Por Carlos María Trevisi
Locación: corredor de agua pluvial en
calzada de ciudad
Protagonista:
"Capitán Destino"
Llueve.
Se precipitan las corrientes de agua
pluvial que bajan por efecto de la inclinación del terreno. Junto con el agua, un barquito de papel.
Construido ad hoc en cartulina roja y de doble pliegue, se lanza a la aventura
mientras aun cae la lluvia sobre la ciudad.
Desde el barquito, sin otro
Capitán que su propio destino, las cosas se ven con la inmensidad
de los grandes caudales fluviales. A babor, un acantilado de piedra gris
caliza, sirve de contención a las grandes ráfagas de viento provenientes del
oeste. A estribor, la inmensidad de las aguas, parecen terminar en playas con
base macadam.
Al norte, donde el barquito es llevado por la correntada, una
selva inexplorada y tenebrosa no le asegura un paso exitoso.
Las olas que se
producen a su paso, avizoran un remolino, e incluso predicen una catarata.
La alcantarilla de la esquina esta poniendo en dificultades serias a nuestro
barquito de papel, que debe cumplir su misión. Recorrer el mayor tramo posible
antes de su inexorable autodestrucción.
Una hoja de plátano, como una suerte
de isla flotante y a la deriva, se presenta como la mejor opción para nuestro
objetivo.
Todo indica que lo lograra, pues la naturaleza parece estar de su
lado. Ramas caídas desde los arboles contribuyen a formar un canal que desemboca
en una plataforma "ideal" para subir a nuestro barquito a la codiciada hoja. La
lluvia cae con mas intensidad y las olas son su principal preocupación. Después
de un viraje, nuestro amigo logra sortear la catarata y continua su periplo
rumbo al norte.
A esta altura comienzan a haber los primeros daños
estructurales, que indefectiblemente lo llevaran a su destino final.
Al llegar a la esquina, conforme
las fuertes corrientes hacen que se produzca un nuevo viraje, orientando a nuestro barquito de papel
con dirección Este.
Ya no tenemos el
norte como meta, y una nueva selva de ramas
y desperdicios nos esperan al frente de la travesía.
Generalmente
cuando llueve, todo tipo de objetos aparecen en la calzada. Es muy común ver
botellas, bolsas, ramas, hojas, espuma, palos e incluso aguas
limpias.
Nuestro Amazonas urbano se nos presenta con todas esas variantes.
En esta etapa de navegación hacia el
Este, y luego de atravesar una serie de ramas, las aguas ya son límpidas.
Nuestro barquito de papel continua su periplo, sin imaginar lo que hallara
en sus aguas.
Como pobladores aborígenes, desde la proa del barco, se pueden
observar a estribor una colonia de hormigas negras. Preocupadas por la
inundación, su hormiguero parece haber sido atacado por las aguas, y su reina
está en peligro.
El viento sobre babor
inclina al barquito hasta hacerlo llegar a la orilla y milagrosamente
queda trabado entre una piedra y una rama. Rápidamente las hormigas mas
valientes saltan abordo del barquito, logrando proteger a su reina y así
salvarla de una muerte segura.
Ya hay una tripulación abordo, nuestro "Capitán Destino" es el único responsable.
Navegando hacia el ESTE, con sobrecarga y grandes deterioros estructurales
nuestro barquito de papel comienza a desteñir. Un color rojizo se puede ver en el agua límpida de este
tramo de la odisea pluvial.
Las hormigas temen lo peor. La reina parece
pedir una solución, mientras que el "Capitán Destino" continua timoneando su
barco.
Ya no llueve. El sol comienza a aparecer y los ruidos de caudales de
agua son cada vez mas bajos.
En realidad esto no es así. Un gran frasco con
una ancha boca, se ha interpuesto en su camino. El reflejo del vidrio, ha
simulado el sol. Nuestro barquito de papel ha ingresado dentro junto con toda la
tripulación.
Detenido como en un dique seco, todo parece indicar que nuestro
capitán destino, esta vez cambió su
suerte.
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