Antón Losada
El balance de la primera vuelta de la investidura del candidato Quim Torra resulta fácil
Todos, absolutamente todos, se han comportado como si nada hubiera pasado; nadie sale de su zona de confort, nadie mira hacia delante
El balance de la primera vuelta de la investidura del candidato
Quim Torra resulta fácil. Todos, absolutamente todos, se han
comportado como si nada hubiera pasado y el tiempo les
hubiera dado la razón, cuando ha sucedido exactamente lo
contrario. Nadie sale de su zona de confort, nadie mira hacia
delante y así no hay manera, resulta casi imposible hacer política.
Quim Torra resulta fácil. Todos, absolutamente todos, se han
comportado como si nada hubiera pasado y el tiempo les
hubiera dado la razón, cuando ha sucedido exactamente lo
contrario. Nadie sale de su zona de confort, nadie mira hacia
delante y así no hay manera, resulta casi imposible hacer política.
El candidato Quim Torra se dirigió al Parlament como si estuviéramos
en octubre de 2017, Carles Puigdemont continuase siendo president
y él estuviera haciéndole unos recados. El propio Puigdemont actúa
como si no se encontrara a la espera de lo que decida la justicia
alemana y su vicepresidente, Oriol Junqueras, estuviera de baja y
no en prisión. Los dos saben que no es así pero se comportan como
si lo fuera. De hecho son tan conscientes que, desde que designó a
Torra con su dedo, Puigdemont ha sentido la imperiosa
necesidad de recordarnos expresamente que quién manda es él.
La gente que manda de verdad no se pasa el día proclamándolo en
público, solo sienten la urgencia de dejarlo claro aquellos que intuyen
que no lo está.
en octubre de 2017, Carles Puigdemont continuase siendo president
y él estuviera haciéndole unos recados. El propio Puigdemont actúa
como si no se encontrara a la espera de lo que decida la justicia
alemana y su vicepresidente, Oriol Junqueras, estuviera de baja y
no en prisión. Los dos saben que no es así pero se comportan como
si lo fuera. De hecho son tan conscientes que, desde que designó a
Torra con su dedo, Puigdemont ha sentido la imperiosa
necesidad de recordarnos expresamente que quién manda es él.
La gente que manda de verdad no se pasa el día proclamándolo en
público, solo sienten la urgencia de dejarlo claro aquellos que intuyen
que no lo está.
Los dos socios, PDeCAT y ERC, callan y otorgan porque nadie quiere
ser quien asuma el siempre expuesto papel de decirle al emperador
que va desnudo. Solo la CUP se atreve a decírselo pero sin pasar
de la abstención. Demócratas y republicanos saben y han aceptado
que son capaces de ganar las elecciones pero ni consiguen, ni van
conseguir, ganar con la mayoría suficiente los plebiscitos en
que han pretendido convertirlas. Aunque mientras no lo admitan en
público y actúen en consecuencia sirve de poco saberlo.
ser quien asuma el siempre expuesto papel de decirle al emperador
que va desnudo. Solo la CUP se atreve a decírselo pero sin pasar
de la abstención. Demócratas y republicanos saben y han aceptado
que son capaces de ganar las elecciones pero ni consiguen, ni van
conseguir, ganar con la mayoría suficiente los plebiscitos en
que han pretendido convertirlas. Aunque mientras no lo admitan en
público y actúen en consecuencia sirve de poco saberlo.
En el ámbito no nacionalista también se impone el inmovilismo. Primero
tenia que ser un candidato que no se hallase en la cárcel o huido, luego
uno
sin problemas legales, luego uno que no estuviera ni siquiera en riesgo
de tenerlos y ahora, al parecer, alguien con un historial irreprochable
en twitter, que no sea nacionalista de toda la vida y que además
reconozca que estaba equivocado; o sea, uno de los suyos.
tenia que ser un candidato que no se hallase en la cárcel o huido, luego
uno
sin problemas legales, luego uno que no estuviera ni siquiera en riesgo
de tenerlos y ahora, al parecer, alguien con un historial irreprochable
en twitter, que no sea nacionalista de toda la vida y que además
reconozca que estaba equivocado; o sea, uno de los suyos.
Nadie ha encarnado la esterilidad de la política como lo hizo el sábado
Inés Arrimadas en el Parlament. Centrada en la vital cuestión de
comentarnos unos tuits del candidato de hace años, ya borrados y
lamentados, apenas tuvo tiempo de explicarnos sus soluciones.
En el paroxismo de la hiperventilación que ha sacudido a Ciudadanos
tras el CIS de abril, Albert Rivera ya ha exigido a Rajoy que mantenga
el 155 como respuesta al discurso del candidato. De puro oportunista,
Rivera acabará logrando que Rajoy nos parezca Winston Churchill.
Inés Arrimadas en el Parlament. Centrada en la vital cuestión de
comentarnos unos tuits del candidato de hace años, ya borrados y
lamentados, apenas tuvo tiempo de explicarnos sus soluciones.
En el paroxismo de la hiperventilación que ha sacudido a Ciudadanos
tras el CIS de abril, Albert Rivera ya ha exigido a Rajoy que mantenga
el 155 como respuesta al discurso del candidato. De puro oportunista,
Rivera acabará logrando que Rajoy nos parezca Winston Churchill.
El PSC y el PP también se comportan como si nada hubiera pasado y,
si ha pasado, ellos han aprendido poca cosa. Al parecer aún no
se han convencido de que esa línea de confrontación y beligerancia
dialéctica llevada al extremo del melodrama patriótico solo
tiene un beneficiario y viste de naranja. Los Comunes tampoco parecen
haber asumido que, a veces, para ganar, hay que bajar al barro.
si ha pasado, ellos han aprendido poca cosa. Al parecer aún no
se han convencido de que esa línea de confrontación y beligerancia
dialéctica llevada al extremo del melodrama patriótico solo
tiene un beneficiario y viste de naranja. Los Comunes tampoco parecen
haber asumido que, a veces, para ganar, hay que bajar al barro.
Unos y otros se comportan como en el día de la marmota y todos
recogen los frutos de tan exuberante esterilidad, aunque puede que
no precisamente los esperados. Según el último barómetro
catalán, Ciudadanos repetiría su estéril victoria con un par de
diputados menos, el PDeCat y ERC volverían a empatar, la CUP
recuperaría lo perdido en diciembre, el PP seguiría sin grupo
parlamentario y PSC y Comunes retornarían a los resultados de 2015.
El independentismo tornaría a los 75 escaños. La realidad es tozuda.
recogen los frutos de tan exuberante esterilidad, aunque puede que
no precisamente los esperados. Según el último barómetro
catalán, Ciudadanos repetiría su estéril victoria con un par de
diputados menos, el PDeCat y ERC volverían a empatar, la CUP
recuperaría lo perdido en diciembre, el PP seguiría sin grupo
parlamentario y PSC y Comunes retornarían a los resultados de 2015.
El independentismo tornaría a los 75 escaños. La realidad es tozuda.
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