miércoles, 18 de noviembre de 2015

¿POR QUÉ LO QUE NOS PASA?

 Cuatro ideas sueltas  acerca del Mundo Occidental
(Inspiradas en un artículo del Wall Street Journal, por Mark Steyn)
Wednesday, January 4, 2006 12:01 a.m. EST

Carlos A. Trevisi, Fundación E.M.Trevisi

It's the Demography, Stupid 
The real reason the West is in danger of extinction. 
…Western world will not survive this century

En varios artículos de nuestra Web  señalo que la civilización se ha hecho con la cultura. La civilización es apenas la segunda línea de la verdad y sólo puede abordar temas secundarios: algunos definitivos –las guerras que ha llevado a cabo- y otros referidos a las gentes: todos los derechos que antes no se reconocían: el trabajo de la mujer, los homosexuales, etc. que afectan definitivamente a los individuos pero son irrelevantes a los efectos de la perdurabilidad del sistema; es más, hasta podría decirse que lo debilitan.
La civilización  occidental vino de la mano del capitalismo. El capitalismo se ha caracterizado por asumir la prosperidad a partir del beneficio que deriva de la posesión de bienes  en detrimento del crecimiento personal del  hombre, y no tomes esto como una declaración de principios contra el capitalismo; es lo que hay. El hombre ha sido instrumentalizado por el capitalismo sólo en dos de sus cuatro vertientes básicas: su inteligencia y su voluntad. La capacidad para  amar del hombre no serviría a los propósitos del capitalismo: el que ama está siempre en el otro y escasamente en las cosas; tampoco serviría su potencialidad para ser libre porque lo haría sospechoso;  los sistemas de producción son escasamente homeostáticos porque podrían  desbalancearse y sucumbir.
Esto no obstante, al hombre había que darle una satisfacción. Una de las primeras fue inventar la letrina y más tarde el “water” para que pudiera  deponer sentado (en realidad para evitar que el cólera los exterminara –con la consiguiente pérdida de la productividad-,  hacinados como estaban en los barracones de la Inglaterra de la Revolución industrial. Una de las últimas, hacerle creer que un obrero –un funcionario, un empleado, un maestro- también tiene derecho a tener un BMW. Y el problema no radica en que no le asista  ese derecho - ¿por qué no habría de tenerlo?- sino que ese derecho vino a desplazar su otro gran derecho: el de una vida interior que le permita discernir las calidades de lo que se le ofrece para simplemente rechazarlo si va en contra de sus armonías o más simplemente, de sus necesidades. Hay films que muestran esta exacerbación: desde Tiempos modernos de Chaplin, hasta una película italiana: “La clase obrera también va al paraíso”.

The challenge for those who reckon Western civilization is on balance better than the alternatives is to figure out a way to save at least some parts of the West.

Esta claro que a nadie podría ocurrírsele que un periódico del sistema esté fuera del sistema. Y el sistema es inclemente.  Desde dentro es evidente que hay que hay que salvar “at least some parts of the West”. Pero visto desde arriba –no digo desde la vereda de enfrente, digo desde arriba, sin apasionamiento- ¿qué hay para salvar? Seamos objetivos: no será que lo que queremos salvar es eso mismo que dos líneas más abajo el autor califica de “impulsos secundarios”?: la salud garantizada para todos, licencia por paternidad, igualdad de derechos para las mujeres, derechos para las minorías,  etc.? Porque si queremos salvar los hechos derivados de los “impulsos primarios, menudo jaleo.
  1. Defensa nacional. Pocas veces ha podido justificarse qué significa eso de la “defensa nacional” como no sea con largos discursos que justifican la compra y más compra de armas a los que las producen, ejes del sistema financiero paralelo que desatan guerras y matan gente que los políticos capitalizan en nombre de la democracia y de la libertad. A esta altura de la guerra de Irak me estoy empezando a preguntar de dónde sale todo el dinero que hace falta para montar los coches bomba que matan cientos de iraquíes por semana.  No podré olvidar nunca que el primer Nobel que recibió la Argentina, en la persona de Saavedra Llamas, fue el de la PAZ  por haber contribuido a la solución pacífica de los… En el campo de batalla en el que se habían masacrado bolivianos y paraguayos aparecieron armas de fuego –concretamente fusiles Máuser- con el escudo del Ejército Argentino, Saavedra Lamas, Ministro de Guerra, mediante.
  2. La familia. Así como el capitalismo ha ido derivando hacia su optimización a través de una cada vez más ajustada productividad, la familia ha derivado inversamente. Como la “producción” de la familia no puede medirse en bienes, sino en personas, bien podría decirse que está a punto de cerrar sus puertas: no va más. Para colmo,  la escasa producción de “personas” es de muy baja calidad. Su educación, ídem. Estamos criando una generación autista cuyos individuos viven las contradicciones entre lo que debe de ser y lo que es en realidad, y optan por una diagonal donde los espacios y los tiempos que habitan recuerdan a aquella gran película “La naranja mecánica”
  3. La fe. Se han perdido los patrones religiosos que prestaban apoyo a la vida. Más allá de lo que significaran “per se”, la ciudadanía los asumía como normativos. La Iglesia Católica, en su pertinaz retorno a un pasado medieval, ha caído víctima del mundo que ayudó a construir: desde la misma jerarquía, cuando Pio XII felicitó a Franco por la “victoria católica” en la Guerra Civil, cuando un obispo argentino, Colinos, bendijo las armas que se empuñarían los militares en la insólita Guerra de Las Malvinas, cuando Pio Laghi –ahora en el Vaticano- negociaba con la dictadura de Videla jugando al tenis con el ex-almirante Massera, o cuando el Papa releva , hace apenas unos días, y “por razones de edad”, al arzobispo de EEUU que había zanjado una acusación de abuso sexual pagando medio millón de dólares ; o, simplemente desde la inclemencia moral de curas de barrio, que han abusado de niños a su cuidado y abochornado con supercherías a las gentes simples; o desde la misma feligresía, enmohecida en una fe de “do ut des”, que se prestó a cerrar los ojos ante tanto agravio. Todos ellos perdieron de vista, el Papa incluido, la felicidad de ser en Cristo, de ser en el hermano. Optaron por un mundo monológico donde “las cosas” tomaron el lugar del “tú” y del “vosotros”; eligieron "por" el hombre en lugar de dar a elegir "al" hombre: le quitaron libertad, le imposibilitaron el encuentro con los demás; lo sustrajeron de la verdad, lo distrajeron de la misericordia y de la entrega. Lo dejaron vacío. Juan Pablo II antes de morir era  un esperpento,  la imagen de la decrepitud, un personaje para multitudes adocenadas, un papa multimedia al que millones veíamos por televisión sin ilusión ni afecto; apenas con lástima. Los meses anteriores a su muerte se ofreció como redentor, se martirizaba y flagelaba; ya no podía  hablar, ni caminar, ni leer, ni mirar de frente. Han aparecido religiones sustitutas por todas partes. En USA no hay cristiano que no crea en el infierno, que no rece dos y tres veces por día, que no tenga una Biblia a mano y , sin embargo, aprueba la guerra, vota por la guerra.
  4. El duelo.  Así como a una cierta edad los seres humanos tenemos que asumir la pérdida de vitalidad y para no caer en ridículo entramos en duelo –que no es otra cosa más que asumir la totalidad de las nuevas circunstancias de decrepitud que se nos vienen encima,  el Mundo Occidental no ha sabido hacer el duelo. Y es una lástima porque el mundo seguirá existiendo y lo sufrirán nuestros hijos que padecerán las contradicciones del recitado de valores en desuso con las mentiras al uso de las circunstancias.

Y eso es todo. Me atengo simplemente a la introducción del artículo que motivó estos dolientes comentarios: Most people reading this have strong stomachs, so let me lay it out as baldly as I can: Much of what we loosely call the Western world will not survive this century, and much of it will effectively disappear within our lifetimes, including many if not most Western European countries


1 comentario:

  1. Acaso de todo lo expuesto sea la Iglesia la que ha iniciado una etapa de cambio que, con Francisco, aspira a lograr que la "institucionalidad" a la que ha estado sometida se transforme en la hermandad a la que aspiraba su creador.

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