,
se vendio a un comprador anonimo, en una
cifra que ellos dos solo conocen.
La
leyenda, sigue teniendo miles de
interpretaciones y seguidores, esperanzados en hallar aquel tesoro, que por
ahora se mantendrá oculto en los confines de la tierra.
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