Entrevistas radiofónicas (ARGENTINA)
(1988-1990) Radio SENSACIONES
14 de agosto de 1.988.
(1988-1990) Radio SENSACIONES
14 de agosto de 1.988.
Editorial a cargo de Carlos A. Trevisi
"¿Una nación?"
Comentario: año 2018, con 20 años vividos en España
Hacia 1988 en la Argentina pasaba lo que va a leer.
Hacia 2018 en España pasa lo que usted ESTÁ VIVIENDO: LO MISMO.
Bastará con que cambie ARGENTINA por ESPAÑA. No notará la diferencia.
Bastará con que cambie ARGENTINA por ESPAÑA. No notará la diferencia.
Editorial a cargo de Carlos A. Trevisi
"¿Una nación?"
Cuando uno ve que los temas convocantes de la opinión pública son el cambio de la Capital al Sur o la reforma de la Constitución, no puede menos que consternarse.
Nadie habla de los “adentros” de la Nación. Todo el mundo, los políticos a la cabeza, se entretiene en debates inconducentes que distraen de los objetivos fundamentales que hacen a la verdadera dimensión del hecho nacional.
Se recita el sentimiento de independencia y se insiste en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, se habla del logro de condiciones pacíficas de vida, tanto en lo interno como en lo externo y de la necesidad de lograr un rápido y sostenido desarrollo económico. Pero la todopoderosa realidad, sedienta, de que definitivamente la poseamos, arremete contra nosotros abofeteándonos con un “imbéciles oligofrénicos, ¿no veis?”.
No. No vemos.
Nos entregamos a los políticos para que hagan por nosotros. ¿qué pueden hacer unos cuántos bastardos pretenciosos, llenos de ambición y afán de poder?; torpes, ignorantes que se descabezan en luchas intestinas donde finalmente preponderan los alcahuetes. ¿Qué puede hacer esta decadente partidocracia que ha desnaturalizando la esencia misma del sistema democrático, los partidos, como únicos medios eficaces para el desarrollo de la razón de ser de nuestro pueblo?
Si los políticos están ahí para que con su arte y ciencia modifiquen la realidad pues más les valiera no estar: la intemperie a la que nos somete terminará con nosotros. No se puede disimular más.
El gran deterioro económico acabará con las potencias del hombre concreto, aniquilando su capacidad generativa de circunstancias nuevas, tomándolo especulador y egoísta, sometiéndolo a la ignorancia, al desafecto y la abulia.
Ese hombre no puede ser democrático.
No tiene con qué. Tampoco su país, pues no existe aquel que sumido en la pobreza lo sea. Sin sustento económico no hay democracia posible.
Hay países que ya a esta altura han perdido el tren y sometido a sus gentes a la indigencia. Desarticulados del circuito económico, sus insumos críticos ya no cuentan ni para la exacción.
¿Cómo no va a someter el pinochetismo a la mitad de los chilenos a la inanición si el cobre ya ha sido reemplazado por la fibra de vidrio, mejor conductora y más barata? ¿Y Bolivia? ¿Ecuador? ¿Ghana?... ni democráticos, ni libres.
Pero la Argentina no es Chile.
Tiene más del 10% de las reservas mundiales de energías, proteínas y minerales y el compromiso iniciado por San Martín el siglo pasado, de prestar apoyo a los pueblos hermanos.
Difícil tarea, imposible acaso, teniendo en cuenta que estamos en manos de quienes articulados con el poder financiero transnacional, han venalizado a políticos, sindicalistas, militares, jueces, y a quién no.
Sin embargo existe el pueblo argentino. Existe usted, ahí en su casa escuchando y existimos nosotros aquí, desde la emisora en busca de una puerta común que, sin excluir a nadie, ni siquiera a los que nos están condenando a esta frustración nos impulse al conocimiento de los “cómo”: ¿cómo recrear valores conducentes y nuestros?¿cómo fijar metas?¿cómo refundar una nueva nación?¿cómo crear riqueza?
Revisando libros y archivos exhumé comentarios, dichos y hasta anécdotas de hombre relevantes que colaboraron en la vertebración de sus naciones.
El gran deterioro económico no se tapa con aquello de que andamos bien en democracia.
Sin sustento económico la democracia no funciona.
¿Cómo se logra la riqueza de una nación? ¿cómo consigue un país la riqueza que habrá de sustentar su democracia?
Jacobo I de Inglaterra, a comienzos del siglo XVII, decía: “si a la ley de la naturaleza conviene que prefiramos nuestros propio pueblo a los extranjeros, entonces será mucho más razonable que carguemos los impuestos con productos extranjeros, a que el pueblo de nuestro reino no trabaje.
Jorge I de Inglaterra, al inaugurar el parlamento en 1721 manifestaba: “es evidente que nada contribuye tanto al fomento del bienestar público como la exportación de artículos manufacturados y la importación de materias primas extranjeras”.
El 5 de diciembre de 1791 en un informe enviado al Congreso, decía Hamilton: “mantener en igualdad de condiciones una competencia entre los establecimientos bien asentados en otro país y los nuestros es impracticable, de ahí que las industrias del país más joven deban disfrutar de la extraordinaria ayuda y protección del gobierno”; pocos años después, en 1815, Jefferson decía: “los derechos prohibitivos que impusimos a toda fabricación extranjera, que la prudencia nos exige establecer en nuestro país, sumados a la determinación patriótica de todo buen ciudadano de no usar artículos extranjeros que pueden ser hechos por nosotros mismos, sin considerar diferencia de precio, nos da seguridad frente a una reincidencia en cuanto a volver a depender del extranjero”.
El mismo Jefferson en 1816 en una carta que le envía a Benjamín Osten dice: “no comprar nada extranjero cuando puede obtenerse un equivalente de fabricación nacional, haciendo caso omiso a la diferencia de precio; la experiencia me ha enseñado que las fabricaciones son ahora tan necesarias para nuestra independencia como para nuestro bienestar.
Después de la Guerra de Secesión, con el triunfo del industrialismo del norte, el pensamiento proteccionista se manifiesta nuevamente con todo su vigor a través de Madison que dice en 1889: “nuestras manufacturas necesitan ser protegidas, la política de nuestro país estriba en obtener una finalidad por medio de la restricción; de Inglaterra no derivan otros beneficios sino los que imponen sus propias necesidades”.Luego de la guerra de secesión y después de haber ejercido la presidencia de Estados Unidos el general Grant fue invitado a una reunión librecambista celebrada en Manchester. Entonces contesta a los ingleses: “señores, durante siglos Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos, y le ha dado resultado satisfactorios; no hay duda de que a este sistema debe su actual poderío; después de esos dos siglos Inglaterra ha creído conveniente el librecambio por considerar que ya la protección no le puede dar nada. Pues bien señores, mi conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de 200 años cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector todo cuanto este puede darle, adoptará firmemente el librecambio”.
La experiencia norteamericana le hace decir a Carlos Pellegrini en 1904.-Carlos Pellegrini, para la mayoría de la gente empaquetado en la generación del 80, tiene una diferencia fundamental respecto de los pensadores de su generación, lo mismo que Miguel Cané, lo mismo que el hermano de José Hernández. Ellos piensan que el industrialismo efectivamente es lo que va a sacar a la Argentina adelante; dice Carlos Pellegrini en 1904: “es que estamos examinando lo que reputamos nuestro modelo (Inglaterra); es que nuestro ideal nacional es ser mañana lo que este pueblo es hoy, y ocupar algún día en el planeta la situación que él ha conquistado ya”. Pellegrini insiste ante Roca aunque inútilmente, que se debe hacer lo que Inglaterra hace antes bien que lo que dice.
El embajador americano Richard Gardner expresaba “para acabar con el concepto superado de estado-nación (refiriéndose a nosotros), debemos levar a cabo un proyecto en forma diversificada creando organismos con objetivos limitados, con responsables elegidos caso por caso; así llegaremos, comiéndolas pedazo tras pedazo, a terminar con las soberanías nacionales.(Richard Gardner (Comisión Trilateral y la coordinación de las políticas del mundo capitalista) SIDE Méjico, Mayo 1978 página 478).
Pero no es el único: “el surgimiento de las economías multinacionales ofrece una base práctica para el futuro desarrollo mundial ya que están más interesados en la realidades del servicio comercial que en los símbolos de la soberanía. La cuestión medular consiste en que la organización internacional no puede basarse en la nación o en un conglomerado de naciones con características nacionales, sino que debe tener una génesis diferente; si hemos de tener un orden internacional, éste debe descansar sobre una base que no sea la nación-estado sino sobre una base de naturaleza preferentemente extranacional y que esté por encima del problema de la seguridad nacional”. Considera el estado como un obstáculo y las cuestiones que conciernen a la nación-estado interés nacional, aduanas, derechos de importación-exportación, temor a las inversiones, peligro de violaciones fronterizas, con indiferencia, a veces con irritación. (Frank Tenenbaun en fascetas “Revista del Servicio de Información de EEUU, vol.3, pág.36 y subsiguientes).
El ex ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mariscal Magalahes, sostuvo en abono de su proyecto de creación de una policía continental de la OEA, que la idea de soberanía era un perimido resabio del siglo XIX.
Brzezinsky, miembro de la Comisión Trilateral, declaraba el 1 de Agosto de 1976 al New York Times: “en nuestros días el estado-nación ha dejado de cumplir su papel”, en su obra “La era tecnotrónica” cita la frase de Barker que dice: “la nación-estado en cuanto unidad fundamental de la vida organizada del hombre ha dejado de ser la principal fuerza creativa. Los bancos internacionales y las corporaciones multinacionales actúan y planifican términos que llevan mucha ventaja a los conceptos políticos de la nación-estado.
Voy a cerrar con un comentario final que hace Pellegrini en enero de 1904, en el Teatro Nacional , criticando duramente a Roca, dice textualmente: “próximo a terminar su gobierno, habrá llegado el momento de designar el sucesor y el problema se plantea ante un pueblo que no está en condiciones de resolverlo por su propio esfuerzo, pues el inmenso poder político ha crecido a expensas de la energías populares. No es posible reorganizar partidos: donde no existen partidos populares organizados no hay ni puede haber soluciones legales para estos grandes problemas nacionales” (obras completas, tomo 3, pág.404, publicación hecha por el Jockey Club de Bs. As.).
Finalmente vamos a dirigirnos a los señores políticos para que no olviden que son los depositarios de los afanes de su pueblo, que su obligación es operar sobre los valores que el pueblo elige y las metas que se proponen.
Devuélvannos la libertad de ser y pongan definitivamente en marcha a nuestro país.
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